Los pueblos indígenas aislados de la Amazonía: los más vulnerables

“Los pueblos indígenas son bibliotecas vivas. 
Son los guardianes, cuidadores y jardineros de la Amazonia y del Planeta. 
Cada vez que un pueblo indígena es exterminado y desaparece, 
un rostro de Tupãna (Dios) muere, 
el cosmos, el planeta y toda la humanidad se empobrecen”
.

(Sabio Bernardo Alves, del pueblo indígena Sateré-Mawé)
Video amazonia

En la Encíclica “Laudato Si – sobre el cuidado de la casa común” (2015), el Papa Francisco denuncia: “Muchas formas altamente concentradas de explotación y degradación del medio ambiente no solo pueden acabar con los recursos de subsistencia locales, sino también con capacidades sociales que han permitido un modo de vida que durante mucho tiempo ha otorgado identidad cultural y un sentido de la existencia y de la convivencia. La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal. La imposición de un estilo hegemónico de vida ligado a un modo de producción puede ser tan dañina como la alteración de los ecosistemas” (LS 146).

El Papa continúa destacando la importancia de los pueblos indígenas para el cuidado de la Casa Común y advierte de las presiones a las que son sometidos: “En este sentido, es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. Para ellos la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura” (LS 147).

El CIMI es un órgano de la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB) al servicio de la misión junto a los Pueblos Indígenas. Fue fundado en 1972 por los obispos profetas Pedro Casaldáliga y Tomás Balduino, entre otros. El CIMI se organiza en 11 Regionales y un Secretariado Nacional en Brasilia para la articulación e incidencia nacional e internacional (www.cimi.org.br). 

La misión profética del CIMI a lo largo de sus más de 40 años de existencia ha sido y es fundamental para la supervivencia de los pueblos indígenas, sumando con ellos en sus luchas de resistencia e insurgencia, en la conquista de derechos y políticas públicas diferenciadas, demarcación y defensa de territorios, etc. El gobierno militar de los años 1980 había decretado oficialmente la desaparición-integración de los indígenas del Brasil para el año 2000. El CIMI, sumando con otras entidades de la sociedad civil, apoyaron el movimiento indígena hasta conseguir revertir este proyecto militar genocida. Hoy los pueblos indígenas del Brasil continúan creciendo con una tasa mayor que la media nacional.

Como jesuitas, nos sentimos profundamente agradecidos y privilegiados por sumar con el CIMI en esta misión común junto a los pueblos indígenas. Para concretar mejor esta misión se ha firmado un convenio de mutua ayuda (Dic/2015) entre los Jesuitas del Brasil, en la persona del Provincial P. João Renato, y el CIMI Nacional, en la persona de su Presidente, Mons. Roque Palocci. “Este convenio entre el CIMI y una congregación religiosa es un paso histórico nuevo y muy importante. Puede servir de inspiración para otras instituciones… Y así fortalecer juntos el compromiso profético y político de la Iglesia junto a los pueblos indígenas” – afirmó Mons. Erwin Kräutler, obispo emérito del Xingú amenazado de muerte por defender la vida de los pueblos indígenas de la región.

Es dentro de este convenio de colaboración mutua en la misión junto a los pueblos indígenas aislados en el que se ha establecido con la Fundación Entreculturas el fondo común CIMI – Jesuitas (BRA): INDIOS AISLADOS AMAZONIA.

El EAIA fue fundado por el CIMI en la década del año 2000. El misionero antropólogo P. Gunter Kroemer (1939-2009) fue el primer articulador de este equipo. Gunter, alemán de nacimiento, invirtió toda su vida al servicio de los pueblos indígenas y, en particular, de los “no-contactados”. Defendió -junto con el CIMI- la tesis del “no-contacto” como mejor forma de defender sus vidas y territorios, y solamente aceptar el contacto cuando los propios pueblos aislados lo buscasen o porque estuviese en peligro y riesgo su propia existencia.

Así fue el caso de los Suruaha – “Pueblo del Veneno”, que para evitar que fueran masacrados y exterminados por buscadores de caucho que habían invadido su territorio, Gunter con un equipo del CIMI se vieron obligados a forzar el contacto en 1980. Gunter murió en 2009 debido a una insuficiencia respiratoria causada, posiblemente, por algún tipo de hongo que cogió en su última entrada en selva profunda investigando la presencia de indios aislados.

(Foto de Gunther Kroemer (Copyright: Christian Ender).

¿Cuál es la VISIÓN, MISIÓN y ORGANIZACIÓN del Equipo de Apoyo a Indios en Aislamiento del CIMI?

VISIÓN

En la actualidad, en el mundo se estiman 160 grupos humanos sin contacto con occidente. De ellos, unos 145 están en la Pan-Amazonia. La Fundación Nacional del Indio (FUNAI) y el CIMI tienen registradas más de 100 referencias de indios aislados en Brasil. Y cada día aparecen nuevos grupos debido al avance desenfrenado y depredador del sistema actual. Con la creciente presión sobre los recursos naturales por parte de las empresas extractivas y los grandes proyectos impuestos en la Amazonia, son invadidos los lugares más distantes y remotos de la selva. Quedan cada vez menos espacios vírgenes donde estos pueblos puedan refugiarse y vivir tranquilos, con plena libertad y garantía de sus derechos ancestrales.

La Amazonia es la región del mundo con mayor número de grupos indígenas en situación de aislamiento. Y Brasil es, con mucha diferencia, el país que tiene el mayor número (más de 100), siguiendo Perú con unos 25 grupos. Los países de la Amazonia, y particularmente Brasil, tienen una gran responsabilidad histórica, frente a la comunidad internacional, de defender la vida de estos pueblos y proteger sus territorios para que no sean invadidos, ni ellos exterminados. Por lo general, son grupos pequeños y el “contacto” es peligroso ya que pueden contagiarse de alguna epidemia (gripe, sarampión, viruela, etc.) que acabe diezmando o eliminando su población por completo, como ha ocurrido muchas veces a lo largo de la Historia.

Esta riqueza y diversidad ecológica y sociocultural están profundamente inter-ligadas. Desde las fotografías satelitales se demuestra que las áreas más conservadas de la amazonia son aquellas que están demarcadas a favor de los pueblos indígenas. Las tierras indígenas están más preservadas incluso que los parques nacionales o las áreas de protección ambiental. Esto es debido a la profunda relación de reciprocidad y cuidado con la que los pueblos indígenas se relacionan con la tierra, sintiéndola como Madre que les amamanta y sustenta. Por eso la cuidan, protegen y defienden “hasta el último indio”. En el caso de los indígenas aislados, que están en las regiones más remotas e intactas de la Amazonia, esta relación recíproca de cuidado e interdependencia mutua es aún más fuerte y delicada. Su existencia y sustentación depende por completo de la Madre Tierra. Ellos se sienten y viven como “hermanos y hermanas de creación” (Papa Francisco) con todos los seres con los que conviven.

Todo este equilibrio que los pueblos indígenas mantienen con la tierra está hoy profundamente amenazado en la Amazonia. Hay grandes intereses económicos que presionan esta estratégica región del planeta. Quieren explotar sus recursos naturales a cualquier precio, sin contar para nada con sus habitantes ancestrales. Sin importarles su vida ni la vida de todos los seres de esta inmensa comunidad viviente que es la Amazonia. 
Los pueblos indígenas aislados son los más vulnerables a esta invasión depredadora. Ellos habitan en las regiones más remotas de la Amazonia donde los recursos naturales están más intactos. Por eso, la presión y amenaza sobre ellos crece cada día con los grandes emprendimientos y proyectos de desarrollo que se van imponiendo hasta en los últimos rincones de la selva donde ellos habitan.

Para el CIMI los pueblos indígenas aislados son uno de los grupos humanos más vulnerables de la Amazonia y del mundo. Son víctimas de la violencia del modelo económico global depredador impuesto. Pero también son testimonio vivo de resistencia a esa globalización que uniformiza y mata la diversidad, la vida de la humanidad y del planeta.

Históricamente los pueblos indígenas sufrieron mucha violencia a lo largo de los 500 años de “encubrimiento” de Abya Yala (América, “Tierra Madura” en lengua Kuna). En la Amazonia, el proceso de exterminio se agudizó a finales del siglo XIX y primera mitad del XX por los ciclos extractivos del caucho y de otras materias primas de alto interés económico en el mercado internacional. La violencia fue tan brutal que muchos pueblos fueron exterminados y otros, los que escaparon de las masacres, huyeron de la “civilización” hacia los lugares más remotos de la selva y cabeceras de los ríos.

Actualmente los pueblos aislados continúan siendo los más vulnerables. Continúan siendo víctimas de la violencia sin escrúpulos de los “pistoleros a sueldo” contratados por los grandes proyectos y emprendimientos que quieren explotar los recursos naturales de sus territorios. Son emprendimientos ganaderos, agro-negocios, madereras, petroleras, mineras, narcotraficantes, carreteras, hidroeléctricas, hidrovías, etc. que tienen como principio absoluto el lucro económico, sin importarles para nada la vida de estos pueblos que son, desde su punto de vista capitalista, “minorías” que bloquean el avance del “desarrollo y la civilización”. Al vivir los indios aislados en regiones remotas, no se tiene noticias de la violencia que sufren y acaban siendo eliminados sin que nadie se entere.

MISIÓN

El objetivo general del Equipo de Apoyo a Indios en Aislamiento del CIMI es garantizar la integridad y existencia física, cultural y los derechos de los pueblos indígenas aislados. Los objetivos específicos:

– Investigar, mapear y documentar la existencia de indígenas aislados, identificar sus territorios y sus posibles invasiones y amenazas;
– Recoger “in locus” vestigios y evidencias su presencia;
– Descubrir la situación en la que se encuentran;
– Mapear los impactos de los grandes proyectos económicos y de colonización, la deforestación ambiental de sus territorios;
– Informar a la FUNAI y denunciar al Ministerio Público Federal (MPF) sobre las amenazas a la integridad física, cultural y territorial que sufren para que se tomen las medidas necesarias de protección y defensa de sus vidas y territorios;
– Exigir del Gobierno Federal que reconozca la existencia de estos pueblos, demarque, proteja y fiscalice sus territorios y recursos naturales;
– Denunciar la violencia que sufren para que no sean depredados y exterminados impunemente por los grandes proyectos e intereses económicos;
– Incidir políticamente, a nivel nacional e internacional, para que estos pueblos indígenas aislados y sus territorios sean defendidos y protegidos, etc.

Miembros del CIMI y del equipo itinerante estudiando sobre el mapa la región en la que van a entrar.

No se trata de hacer contacto con los Pueblos Indígenas Aislados. Se pretende demostrar su existencia, demarcar sus territorios y protegerlos de los invasores para que puedan vivir tranquilos, sin tener que estar huyendo continuamente. Hay que dejarles que hagan contacto cuando ellos quieran, no cuando la sociedad occidental quiera imponérselo, como lo ha hecho a lo largo de los últimos cinco siglos. El objetivo es proteger sus vidas y sus territorios de la depredación del actual sistema económico, obligando a los gobiernos a reconocer su existencia y derechos ancestrales, a proteger sus territorios. Es obligación de los Estados, por el principio de vulnerabilidad, proteger a estos pueblos. No permitir que entren empresas extractivas para explotar los recursos naturales de sus territorios, ni dejar que se implementen grandes proyectos con impactos socio-ambientales que destruyan sus hábitats y pongan en riesgo su existencia.

Una prioridad del equipo de indios aislados del CIMI para estos años es trabajar en la cuenca del río Tapajos, uno de los grandes afluentes al sur del Amazonas. En esta cuenca el Gobierno está proyectando 43 grandes hidroeléctricas (potencia superior a 30 MW). En esta región la FUNAI tiene ya 7 registros de grupos indígenas aislados. Algunos de ellos, como por ejemplo, el del Parque de la Amazonia, fueron identificados por el CIMI -junto con el pueblo Sateré Mawé- en los años 2012 y 2013. Y el pueblo Munduruku, que habita la cuenca, continuamente da nuevas informaciones sobre vestigios e incluso avistamientos de sus parientes aislados.

Una de las estrategias para enfrentar e intentar paralizar el megaproyecto hidroeléctrico del Tapajos es demostrar la existencia de estos grupos aislados a lo largo de toda la cuenca. También visibilizar los fuertes impactos que tendría sobre el ecosistema de la región y la vida de los pueblos indígenas que ancestralmente la habitan, y de modo particular, de los aislados que son los más vulnerables a los cambios acelerados de su hábitat tradicional.

Viñeta extraída del periódico «Porantim» nº385

En las identificaciones que realizamos en 2015 en la cuenca media del Tapajos fueron geo-referenciadas y documentadas varias invasiones del territorio, así como vestigios de la posible presencia de indios aislados en la región. Por cuestiones de seguridad, solo presentamos aquí el mapa con las coordenadas GPS de las invasiones de los ramales madereros, aserraderos clandestinos y garimpo (minería ilegal) de oro y piedras preciosas, etc. Esta situación ha sido denunciada y los informes enviados por el Secretario Nacional del CIMI al Ministerio Público Federal (MPF) para que tome las providencias debidas. Las coordenadas y descripción sobre los vestigios de indios aislados encontrados también son siempre enviados en primer lugar a la FUNAI. En caso de que los respectivos órganos públicos no tomen las medidas necesarias para la protección de estos indígenas aislados, el CIMI pasa a denunciar y presionar, nacional e internacionalmente, estos hechos.

Mapa de la Tierra Indígena “Daje Kapap Eip”, del Pueblo Munduruku, en el Medio Río Tapajós, con los registros de las invasiones encontradas.

Organización

Recursos humanos: para la defensa y protección de los pueblos indígenas en situación de aislamiento, el CIMI ha organizado un equipo “ad hoc” con personas de referencia de los distintos regionales donde existen estos pueblos. Los recursos humanos son escasos y por eso siempre se necesitan misioneros y misioneras (laicas/os y religiosas/os) que se ofrezcan y tengan perfil para esta desafiante y preciosa misión.

Recursos materiales: barcos y lanchas rápidas para los grandes ríos navegables y canoas con pequeños motores para los arroyos llenos de troncos y obstáculos, que puedan subir hasta las cabeceras y nacientes; equipos para la documentación y preparación de informes como ordenadores y tablets, GPS con antena de alta sensibilidad para que no pierdan la señal debajo del dosel tupido de la selva, cámaras fotográficas y de filmación a prueba de agua; grabadoras de sonido de alta sensibilidad, paneles solares, cargadores solares de pilas recargables, baterías, linternas solares, machetes y cuchillos, lonas para los campamentos, mosquiteras, hamacas, agua potable y alimentos… 

Recursos económicos: para la sustentación de las personas del equipo; compra, reposición y reparación de equipos técnicos; expediciones y viajes, transporte y gasolina, alimentación; reuniones de trabajo, encuentros y formación de los miembros del equipo de apoyo a los aislados; preparación de informes y de materiales (textos, artículos, revistas, cartillas y publicaciones, fotos y vídeos, programas de radio, etc.) para divulgar esta realidad y denunciar la violación de DDHH contra estos pueblos…
Los costos de esta misión en la panamazonia son muy altos. La región es muy extensa y las distancias enormes. El transporte y los precios de los productos que vienen de fuera son caros. En particular, el trabajo de protección de los pueblos en aislamiento, que están en las regiones más remotas y de difícil acceso, requiere más recursos, más días, más combustible y equipos más especializados que hacen muy costosa esta misión. Por eso la colaboración y solidaridad con esta misión en las dos “selvas” es fundamental.

El CIMI desarrolla su misión de protección y defensa de la vida y de los territorios de los pueblos en situación de aislamiento en tres frentes: sensibilización de la opinión pública sobre esta realidad; captación de recursos humanos, materiales y económicos para esta desafiante misión e incidencia política para que sea protegida y defendida la vida y los territorios de los pueblos indígenas en situación de aislamiento.

El servicio a esta misión se ha de plantear tanto sobre el terreno, en la selva y ríos amazónicos, como en la “selva de asfalto y hormigón” de las grandes ciudades y centros de poder económico y político del mundo. Sin esta gran articulación en todas las “selvas” a favor de la vida y del cuidado de la Casa Común, la Amazonia y sus pueblos serán depredados, especialmente los más vulnerables, los “indios aislados”.

Por otro lado, la Amazonia y los pueblos indígenas que la habitan y cuidan (porque se sienten íntimamente parte de ella) son muy importantes para el equilibrio del planeta y el futuro de la humanidad. De modo particular, los pueblos indígenas en situación de aislamiento son los cuidadores de las regiones más intactas y remotas de la selva Amazónica. Ellos son “guardianes y jardineros del mundo”. La humanidad y el planeta necesitan de los pueblos indígenas, y en particular, de los pueblos en situación de aislamiento. 
Insistimos. Los pueblos indígenas aislados son los más vulnerables. Su futuro ya no depende (solo) de ellos… Depende, sobre todo, de nosotros. Necesitan del apoyo de la humanidad, de los pueblos de occidente. Igual que los indígenas aislados defienden con garra, “hasta el último indio”, sus territorios para que no sean depredados, los pueblos de las “selvas de asfalto y hormigón” tienen que dar la batalla, “¡hasta el último indio!”, contra el consumismo y el modelo de desarrollo depredador que el modelo capitalista ha impuesto, poniendo en riesgo la vida de la humanidad y del propio planeta.

Vista aérea de una amplia extensión de terreno deforestado en la Amazonía.

Y nosotros, en nuestras “selvas” institucionales y congregacionales, ¿estamos dispuestos a jugárnosla “hasta el último indio”? Ellos nos cuidan defendiendo la selva amazónica… Y nosotros, ¿cuidamos de ellos cuidando nuestro estilo de vida y consumo? ¡Hagamos un gran corazón, una gran alianza entre todos los pueblos de todas las “selvas”, a favor de todos los seres y formas de vida de la Casa Común, especialmente de los más vulnerables!

Así de claro lo tenían el obispo Alejandro Labaka y la Hna. Inés Arango (ambos de la familia Capuchina). Ellos, con generosidad y profecía, inmolaron sus vidas en junio/1987 por defender la vida del pueblo aislado Tagaeri, de la ambición de las petroleras en el parque Yasuní, Coca, amazonia ecuatoriana. Ante la inminencia de la entrada de las petroleras y la consiguiente masacre de los Tagaeri, Alejandro e Inés se la jugaron: “Si no vamos nosotros, los matan a ellos”, afirma Alejandro pocas horas antes de hacer su último viaje. E Inés deja en su cuarto una nota: “Si muero me voy feliz y ojalá nadie sepa de mí. No busco nombre, ni fama. Dios lo sabe. Siempre con todos, Inés”. Ambos misioneros sentían en su corazón que esa era la travesía definitiva y plena para la otra margen del misterioso “Río de la Vida”.

Con motivo de la canonización de José de Anchieta el P. General Adolfo Nicolas escribe una carta (02-04-2014) a toda la Compañía de Jesús animándonos a un verdadero ardor apostólico e itinerante. Refiriéndose a Anchieta afirma: “No le movía, ciertamente, para llevar esta vida itinerante, ningún espíritu de aventura, sino un espíritu de disponibilidad para la misión, de libertad espiritual y de prontitud para buscar y hallar en todo momento la voluntad del Señor. Lo acompañó hasta el fin un ardor verdaderamente apostólico. «Ya que no merezco ser mártir por otra vía – escribe él mismo – que por lo menos la muerte me halle desamparado en alguna de estas montañas y allí deje la vida por mis hermanos. La disposición de mi cuerpo es débil, pero me basta con la fuerza de la gracia, que por parte del Señor no ha de faltar»”. 

Y continúa el P. General cuestionando: “¿No debiera ser la itinerancia – con todo lo que implica de libertad espiritual, de disponibilidad y capacidad de discernir y de tomar opciones – una de las características indispensables de nuestro cuerpo apostólico? El continuo peregrinar de Anchieta, casi una forma de vida, podría inspirar hoy día y alentar nuestra búsqueda de movilidad apostólica, para responder a los desafíos que nos plantean las nuevas fronteras.”

El día 6 de abril de 2017 celebraremos el 30º aniversario del martirio del Hno. Vicente Cañas, Kiwxi – su nombre indígena. Fue asesinado en Mato Grosso por pistoleros mandados por un hacendado que quería invadir el territorio de un pueblo aislado, los Enawene-Nawe. Por defender su territorio y sus vidas, Kiwxi dio su vida. Eran apenas 97 personas cuando fueron contactados por Kiwxi en 1974. ¡Hoy son más de 1.000!

«Entre los cristianos tradicionales es que se deben encontrar y descubrir algunas Semillas del Verbo. Entre los Enawene-Nawe, verdadero Resto de Yavé, esas semillas ya son selvas y producen frutos de vida, de bienaventuranza» (Kiwxi).

Al final, la Amazonia y sus pueblos indígenas, y especialmente los pueblos aislados, son don y gracia que marca el alma, la propia vocación y experiencia espiritual, la vida y la existencia. Esta misión facilita el gustar y sentir a “Dios en todas las cosas y todas las cosas en Él”, como diría Ignacio de Loyola. Una misión que ayuda a comprometer la vida y cuidar de la Casa Común y de todos los seres que la habitan hasta las últimas consecuencias.

Fernando López, jesuita destinado para apoyar al CIMI en el Equipo de Apoyo a los Indios en Aislamiento, nos da su testimonio de itinerancia por las fronteras geográficas y simbólicas de la Amazonia tras las huellas de los hermanos aislados: «Es un don y un regalo inmenso formar parte del equipo del CIMI de apoyo a los indígenas en situación de aislamiento. Es una experiencia profunda, consoladora e indescriptible. Las regiones donde se refugian los hermanos aislados son remotas, muchas veces intactas y vírgenes. Son zonas de selva que, en muchas ocasiones, ni los propios indios guías de la expedición conocen. Buscamos, identificamos y documentamos con coordenadas GPS, fotos, vídeos e informes de campo los vestigios de la presencia de “parientes aislados” o “guerreros valientes” – como los indios de la región familiarmente los llaman. También registramos las invasiones que encontramos, las amenazas a sus territorios y a su propia existencia. Con esas informaciones, bien documentadas, procuramos incidir políticamente en distintas instancias gubernamentales y sociales, para proteger y defender sus vidas y territorios. Es un enorme privilegio poder estar allí: entrar en las cabeceras de los ríos y en la selva profunda acompañados por indígenas de la región; ser testigos presenciales y vivenciales del hábitat de los “últimos pueblos libres” del planeta; pisar aquella tierra sagrada, “casa común”, ver, oler, escuchar, comer y beber lo mismo que aquellos “hermanos y hermanas libres”; sentir en la piel el sudor frío y en la aceleración de los latidos del corazón las amenazas, invasiones y conflictos que atentan contra sus territorios y su propia vida física y cultural… Hay momentos en los que la sangre hierve en nuestras venas: ya sea por sobrecogimiento frente a la grandeza de la creación en estas selvas y ríos; ya sea por indignación frente a la violencia y depredación impuesta por nuestro mundo civilizado… Compañeras y compañeros: unámonos en la oración y misión, en todas las fronteras y “selvas” donde las heridas estén más abiertas y la vida esté más amenazada, porque una selva sin la otra no tiene solución. Y porque “si no vamos nosotros, los matan a ellos” – como diría Mons. Alejandro Labaka.

  1. ¿Conocías esta realidad de los indígenas aislados? ¿Habías escuchado hablar de ellos?
  2. ¿Deben mantenerse aislados? ¿El mundo occidental debe contactarlos?
  3. ¿De quién depende el futuro de los pueblos indígenas aislados?
  4. ¿Qué podemos hacer para defender la vida y los territorios de los indígenas aislados?

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