“El salario no sostiene a ninguna familia. Si comes, no te vistes; si te vistes, no comes”, Brenda Herrera resume con estas palabras el motivo principal por el que tuvo que dejar Venezuela en busca de una vida mejor. Ella es una de los 4 millones de venezolanos y venezolanas que se han marchado del país debido a la difícil situación que atraviesa y es una de los 100.000 compatriotas que residen en Boa Vista (Brasil). Hoy, Día de las Personas Migrantes, ponemos la mirada en esta ciudad, capital de Roraima, un estado fronterizo donde 1 de cada 5 habitantes es de origen venezolano.
El desplazamiento forzoso se vive con dolor. En la mayoría de los casos, el proyecto migratorio tiene como finalidad conseguir un trabajo para sostener a la familia que queda en el país de origen y ello conlleva una separación dolorosa con los seres queridos. Es el caso de Yrian, madre de cinco hijos, que llegó al centro de acogida Dom Luciano de Fe y Alegría en Sao Paulo donde recibe apoyo para salir adelante. Reconoce que se marchó a Brasil forzada por la situación: “no encontraba trabajo y eso me obligó – sí, esa es la palabra-. Porque nunca quise dejar a mis hijos solos”.
[video:https://youtu.be/CRa11gDmW3E]La vida en el lugar de acogida no es fácil. En Boa Vista, las personas migrantes y refugiadas viven en contexto de gran vulnerabilidad, una situación que se ha intensificado en los últimos meses a consecuencia de la crisis de la COVID. Muchas de ellas viven en asentamientos superpoblados donde no cuentan con los servicios básicos (como agua corriente o electricidad), el precario sistema de salud de Roraima dificulta la respuesta ante una situación de pandemia como la actual y la asistencia a la población migrante y refugiada se ha visto reducida. Todo ello ha supuesto un empeoramiento de la crisis humanitaria en los últimos meses.
Precisamente para reducir la vulnerabilidad y fortalecer la capacidad de resiliencia, el centro social de Fe y Alegría en Boa Vista, junto al que trabajamos, está desarrollando diferentes proyectos de acogida y asistencia dirigidos a la población migrante y refugiada venezolana.
Ayuda humanitaria en contexto de pandemia
Junto a Fe y Alegría Brasil hemos puesto en marcha proyectos de ayuda humanitaria, a través de los cuales ya hemos atendido a 340 familias en situación de alta vulnerabilidad social. Un total de 1.460 personas (un 50% de ellas menores de 18 años) han recibido asistencia y acompañamiento en estos momentos tan difíciles, rescatando la dignidad en un momento de gran fragilidad emocional y financiera.
«Estoy agradecida por el proyecto social, me ayudó mucho a mí y a mi familia. Ya que mi esposo por la pandemia quedó sin trabajo, la donación fue muy útil, estoy muy agradecida«, cuenta Gabriela Olivares, de 26 años, una de las personas atendidas por Fe y Alegría en Boa Vista.
Hemos distribuido tarjetas para la compra de alimentos, kits de higiene y protección (EPI), bombonas de gas, y apoyo financiero para pagar el alquiler de la vivienda (alquiler social). Y también hemos repartido kits materno-infantiles para las familias en las que había alguna mujer embarazada o que acabara de dar a luz.
Nuestro objetivo es sentar las bases para un nuevo comienzo en el Brasil, facilitando la integración de las personas migrantes y refugiadas en la sociedad de acogida. Porque todas las personas merecen poder realizar sus proyectos vitales, sea cerca o lejos de su lugar de origen, hasta que la migración sea un viaje voluntario y no una salida forzosa.