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Construyendo espacios de igualdad

“La educación es como los peldaños de una escalera para llegar a un destino preciso. Me tomo a mí como ejemplo y a mi padre, porque es lingüista y tenía muchos libros. Yo quería ser escritora, pero pensaba que al ser una niña no podía. Era muy joven, 6 o 7 años, y le dije: ‘papá, quiero ser un hombre, quiero escribir libros como los que lees’. Mi padre me dijo que no tenía por qué convertirme en un hombre. ‘Hay muchos libros escritos por mujeres’, me decía mientras me mostraba sus libros”. 

Tras esta anécdota, Salma Khalil asegura que la educación empieza ineludiblemente en los hogares y llega a reforzarse en las aulas de clase. Las casas, como las escuelas, son formas de educación complementaria y durante este proceso educativo es donde las mujeres construyen sus espacios de oportunidades en la igualdad. 

Pero la historia de Salma es mucho más que una simple anécdota. En febrero de 2008, durante la guerra en Yamena, Chad, ella no tenía ninguna intención de dejar su país. Aseguraba tener lo necesario para seguir viviendo en su casa junto a su familia, rodeada de amigos y vecinos, hasta que un día “todo explotó”. 

“El momento más difícil para mí fue cuando mi tío y mi primo vinieron a casa, escuchábamos los obuses que caían por aquí y por allá, detrás del río, y nos dijeron que las mujeres y los niños teníamos que marchar”, nos cuenta Salma, recordando las escenas más duras de la guerra. “Llegamos a Kousséri [Camerún] y en el trayecto tuvimos que ir con cuidado porque había situación de combate, cartuchos, personas heridas, cadáveres…”

Salma tomó su ropa, su pasaporte y uno de sus mayores tesoros: sus diplomas; sin duda, su único salvoconducto para seguir capturando y transmitiendo imaginarios a través de la fotografía, la ilustración y la escritura con un alto compromiso social, con las que enaltece el papel de la mujer como parte esencial para progresar y seguir avanzando hacia un futuro digno y de oportunidades.  

MUJERES que expresan, deciden y participan

En la actualidad, Salma es una artista chadiana, amante de la antropología, los relatos y las técnicas artísticas tradicionales de su tierra. Coordina la asociación cultural Positif, que anima a las mujeres a expresarse a través del arte; está involucrada en diferentes organizaciones humanitarias y hoy es una de las protagonistas de nuestra campaña “Mujeres que construyen futuro” . 

Desde Entreculturas y el Servicio Jesuita a Refugiados hemos comenzado una aventura artística junto a Salma con el objetivo de crear un cuento ilustrado para primaria sobre la realidad de las niñas y jóvenes refugiadas en tierras chadianas. En él los relatos y dibujos son fruto de las experiencias vividas – muchas de estas muy duras – durante jornadas de intercambio y co-creación artística entre niñas y chicas de 8 a 18 años.

“En la historia de todas las sociedades hay siempre una historia de guerra, de migración. Creo que es muy importante hacer un trabajo de base para que este tipo de conflictos pueda  acabarse un día”, afirma Salma. Su trabajo con estas niñas, sobre todo aquellas que trabajan alrededor de su historia, “hablan siempre de la pérdida, de la estabilidad y de una buena vida. Para ellas es muy importante tener una vida tranquila, para ellas y para el mundo”.

Las desigualdades, los conflictos, las guerras, la violencia contra las mujeres, el desplazamiento y la pobreza provocada por el cambio climático, así como las repercusiones de la pandemia, están agravando los obstáculos que impiden la participación y el desarrollo de las mujeres, especialmente de las que se topan con múltiples formas de discriminación.

Aunque se han logrado avances, todavía falta camino por recorrer y las cifras de desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres siguen siendo alarmantes, sobre todo en los países más empobrecidos. En el mundo, las mujeres tienen un 25% más de probabilidades que los hombres de vivir en pobreza extrema. 

MUJERES que, frente a la pandemia, defienden el derecho a la educación

La COVID-19 está amenazando con aumentar aún más estas desigualdades: según la UNESCO, se estima que, debido a la pandemia, 11 millones de niñas están en riesgo de no volver al colegio. Existe un riesgo de retroceder 20 años en los avances logrados en pro de la educación de las niñas. Se predice un futuro incierto para millones de mujeres de generaciones futuras. 

“La educación es lo que nos identifica. Es crear un ambiente donde no haya maltrato, que haya igualdad de género”, afirma la joven Robersi Suero, alumna de Fe y Alegría República Dominicana y que junto a su madre, Yenny Tejeda, empleada del mismo centro educativo, están construyendo un mejor futuro “Yo quiero que Robersi sea en el dia de mañana una excelente profesional”.

Tanto Yenny como Robersi son mujeres que, con el afán de no quedarse atrás en su propósito de vida, siguen construyendo oportunidades en medio de la pandemia y de otros problemas que entorpecen el avance de una sociedad en igualdad.

En República Dominicana, según los datos de la Encuesta Experimental sobre la Situación de las Mujeres, del año 2018 de la Oficina Nacional de Estadísticas, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Ministerio de la Mujer, el 68.8% de las mujeres de más de 15 años ha experimentado algún tipo de violencia, además de tener los más altos niveles de matrimonio infantil de la región, con un 36% de niñas y adolescentes casadas o en unión temprana antes de los 18 años.

Según datos de la ONU, en todo el mundo 243 millones de mujeres y niñas de 15 a 49 años fueron sometidas por una pareja íntima a violencia sexual o física en los 12 meses anteriores a la crisis sanitaria mundial. Según los datos que se van publicando, desde que comenzó la pandemia de la COVID-19 se ha intensificado la violencia contra las mujeres y las niñas y. en particular. la violencia doméstica. 

“La transformación social es posible si nosotras y nosotros primero nos transformamos a nosotras mismas”, afirma con rotundidad Vicky de León, acompañante del proyecto cultura de paz con enfoque de género que implementamos junto a seis centros educativos de Fe y Alegría Colombia. “En nuestras manos está poder cambiar nuestro micromundo, para luego impactar en la sociedad”, asegura. 

Vicky dedica su día a día a luchar por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Trabaja para que otras mujeres, profesionales de la educación, se empoderen y reconozcan su importancia dentro de la sociedad, aspecto clave para la generación de una sociedad más justa y equitativa desde la infancia. 

Millones de mujeres colombianas se enfrentan a escenarios de desigualdad normalizados que urge cambiar: un ejemplo de ello es la brecha salarial entre hombres y mujeres que es del 12% en 2018. Y las mujeres representan tan solo una cuarta parte de las personas en condición de patrones o empleadores. 

Sin embargo, la proyección mundial sigue siendo aún más alarmante a causa de la COVID-19, ya que no solo la vida productiva y económica de las mujeres se pone en jaque: esta crisis sanitaria afectará desproporcionadamente a la brecha laboral, recibiendo un menor sueldo por el mismo trabajo (un 16% menos de media), con puestos de trabajo más vulnerables y más probabilidades de estar empleadas en el sector informal. 

MUJERES que crean proyectos

“Eres madre soltera, súper joven y sin experiencia; se dan como muchas cosas juntas. Que apareciera un trabajo que apostase por mi con estas condiciones fue un verdadero cambio”, afirma Dyna, joven costurera y madre soltera que ha visto crecer sus oportunidades trabajando en el proyecto Ellas lo Bordan,  una empresa de inserción laboral ubicada en Madrid, con la que colaboramos desde Entreculturas, que crea puestos de trabajo de calidad ofreciendo modos de vida autónomos y alternativos a madres con hijos e hijas a su cargo, en situación de exclusión social y vulnerabilidad.

“Ellas lo Bordan https://ellaslobordan.es/ es una experiencia real de cambio mediante el empleo”, afirma Cristina Llama, jefa de taller. “Es una forma de empoderar muy potente para que se desarrolle la autonomía de las personas”.

“He aprendido que no debemos limitarnos, que si queremos algo lo tenemos que perseguir. Un sueño es una tarea y si tu no la realizas, nadie la va a hacer por ti”. La autodeterminación de las palabras de Robersi y de tantas mujeres nos inspira cada día para construir un futuro en igualdad, una tarea compartida de todos y todas. 

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