Paul-Fils Belotte, jesuita haitiano, fue nombrado Director de Fe y Alegría en agosto de 2020, en un momento en el que la realidad de Haití estaba marcada por la pandemia y una situación social, política y económica convulsa. A esto se sumaría, un año más tarde (el pasado mes de agosto) un terremoto de 7.2 grados y una tormenta tropical que puso en valor el espíritu de lucha y fuerza de la población haitiana.
Paul-Fils ha visitado recientemente las delegaciones de Entreculturas en Vigo, Córdoba, Málaga y Valencia para acercarnos a la realidad de un país complejo pero con gran capacidad de lucha y resiliencia. Entre visita y visita hemos tenido la oportunidad de entrevistarlo. Estas han sido sus palabras.
¿Cómo afectó la pandemia a las escuelas Fe y Alegría y a la comunidad educativa?
Desde marzo hasta junio de 2020 no hubo escuela. En un país como Haití, y sobre todo en las zonas muy alejadas de la capital, el acceso a internet es muy limitado, así que fue muy complicado seguir con las clases y hacer un seguimiento del alumnado a distancia.
La vuelta a las aulas fue en octubre y noviembre del año pasado, en algunas zonas incluso antes. Cuando me incorporé en agosto como Director de Fe y Alegría se habían tomado medidas para que todas esas escuelas tuvieran el acceso a jabón, cloro para el lavado de manos y también mascarillas. Gracias al nuevo proyecto de emergencia Covid se pudo comprar el material necesario.
A un año y pocos meses de la pandemia, llega un nuevo terremoto en Haití, ¿cuál es la situación actual del país y en qué está trabajando Fe y Alegría?
Haití está realmente abatido por dos terremotos seguidos, y el otro que pasó en 2014. Desde agosto ha puesto más fuego en la situación social, política y económica de Haití.
Visité el sur del país y, aunque no tengo cifras reales, puedo contar lo que vi: he visto ciudades que fueron por lo menos al 90% destruidas por completo. He visto camiones transportando restos de las viviendas y las carreteras.
Realmente hoy en día la gente está atravesando una situación muy difícil porque les falta agua, les falta comida, les falta carpas, les falta coberturas, medicamentos, les falta casi todo… Y, de repente, dos días después del terremoto pasó un huracán. Imagina a la gente sin viviendas mientras la lluvia está cayendo. Fue una situación realmente muy difícil para muchas familias que se quedaron sin casa después del terremoto.
La comunidad educativa de Fe y Alegría se vio afectada, el profesorado, los padres y madres fueron afectados porque algunos se quedaron sin viviendas. Desde Fe y Alegría acompañamos a algunas familias sobre todo para ofrecerles agua y comida, alimentación y medicamentos, y también a largo plazo ver cómo construir algunas.
¿Puede hablarnos del contexto actual a nivel social y político de Haití? ¿Qué sueños tiene el pueblo haitiano?
Soñamos en tener políticos/as responsables. Hemos llegado a este nivel porque todos los políticos haitianos han sido irresponsables y por eso cuando pasa un terremoto hay tantos daños.
Necesitamos políticos conscientes de la realidad haitiana para que podamos dar un paso adelante, porque si no, no vamos a salir de esta situación de oscuridad en la que estamos desde hace muchos años.
A pesar de todas estas dificultades, ¿podrías rescatar alguna experiencia positiva reciente del trabajo de Fe y Alegría en Haití?
La campaña global La LUZ de las NIÑAS es una iniciativa que, a través de la orientación psicológica, está aportando muchísimo, tanto en la escuela de Canaán, en Puerto Príncipe, como en el sudeste del país. El proyecto está aportando mucho a esas tres comunidades educativas.
A mí me gustaría extender el proyecto a nivel de la red nacional porque ayuda a las niñas a nivel psicológico. Haití es un país con un porcentaje de traumatización muy alto por lo que el proyecto está aportando mucho.
Las niñas llegan a la escuela y explican las situaciones que están viviendo en sus casas. Lo que está haciendo el proyecto La LUZ de las NIÑAS es acompañarlas. Los psicólogos y psicólogas están haciendo un trabajo muy interesante ayudando a la niña a retomar conciencia, a no dejar fuera sus estudios y acompañarlas para que sigan estudiando.