Entrevistamos a Marius Talos SJ, Director del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) Rumanía desde 2013.
¿Cuál es la situación que se está viviendo en Rumanía ante el estallido de la guerra en Ucrania?
Nos encontramos en una situación que hace dos semanas no nos imaginábamos. Ante esta sorpresa trágica, queremos hacer el máximo esfuerzo para encontrar un mínimo soporte para esos millones de personas desplazadas.
Por su vocación, JRS Rumanía no es una organización de emergencias, de modo que tuvimos que improvisar asistencia de primera necesidad en cuestión de alimentos, ropa, colchones, medicinas… Y, al mismo tiempo, tenemos que asegurar alojamiento y consultoría jurídica para quienes quieren pedir asilo en Rumanía. Hay que tener en cuenta que anualmente la media de solicitudes de asilo es de alrededor de 6.000, mientras que este año hemos tenido 3.200 en dos semanas. Es algo que nunca tuvimos en Rumanía.
También hay que dar oportunidades de transporte seguro tanto dentro del país, como hacia las fronteras con otros países de occidente. Hay que ofrecer un transporte seguro a estas víctimas de la guerra.
¿Qué necesidades tienen las personas que están llegando a la frontera? ¿Cuál es el trabajo que hace JRS?
Hay tres etapas en esta asistencia.
La primera necesidad es acoger a estas personas, que han pasado más de dos días antes de poder atravesar la frontera (Rumanía comparte 650 km de frontera con Ucrania).
Luego hay que encontrar cómo paliar las necesidades de comida y alojamiento.
Estamos en invierno, con temperaturas muy bajas, por debajo de cero, así que también hay una gran necesidad de ropa de abrigo. Luego medicinas, objetos de higiene personal y sanitarios. Hay que asegurar una mínima calefacción para ellos y hay que asistirlos a nivel legal para seguir el viaje, para pedir asilo en el país, cosa que pide menos del 10% de la población que pasa por Rumanía.
Y también es necesario dar asistencia psicológica para la gente que ha vivido traumas inimaginables. Madres con niños y bebés que no podrán encontrar nunca a sus maridos o padres. Hay que asegurarles una asistencia.
Además de personas ucranianas, refugiados de otros países también están huyendo del país y llegando a la frontera.
Sí. Hay que distinguir entre personas refugiadas desde Ucrania y personas refugiadas ucranianas, porque además de los ucranianos, hay también estudiantes procedentes de Asia y África que quieren dejar el país cuanto antes para salvar sus vidas. El tránsito para unos y otros no es el mismo y, a veces, es más difícil asegurar el tránsito de estudiantes de origen africano que tienen que esperar el contacto con sus embajadas para ver cómo resolver el viaje hacia sus países de origen. Hay un problema global, pero con matices diferentes para cada país en esta situación.
En la Casa Arrupe de Bucarest, ¿a qué personas se acogía antes de esta crisis? Ahora también tendréis que acoger a estas víctimas de la guerra en Ucrania.
El Centro Padre Arrupe, fundado en el año 2000 por un padre jesuita belga, ha acogido a miles de personas refugiadas de prácticamente todas las partes del mundo. En los últimos 8 años la mayoría procedía de Oriente Próximo: Siria, África Subsahariana, Marruecos, Túnez, población kurda de cuatro países distintos (Irán, Irak, Siria y Turquía). Pero también hay vietnamitas y gente de Sri Lanka, de Colombia, que completa el cuadro de los refugiados con una nueva realidad para Rumanía: la realidad de los migrantes económicos. Gente que no deja sus países de origen por motivos como la guerra, el hambre o calamidades naturales, sino por falta de recursos vitales.
Aquí ofrecemos acogida a gente que está en espera de una respuesta por parte del Estado rumano y vive una semanas, unos meses o un par de años en régimen de transición. Además de una acogida humanitaria, que es una alternativa a la detención en territorio rumano, ofrecemos asesoramiento jurídico, social y abrimos nuestro espacio para asociaciones culturales. Ofrecemos un lugar de convivencia a nivel social y cultural y cursos y talleres de formación en internet, rumano e inglés.
¿Cómo esperan que evolucione esta crisis ucraniana? ¿Esperan la llegada de muchas más personas refugiadas a Rumanía?
Hay esperanza contra cualquier desesperanza. Estamos muy desanimados ante lo que oímos de la gente que llega desde Odesa y del sur de Ucrania. Pero, a pesar de este desánimo, esperamos que el conflicto no llegue a una guerra nuclear. Y esperamos poder ver un final a esta crisis humanitaria que alcanza a millones de personas.
¿Qué le dirías, qué pedirías a quienes nos leen desde España?
Que con sus ayudas se han hecho presentes en una frontera que ni siquiera podían ver hasta ahora. Me parece que una Europa en crisis es mucho más pequeña, porque es mucho más solidaria. Agradezco de corazón esa generosidad que nos descubre hermanos aún sin conocernos. Seguimos adelante. Gracias España.