Hoy se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Según la ONU, hay más de 476 millones de pueblos indígenas distribuidos en 90 países de todo el mundo. Representan el 6,2% de la población mundial. A través del programa de la Fundación La Caixa Work4Progress en Perú, conocemos más de cerca cómo son, piensan y sienten las poblaciones indígenas del país y su gente.
Daniela Altini, integrante de la Fundación AVSI, una de nuestras organizaciones socias en Perú, trabaja tanto en Condorcanqui como en Quispicanchi en proyectos de emprendimiento. En este día de conmemoración ha escrito un artículo sobre la población awajun wampis, su cosmovisión y su relación con el emprendimiento. Una reflexión compartida con el resto de socios del programa Work4Progress en Perú: SAIPE, Fe y Alegría y AVSI.
Con el mismo corazón bajo el mismo cielo
A menudo, trabajando en nuestros proyectos de desarrollo agrícola o socioeconómico en la selva peruana con pueblos indígenas, nos ha pasado que nos hemos acercado a ellos con la mirada atenta para descubrir las diferencias existentes entre nosotros, las que aparecen a una primera observación exterior: el atuendo, el transporte, el modo de comer, los pies sin zapatillas, el machete, la forma de trabajar la chacra, y llegamos rápido al juicio: “Son más recolectores que agricultores”; las diferencias entre las culturas, o sea la espiritualidad, las formas de vivir, la organización social, su familia, su comunidad y su economía.
Pero, si hay algo que agradecer al programa W4P de La Caixa, es justamente la metodología de escucha, de atención, de observación atenta, inteligente y respetuosa de la población, de sus dinamismos, de sus lógicas, de cómo advierten los problemas y cómo implementan sus intentos de soluciones.
Para llegar a comprender, para sentir vibrar ese factor que resuena también en nosotros.
Como cuando, aquella vez, nos invitaron a comer en la Comunidad Nomatziguenga de San Antonio de Sonomoro en Pangoa, a los que veníamos de Lima para conocerlos. ¿No hicieron quizás como nuestra madre, que nos esperaba con la comida lista, ella nos servía, se sentaba y nos miraba comer (ella siempre había comido antes…), pues es como si con esto nos abrazara por haber regresado al lugar seguro, después del camino, lleno de peligros…?
Encontrar este factor que resuena abre a una familiaridad operosa y creativa
Y cuando observamos sus negocios, sus tiendas, sus comercios, el mercado, ya no podemos repetir tan solo el refrán común y barato: “El Awajún no es comerciante…”; “El Awajún es vago…”; “El Awajún no es emprendedor…”. Pues sentimos un cierto malestar con esto, una cierta incomodidad, pues ya nos queda un poco corto limitarnos a encasillarlos así.
La tierra no es una máquina de producción…
Para los Awajún y Wampis, por ejemplo, la relación con el territorio es irremplazable y su pérdida o afectación, además de la pérdida de sus recursos naturales por las actividades extractivas, incluyendo las agrícolas intensivas, constituyen una grave afectación a su tejido social y patrimonio cultural, a su identidad.
Nosotros no somos una cultura estática: la perspectiva del cambio
Decía en una entrevista el Apu Awajún Santiago Manuin Valera (fallecido por COVID-19 en julio de 2020): “…Ese nuestro es la tierra, el bosque, los recursos naturales y entonces la vida. Hemos existido miles de años viviendo nuestra realidad con la naturaleza. A esa vivencia está unida nuestra cosmovisión, nuestra espiritualidad, nuestra vida, con todo el ecosistema interrelacionado…”; “…debo decir en primer lugar que nosotros no somos una cultura estática. Como todo pueblo con cultura cambiante, somos un pueblo con cultura camaleón. Porque el camaleón toma los colores de acuerdo al medio, si es una yerba verde será verde, si es una seca tomará el color de las hojarascas, si es muy verde tomará muy verde… Entonces, mi pueblo tiene que tomar la forma tal y como la globalización va marcando el mundo, y de acuerdo a ese movimiento el pueblo Awajún, con toda su identidad, con la cosmovisión que va adquiriendo también con la globalización, se va adaptando a los cambios que existen y se van dando en el proceso de la vida…”.
El emprendimiento nunca es sólo del individuo. El individuo nace y crece dentro de un pueblo.
“Yo cuando me concentro en el pueblo Awajún, lo hago porque soy Awajún. Trabajo y visiono como tiene que ser mi pueblo. No puedo hablar de otros pueblos porque no tengo experiencia, cada pueblo tiene su propio temperamento. Puedo hablar de la organización del pueblo Awajún. Yo he sido consejero regional de Amazonas. El pueblo Awajún-Wampis me eligió. “Vete Santiago, me dijeron. Ahí vas a estar con las leyes y con toda la parte regional. Ahí trabaja…”. Cuando estuve en el Consejo Regional me sentí vacío, porque no me acompañaba el pueblo, el pueblo no me decía qué hacer y decir. Entonces yo me sentí vacío, me sentí solo.”
El más grande emprendimiento es la construcción de la autoconciencia del pueblo
“Así que … ya no más la acción política, yo me voy a dedicar a formar un equipo para que, si yo desaparezco, el pueblo sea consciente de la pérdida de su identidad, de la venta de sus territorios, sea consciente del proceso de su destrucción como pueblo. Tengo que hacerlo consciente, así verá la importancia de nuestro territorio, de la identidad, de nuestra lengua y de la existencia como pueblo.”
Estas expresiones “resuenan” en nosotros y nos hacen entender y simpatizar, comprender y compartir, pues es el mismo latido humano, es el mismo corazón.
¿Qué tiene que ver todo esto con el emprendimiento? Para los que, como nosotros, trabajan para el desarrollo socio-económico en la selva peruana, esto nos hace entender que no estamos trabajando en una periferia secundaria y marginal, lejana de los mercados que cuentan, dónde “gira la plata”, sino que se trata de una misma chispa, de un mismo ímpetu, de una misma construcción bajo el mismo cielo.
Work4Progress, promoviendo el emprendimiento para jóvenes, mujeres y familias rurales
Desde el pasado mes de enero, el programa inició su segunda fase de implementación, con el objetivo de mejorar el acceso al empleo, la formación y los ingresos de más de 5.500 personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad y exclusión social.
El programa se dirige especialmente a mujeres y jóvenes de población rural indígena andina y amazónica que viven en las provincias de Quispicanchi, en la sierra peruana, y Condorcanqui, en la región de selva amazónica.