«Los problemas parecen apilarse uno tras otro y la población libanesa está cansada y frustrada», Miguel Santiuste, expatriado en Líbano

Hemos entrevistado a Miguel Santiuste, expatriado de Entreculturas en Líbano, para que nos acerque a la realidad de un país que está atravesando unos momentos extremadamente difíciles tras la explosión ocurrida en el puerto de la capital el pasado 4 de agosto. 

¿Cuál era la situación de Líbano antes de la explosión? ¿Qué retos y dificultades estaba afrontando el país principalmente?

Líbano se encuentra inmerso en un proceso de transformación a todos los niveles desde el pasado mes de octubre de 2019. La población libanesa está viviendo una crisis con muchas caras. 

Por un lado, hay una crisis de desconfianza en la gobernanza del país, que ha provocado multitud de protestas en las calles demandando mayores servicios públicos, el fin de la corrupción y la puesta en marcha de reformas que beneficien al conjunto de la población. Por otro lado, el país atraviesa por la peor crisis económica que se recuerda desde la guerra civil libanesa (1975-1990). La moneda local ha perdido el 80% de su valor en el mercado informal, la inflación es cada vez mayor y algunos productos y suministros básicos comienzan a escasear, como los productos farmacéuticos o el suministro eléctrico. 

El COVID-19 no ha hecho sino exacerbar la grave crisis económica y ha puesto de manifiesto las carencias del sistema sanitario del país. Pese a que el índice de contagios continua relativamente controlado (9,337 infectados y 105 fallecidos) el confinamiento y cese de las actividades continúa haciendo estragos en la población más vulnerable.

La población refugiada está sufriendo especialmente las consecuencias del confinamiento. Más del 70% de ellos vive bajo el umbral de la pobreza y muchas personas tienen que elegir entre salir a la calle para conseguir un ingreso mínimo y arriesgarse al contagio o poner en riesgo su supervivencia y la de su familia. Muchas han perdido su trabajo y se estima que el 81% son incapaces de pagar el alquiler para la vivienda. Esta situación está produciendo que las familias estén optando por mecanismos de respuesta como la reducción de la ingesta diaria de comida, mayor endeudamiento o la mudanza a viviendas de peor calidad o con un mayor número de personas. Por otro lado, se han intensificando los ataques discriminatorios, como toques de queda exclusivos para refugiados o denegación de test COVID19

Tras la explosión, ¿cómo están afectando los daños causados a la población beirutí? ¿Cómo crees que les afectará en el largo plazo? 

Las consecuencias de la explosión del 4 de agosto aún se están dimensionando. Al menos 178 personas han perdido la vida y más de 6.000 han resultado heridas a consecuencia directa de la explosión. Los daños en infraestructura son también muy significativos. El puerto de la capital ha quedado prácticamente inutilizable, cerca de 250.000 personas han sufrido daños severos en sus casas y multitud de edificios de vital importancia se han visto afectados como hospitales, escuelas, negocios o centros de acopio. 

La situación en el sistema sanitario preocupa especialmente, ya que el aumento de casos por COVID19 ya había puesto al límite la capacidad del sistema sanitario Libanés. Un total de 6 hospitales y 20 clínicas se han visto gravemente afectadas por la explosión. También se está reportando un preocupante incremento de los casos que requieren asistencia psicológica por el trauma causado por la fuerte explosión. Muchas personas han perdido a seres queridos en la explosión o han perdido sus casas o negocios. Otras afectadas por la explosión sufren de estrés postraumático. Estas heridas tardarán mucho tiempo en cerrar y las víctimas necesitarán apoyo psicológico para superar el trauma.

Es difícil estimar las consecuencias a largo plazo, pero es muy probable que esta explosión, unida a las múltiples crisis que atraviesa el país, deje una huella importante en las personas que viven en Líbano. Los problemas parecen apilarse uno tras otro y la población libanesa está cansada y frustrada. Dicen que no les quedan lágrimas para llorar pero es un pueblo fuerte que ha pasado por mucho y con ayuda no les faltarán las fuerzas para levantarse una vez más. 

¿La población refugiada ha sido afectada de alguna manera particular?

Se estima que Líbano hospeda a 1,5 millones de personas refugiadas. La gran mayoría provenientes de Siria. Aunque aún se desconoce cuántas de ellas han sido afectadas por la explosión, se sabe que algunas trabajaban o vivían en zonas cercanas a la explosión. Algunas de las personas refugiadas con las que trabajamos han resultado heridas y lamentablemente dos personas han perdido la vida. Nuestra socia contraparte, el Servicio Jesuita para Refugiados (JRS) está trabajando sin descanso en analizar en qué medida la explosión ha afectado a las personas a las que servimos y cómo podemos serles de ayuda.


Personal de JRS Siria mostrando su apoyo y solidaridad

¿Cuál es el papel de la asistencia humanitaria en estos momentos? ¿Qué necesidades hay que atender de manera prioritaria y cuáles en el largo plazo?

En estos momentos la coordinación entre los diferentes actores humanitarios es de vital importancia. El gobierno está liderando la intervención junto con multitud de organizaciones locales e internacionales que se han sumado a la ayuda y están tratando de dimensionar los daños y las consecuencias. 

En una primera fase se ha tratado de priorizar en salvar vidas y garantizar que los heridos fueran atendidos. Todavía hay personas desaparecidas y heridas en estado crítico. El perfil de los supervivientes es muy variado. A las víctimas con menos recursos se les está apoyando con bienes básicos como productos alimentarios o medicinas, soluciones de vivienda o apoyo psicológico. La situación alimentaria preocupa en gran medida, Líbano importa el 85% de su comida y los daños en el puerto reducirán la entrada de alimentos en el país y provocarán un aumento de precios todavía mayor haciendo imposible para la población la compra de estos productos.

La segunda fase se centrará en la recuperación y reconstrucción de la infraestructura pública, la rehabilitación de viviendas particulares, el apoyo psicológico y estabilización de la situación sanitaria, educativa y económica del país. 

¿Qué papel tiene la solidaridad internacional para superar estos momentos de crisis? y, concretamente, ¿qué puede hacer la  sociedad española ante esta situación?

La situación en Líbano se está deteriorando a marchas forzadas. Necesitamos de una intervención internacional sostenida a gran escala para dar una respuesta a la gravísima crisis que atraviesa el país. Las aportaciones individuales son igual de importantes. Cada pequeña ayuda puede suponer un gran cambio para alguna de las miles de víctimas de la explosión.


Personal del JRS valorando los daños causados por la explosión.

¿Los proyectos del JRS se han visto afectados? ¿Cómo están viviendo los compañeros y compañeras de JRS estos momentos? 

La situación actual que se está viviendo en el país ha hecho que el personal de nuestra socia contraparte, el JRS, esté aún más presente en el terreno. Personal de otras áreas del país se ha desplazado al barrio de Bourj Hammoud, en Beirut, para sumar esfuerzos y acompañar a las personas refugiadas que forman parte de nuestro proyectos en la capital libanesa. Puerta a puerta, el personal de JRS está contactando a las personas afectadas por la explosión para conocer el alcance de los daños y poder dar alivio y apoyo a las víctimas.

JRS Líbano agradece enormemente el apoyo que está recibiendo para dar respuesta a este terrible suceso, pero al mismo tiempo solicita apoyo adicional para poder llegar a más personas con bienes básicos y apoyo  psicológico.

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