Mi nombre es Lucero y soy miembro de la entidad Movilidad Humana, participante en la Red Solidaria de Jóvenes en Galicia. Fui como educadora y acompañé al grupo donde pude disfrutar de este viaje. Era consciente de que todo serían aprendizajes, esos que se quedan en el alma y te transforman. Tenía miedo a no entender el fin de este viaje, pero sobre todo mucha gratitud y esperanza de estar en el Abya Yala y poder recargar fuerza, valentía, lucha y amor porque eso es lo que define a cada educador, de cada centro de Fe y Alegría, así como cada Técnico en la Oficina Nacional de Guatemala.
He entendido que el sueño de aquel sacerdote por hacer una educación transformadora tenía sentido y se puede ver, oír y sentir en los Centros de Fe y Alegría Guatemala. La construcción colectiva que es como se transforman los pueblos, ser conscientes de la situación del país es muy importante, y sobre todo tener claro la importancia de la solución para ellas y ellos a través de la formación, porque son parte del futuro.
La fuerza de construir algo nuevo sin olvidar las raíces fue lo que aprendí en uno de los colegios, entendí que un pueblo sin raíces no puede construir un futuro. También fui testigo de cambio en las jóvenes que fueron,, y eso me llenaba de alegría y de esperanza, pero me retumbaba la pregunta de, “y cuando volvamos, ¿qué?” : el compromiso de seguir haciendo camino y entretejiendo todo lo que nuestros jóvenes aquí necesiten para no olvidar y compartir.
Yupaichany dicen en mi tierra, por esta gran experiencia, espero tatuar en mi alma, mente y corazón cada lugar, cada mirada, cada lucha y cada sonrisa generosa. “Hasta que la dignidad se haga costumbre”.