El sistema educativo ha sido uno de los sectores más afectados por la pandemia de la COVID-19. Durante el pasado mes de marzo, un total de 193 países de todo el mundo decidieron cerrar sus escuelas, interrumpiendo la escolarización de más de 1.598 millones de estudiantes (el 91,3% de la población estudiantil mundial). Aunque han pasado casi diez meses desde el inicio de la pandemia, a día de hoy, como apunta la UNESCO, más de 250 millones de estudiantes (el 14,5% del total de la comunidad estudiantil) siguen sin ir al colegio de forma presencial en 23 países.
Frente a esta situación de crisis global, el proceso de adaptación al nuevo formato educativo online ha supuesto un desafío tanto para el alumnado, como para el personal docente y administrativo de los centros. Con los colegios cerrados, la brecha digital se ha evidenciado más que nunca, convirtiéndose en un obstáculo para el acceso a la educación y en un indicador de desigualdad.
[video:https://www.youtube.com/watch?v=obsQ0Vw546k]La enseñanza online, en circunstancias adecuadas, puede ser una buena vía de aprendizaje, porque ayuda a la diversificación y favorece la comunicación y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, sigue existiendo un alto porcentaje de personas en el mundo que no tiene acceso a Internet o a las nuevas tecnologías. Según los datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en 2018, el 83,2% de los hogares en los países desarrollados poseía un ordenador, frente a un 36,3% en los países en desarrollo. En relación al acceso de Internet, se estima que, aunque más de la mitad de la población del mundo (el 57%) tiene conexión a la red, existe una gran desigualdad según la región. Por ejemplo, en Europa, Internet llega al 79,6% de la población, mientras que en América esta cifra desciende al 65,9%; en Asia y Pacífico al 43,9%; y en África es apenas un 21,8%. Como dato positivo cabe destacar que el el 67% de la población del planeta utiliza un smartphone, lo que permite cierto acceso a Internet.
Estos datos globales muestran una limitación evidente que afecta no solamente al acceso tecnológico del alumnado, sino que también implica al profesorado y a las propias instituciones. Todo ello aleja a las sociedades del objetivo de alcanzar una educación inclusiva, equitativa y de calidad en igualdad de oportunidades para todos y todas.
Llevando la educación donde la señal de Internet no llega
En este contexto excepcional, en el que 23 países permanecen con los colegios cerrados, es fundamental asegurar que la educación llegue a todos los rincones del planeta. Para Entreculturas y nuestras organizaciones socias en terreno ésta ha sido una de las prioridades en nuestra respuesta ante la crisis derivada de la COVID-19, y ello nos ha retado a buscar fórmulas alternativas y creativas para llegar al alumnado con acceso limitado a Internet o directamente sin conexión.
En países como Ecuador, Malaui, Paraguay o Bolivia, hemos elaborado y repartido material didáctico en papel y archivos de audio con explicaciones y ejercicios para que el alumnado pueda seguir las clases a su ritmo usando los recursos a su alcance.
En R. D. del Congo, la radio ha sido el medio principal para llevar la educación a los lugares más remotos, ya que el 80% de la población tiene una radio a su disposición. En Venezuela, la emisora de Fe y Alegría (IRFA) ha transmitido programas educativos dirigidos tanto a educación infantil como a personas jóvenes y adultas, acompañando las clases con cuadernillos con los contenidos del programa.
Por su parte, las aplicaciones de mensajería instantánea se han convertido en plataformas educativas, ya que el hecho de poder consultarse a través del móvil las convierte en más accesibles. En Líbano, por ejemplo, el profesorado ha grabado las clases en píldoras de vídeo de pocos minutos para enviarlas a través de whatsapp.
Estas líneas de trabajo nos están permitiendo hacer frente a la brecha digital y que miles de niños, niñas y jóvenes puedan seguir estudiando a pesar del cierre de escuelas.
[video:https://www.youtube.com/watch?v=qPLuI52WgGE]El temor al abandono escolar
En este curso la vuelta al cole se está realizando al ritmo de las circunstancias de cada país y según los datos de contagios por COVID. Pero, estén o no los colegios abiertos, la educación no puede ni debería parar. Y es que, tal y como alertamos en nuestro informe ‘La vuelta al cole: un reto global a la sombra de la pandemia’, cuanto más tiempo pasa un niño o niña sin ir a la escuela, más riesgo existe de que no regrese.
En este sentido, el desafío es también poder llegar a aquellos colectivos más vulnerables, como son las niñas (las primeras en descolgarse de la educación), la población refugiada o las personas con algún tipo de discapacidad o dificultades de aprendizaje (cuyas tasas de escolarización ya son bajas en situaciones ‘normales’). Es fundamental adaptar el sistema educativo online a las circunstancias propias de estos colectivos para asegurar que no dejamos a nadie atrás.
El abandono escolar es una sombra alargada en estos tiempos de pandemia y para evitarlo, no hay mejor antídoto que la continuidad educativa. Para ello, nuevas y viejas tecnologías son y deben ser nuestras grandes aliadas para garantizar que la educación llegue a todos los rincones del mundo y sea realmente inclusiva.