Conocí Entreculturas siendo yo mismo voluntario del programa de voluntariado internacional VOLPA en 1992. Unos años después nació Entreculturas en Zaragoza y empecé a colaborar en la formación de personas que querían hacer voluntariado internacional. Me ofrecí como formador porque quería facilitar a otra gente la experiencia del “encuentro con otros” que yo había tenido. ¡Y aquí llevo ya casi 15 años!
Me gusta esta labor porque me permite revivir la experiencia que yo tuve. Me encanta ver cómo VOLPA hace cambiar y evolucionar a las personas. Y, por supuesto, también me gusta el equipo que hemos formado en Zaragoza: Javier, Marga y yo nos llevamos muy bien, confiamos mutuamente y nos complementamos… Disfruto contactando con los VOLPA de años pasados y sabiendo qué ha sido de sus vidas, en qué andan, cada uno a su manera implicados en el cambio y la mejora de esta sociedad. Me encantan los testimonios de personas post voluntarias, los sábados después de cenar en los encuentros de Galapagar, en penumbra, rodeadas de ojos y oídos atentos, en silencio…
Ser formador VOLPA es algo que me aporta muchísimo. Me obliga a revisarme y a ser consecuente con lo que acompaño. Cuando las personas están en terreno participo un poquito de su experiencia y ese proceso me confronta con lo que soy, mis opciones y decisiones. También me aporta mucha formación sobre dinámicas de participación, conocimiento personal y emocional que aplico incluso en mi trabajo como arquitecto y urbanista. A veces me preguntan: «Eso, ¿dónde lo has aprendido?» y yo, aunque a lo mejor no lo diga, pienso: «pues ha sido en Entreculturas».
VOLPA es algo que te cambia la vida. Porque estar dos años en contacto con la pobreza y la exclusión, persona a persona, día a día y gota a gota se te mete hasta el tuétano, cala como la lluvia fina y te cambia para siempre. Y hacerlo inmerso en organizaciones locales que acompañan, reflexionan, denuncian y cambian, todo a la vez, enriquece la perspectiva colectiva y asociativa que es clave para transformar la realidad. VOLPA son las personas con las que nos encontramos y también las organizaciones con las que nos implicamos.