“Llegué con una mochila más pesada que los libros: la del miedo, la frustración y el rechazo.” —Felipe, estudiante del TEMAG (Conurbano bonaerense)
Felipe tenía 18 años cuando migró a Argentina. Se encontró con un entorno nuevo, exigente y muchas veces hostil. Como tantas personas jóvenes en situación de vulnerabilidad, cargaba con experiencias de exclusión que le habían cerrado muchas puertas. Pero en el TEMAG —un espacio educativo de Fe y Alegría Argentina— encontró otra manera de aprender: una escuela donde el aula no termina en la pizarra, donde se acompaña a cada estudiante en su proyecto de vida y donde volver a empezar no es un fracaso, sino una posibilidad.
Como Felipe, cientos de personas participan en Argentina en el programa Hacia un Mundo Digital y Sostenible II, una iniciativa que desde Entreculturas impulsamos con apoyo de Accenture en nueve países, y que en Argentina se desarrolla junto a Fe y Alegría. Su objetivo es promover formación, empleabilidad y comunidad en territorios históricamente excluidos y con menos acceso a oportunidades. Desde la selva del Chaco hasta los bordes urbanos del conurbano bonaerense, esta propuesta apuesta por una educación que transforma, escucha y que pone en el centro a quienes enfrentan mayores barreras para ejercer sus derechos.
Una red que acompaña desde el territorio
En distintas localidades del país —como Chaco, Jujuy, Salta, Buenos Aires y otras zonas del conurbano— con el programa Hacia un Mundo Digital y Sostenible II impulsamos experiencias educativas que combinan formación, empleabilidad y acompañamiento comunitario. En cada una de ellas, el enfoque es integral: no se trata solo de transmitir contenidos, sino de abrir caminos reales hacia la autonomía económica, el reingreso educativo, el emprendimiento con propósito y la formación en sostenibilidad ambiental.
A través del programa, más de 4.400 de jóvenes, personas adultas y comunidades completas acceden a talleres de oficios, cursos de formación digital, asesoramiento para el trabajo por cuenta propia, apoyo emocional y espacios para repensar el futuro en clave colectiva. La propuesta se adapta a cada realidad, respetando los ritmos, saberes y necesidades de los territorios.
Las siguientes historias reflejan ese trabajo: muestran cómo, cuando la formación se conecta con la vida concreta de las personas, aparecen oportunidades donde antes solo había puertas cerradas.
TEMAG: volver a empezar sin miedo
En la periferia de Buenos Aires, una de las zonas más densamente pobladas y desiguales del país, el Taller Escuela Maria Asunción Guglielmi (TEMAG) ofrece una segunda oportunidad educativa a jóvenes y personas adultas que han quedado fuera del sistema escolar. Este espacio, impulsado por Fe y Alegría, combina formación académica con herramientas digitales, acompañamiento emocional, talleres de oficios y apoyo para el desarrollo de proyectos laborales con propósito.
Franco llegó al TEMAG tras varios intentos fallidos de terminar la escuela. En el centro encontró no solo un aula, sino un equipo que lo acompañó en su proceso. Participó en talleres de electricidad y carpintería, y poco a poco fue reconstruyendo su confianza y su horizonte laboral. Hoy, con 20 años, ha logrado insertarse en el mundo laboral con más herramientas y motivación.
Virginia Merlo, una de las referentes del proyecto, lo resume con claridad: “Este espacio es una segunda oportunidad. Una propuesta que cree en las personas, que las acompaña y que no suelta la mano.”
Misión Chaqueña: formación con identidad comunitaria
En el corazón del Chaco salteño, la comunidad wichí de Misión Chaqueña lleva años apostando por la organización colectiva como forma de resistencia y construcción de futuro. Allí, la educación no es solo un derecho, sino una herramienta para sostener la vida, fortalecer los vínculos comunitarios y mantener vivos los saberes ancestrales.
En este contexto, el programa Hacia un Mundo Digital y Sostenible II permite fortalecer capacidades técnicas y económicas desde una mirada respetuosa de la identidad cultural, impulsando espacios de formación que nacen desde la comunidad y responden a sus propias necesidades. Los talleres combinan oficios con reflexión colectiva y acción concreta: construcción de herramientas, mejora de condiciones de vida, autonomía económica.
Jairo Palma, uno de los referentes locales, acompaña estos procesos junto a un grupo de mujeres de la comunidad que no solo aprendieron a construir un horno comunitario, sino que hoy lo gestionan de forma autónoma, transformando ese conocimiento en una posibilidad concreta de ingresos y colaboración mutua.
“Acá la gente quiere trabajar. Solo necesita que haya con qué.”
Sus palabras expresan una realidad profunda: la falta de oportunidades no es sinónimo de falta de capacidad. Lo que hace la diferencia es el acceso a herramientas, el acompañamiento sostenido y el respeto por la cultura de quienes habitan el territorio.
Palpalá: oficios que fortalecen autoestima y comunidad
En Palpalá (Jujuy), los cursos de formación profesional no solo ofrecen herramientas para el trabajo, sino que también generan vínculos, fortalecen la autoestima y promueven el protagonismo comunitario.
Rufina Nieto, coordinadora del CFP N.º 1, destaca el efecto transformador de estas experiencias: “La mayoría de quienes vienen no creían que podían. Pero en los talleres descubren que sí pueden, y que no están solas.” En alianza con instituciones locales, hemos desarrollado cursos de electricidad, cocina, gastronomía, panadería, energía solar y compostaje, muchos de ellos con enfoque en sostenibilidad ambiental.
San Miguel: estudiar, emprender, transformar
En el barrio Santa Brígida, al noroeste del conurbano bonaerense, está presente el CENS 451, una escuela para personas adultas que además promueve la autonomía económica a través del Club de Emprendimiento. En este espacio, estudiantes como Graciela no solo retoman su formación formal, sino que también desarrollan sus propios proyectos laborales.
“Pensé que no iba a poder. Me daba miedo fracasar. Pero hoy no falto nunca al colegio. Encontré mi lugar.”
Junto a ella, estudiantes como David —que lleva adelante un emprendimiento de sublimados— y Luis Antonio —que vende comidas en ferias— son parte de esta red que acompaña y potencia.
Salta capital: aprender con propósito
Con más de 1.400 estudiantes, la experiencia de Fe y Alegría en Salta capital combina formación académica, emprendimientos y acompañamiento emocional. Sofía, por ejemplo, fabrica pastas para vender y sostiene que el acompañamiento de las formadoras fue clave para animarse: “Nos enseñaron mucho más que una técnica. Nos ayudaron a creer en nosotras.”
Para el equipo docente, como Noemí Romero o Sergio, el trabajo se basa en ver a cada persona como protagonista: “Trabajamos con jóvenes y adultos, personas que muchas veces han sido excluidas del sistema. Acá encuentran un lugar donde volver a empezar.”
Embarcación: una escuela pública y gratuita que transforma
En Embarcación, al norte de Salta, Fe y Alegría gestiona desde hace 23 años una escuela pública y gratuita que acompaña a personas en situación de alta vulnerabilidad. Aquí, el proyecto educativo se complementa con formación técnica, apoyo emocional, alfabetización digital y asesoramiento para un trabajo digno.
César, Elías, Denis y Fernanda son solo algunas de las personas que participan activamente en los cursos. Muchos de ellos han logrado crear emprendimientos familiares, consolidar ingresos o animarse a retomar estudios formales después de años alejados de las aulas.
Más allá del aula: una propuesta educativa que transforma
El trabajo en cada uno de estos territorios demuestra que la educación no es solo una cuestión de contenidos: es también afecto, vínculo, comunidad. En palabras de una de las educadoras:
“Cada persona que participa no es un número: es parte de Fe y Alegría.”
Esa pertenencia es clave. Las escuelas y centros educativos que forman parte del programa son mucho más que espacios de capacitación: son lugares donde las personas se sienten vistas, escuchadas, valoradas. Donde se abren caminos, se reconstruyen proyectos de vida y se tejen redes de apoyo mutuo.
Una apuesta regional con impacto global
El programa Hacia un Mundo Digital y Sostenible II es una iniciativa regional que llevamos a cabo desde Entreculturas junto a Fe y Alegría en América Latina y el Caribe y el sector social jesuita en España, con el apoyo de Accenture. Desde 2022, hemos acompañado a más de 137.000 personas en 19 países a través de formación en competencias digitales, empleabilidad y sostenibilidad.
En esta nueva fase, el programa se implementa desde 2024 en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú, Venezuela y España, con tres pilares clave: formación para la empleabilidad, inserción laboral con enfoque en trabajos verdes y educación en sostenibilidad socioambiental.
Esta alianza permite combinar el expertise tecnológico y de mercado laboral de Accenture con las metodologías educativas de las organizaciones jesuitas, promoviendo procesos de transformación reales y sostenibles.
Porque cuando la educación es inclusiva, adaptada al territorio y centrada en las personas, no solo forma: acompaña, sostiene y multiplica futuro.




