‘Nací en Guinea. Tengo 16 años e intenté saltar la valla de Melilla en 2019. Fui devuelto sumariamente por la Guardia Civil. No me pidieron identificación, nadie me atendió cuando dije que era menor de edad, no me prestaron asistencia letrada ni intérprete, no atendieron las fracturas que tenía en los pies tras caerme de la valla, ni curaron las heridas ocasionadas por las piedras que me lanzaron las fuerzas militares auxiliares marroquíes.”
La historia de vida de Mamadou lamentablemente se repite en muchas fronteras del mundo. Ante las autoridades gubernamentales, la infancia y la adolescencia migrante no acompañada es antes considerada como inmigrante irregular que como niños y niñas que necesitan de cuidados y acogida, cuyos derechos deben estar especialmente protegidos.
“Mis padres no tienen estudios, quiero entrar a Europa para estudiar y jugar al fútbol”, cuenta Mamadou, un adolescente que atravesó un desierto, naufragó tres días y atravesó Malí, Argelia y Marruecos. Cuando trató de saltar la valla, fue devuelto por la Guardia Civil a Marruecos. “Seguiré insistiendo, no voy a desanimarme”, agrega.
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Desde Entreculturas junto con el Servicio Jesuita de Migrantes (SJM) España, SJM México y la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes Mexicanas (REDODEM), en el marco del Día Internacional de las Personas Migrantes, ponemos el foco en la infancia no acompañada y presentamos el informe ‘La desprotección de la infancia no acompañada en frontera: España y México, una misma realidad’. En él, conjuntamente las cuatro organizaciones hemos trabajado durante cerca de dos años para abordar con rigor y profundidad esta temática.
Los niños, niñas y adolescentes no acompañados, a pesar de contar con leyes específicas que les deben proteger, al llegar a los países de destino se encuentran, en muchas ocasiones, un panorama alarmante de desprotección y criminalización. Países como España y México enmarcan, en distinto grado, su respuesta en el control migratorio y no en el enfoque de protección de los derechos de la infancia.
Los Estados están obligados a actuar cuidando siempre el interés superior de la infancia y aplicando el principio de no discriminación: cualquier persona que no haya cumplido los dieciocho años, sea quien sea y provenga de donde provenga ha de ser atendida en función de estos principios. Algo que no siempre se cumple. Se estigmatiza a todo el colectivo a partir de las conductas negativas de algunos de sus miembros, siendo utilizados como combustible para su criminalización, alimentando campañas de odio que buscan establecer tal sensación de amenaza e “invasión” en la población. Además, a diferencia de lo que defienden las narrativas políticas y comunicativas en Occidente, el 73% de las personas que están en proceso o cuentan con el estatus de refugiada, están acogidas por naciones vecinas a su país de origen. El 86% están acogidas por países del Sur Global.
La estimación mundial más reciente de niños, niñas y adolescentes migrantes situaba en torno a los 31 millones, siendo la migración regular el modo de movilidad más común. En cuanto a los que no estaban acompañados/as, 300.000 fueron registrados mientras cruzaban las fronteras de 80 países entre 2015 y 2016. Tan solo el 3% de las solicitudes de asilo internacional en la última década eran de niños, niñas y adolescentes no acompañados.
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Dos Fronteras: México y España
Las políticas migratorias de España, en el marco de las de la UE, y las de México carecen de un sólido enfoque de infancia y de género que aborde de forma integral las duras condiciones a las que se enfrentan los niños, las niñas y los adolescentes migrantes no acompañados durante el tránsito, la frontera y la llegada al país de destino.
En los últimos años la presencia de la infancia migrante no acompañada en la ruta mexicana ha aumentado, alcanzando en 2019 el nivel más alto de detenciones en la frontera estadounidense. En México, durante 2017 y 2018 REDODEM observó que 46% y 57% del total de las personas que fueron registradas en la frontera, fueron niños, niñas y adolescentes que viajaron de manera no acompañada.
En el caso de España, en los dos últimos años cuatro de cada cinco niños, niñas o adolescentes registrados por las autoridades migraban solos en el momento del registro. En cuanto a los tutelados por el Estado, los niños, niñas y adolescentes migrantes acompañados representan un pequeño porcentaje, ya que en 2020 no llegaba ni a uno de cada cinco del conjunto de los niños, niñas y adolescentes cuya tutela era ostentada por las Comunidades Autónomas.
“Esta población tiene otro tipo de necesidades. Los niños y niñas a cada rato quieren estar jugando, necesitan el patio para desarrollarse. Los adolescentes necesitan información sobre enfermedades de transmisión sexual. La dieta tendría que ser especial porque están en crecimiento. Hay niños que vienen violentados en el camino y necesitan de psicólogos. Niños pequeños enfermos requieren de pediatras”, afirma una de las trabajadoras de uno de los albergues de personas migrantes adscritos a la REDODEM en México. Violencia, abuso sexual, hambre, explotación: son muchas las dificultades y las violaciones de los Derechos Humanos a las que se enfrentan estos niños, niñas y adolescentes en el camino. Es esencial ofrecerles apoyo: alimentación, alojamiento, higiene, comunicación con familiares, atención médica y jurídica.
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Uno de los derechos que se ve vulnerado es el derecho a la educación, teniendo éste un efecto palanca en la consecución del resto de los derechos. Esta capacidad es aún más clara cuando la migración conduce al incremento de las oportunidades de las personas migrantes provenientes de regiones con mayores necesidades. La interacción entre educación y migración es bidireccional y afecta a personas que migran, a la comunidad de acogida y a la de tránsito. Según las cifras de ACNUR, se estima que cerca de cuatro millones de niños, niñas y adolescentes refugiados de entre 5 y 17 años no iban a la escuela en 2017.
Las privaciones que la mayoría han vivido durante su vida también impactan negativamente en su desarrollo físico y psicológico, lo cual se manifiesta, por ejemplo, en menos habilidades y capacidades para aprender algún oficio o los contenidos escolares de los niveles educativos en que deben estar de acuerdo con su edad.
Uno de los médicos psiquiatras en un albergue para personas migrantes en Ciudad de México comenta que “la mayor dificultad es que no tienen un nivel cognitivo de acuerdo con su edad. Por ejemplo, cuando se les entrevista y pregunta por su nivel de escolaridad te responden que primero o segundo de secundaria. Pero cuando se les pone a escribir, leer o hacer algunas pruebas de aritmética básica, muchos no saben hacerlo. Entonces no es cierto que están en esos niveles y no porque tengan una discapacidad intelectual sino por la privación de estímulos que permiten el desarrollo cognitivo. Mientras que hay quienes mienten por cuestiones de autoestima porque no han tenido apoyo familiar suficiente”.
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Desde Entreculturas, seguimos trabajando en red para que en los países de destino y tránsito se despolitice la acogida de niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados, exigiendo a los Estados que cumplan con su obligación jurídica de proteger y acoger para garantizar migraciones seguras y regulares. No se trata de un acto de solidaridad o caridad, sino de una obligación. Que las políticas migratorias tengan en el foco a la infancia y el género sin discriminación. Que los niños, niñas y adolescentes no sean tratados como personas adultas. Que ninguno de estos niños y niñas tengan que separarse de su familia, que no pierdan el derecho a la educación que les permita seguir construyendo un presente y un futuro mejor.
En los siguientes enlaces puedes acceder al informe completo y a la rueda de prensa.