“Antes ni siquiera sabía mi número de teléfono, ni siquiera sabía cómo se escribía el número cero”, nos cuenta Saidah, una de las mujeres que asiste a las clases de alfabetización en el campo de personas refugiadas de Melkadida, en Etiopía. Ella es una de las 800 mujeres que participa en el proyecto de alfabetización que hemos puesto en marcha junto con nuestra organización socia, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS).
Con este proyecto, apoyado por Allen&Overy, las mujeres aprenden a leer, escribir y hacer operaciones de cálculo para que puedan ser autosuficientes en su día a día y mejoren su situación económica.
Etiopía es, por detrás de Uganda, el país africano que acoge un mayor número de población refugiada -más de 900.000 personas-, la mayoría de ellas provenientes de países limítrofes como Eritrea, Sudán o Sudán del Sur. La vida en los campos es dura: cuentan con acceso limitado a los servicios básicos (como la educación, salud, alimentación, agua o energía) y no pueden trabajar de manera formal, por lo que la mayoría de personas sobrevive gracias a la ayuda humanitaria.
Dentro de la población refugiada en Etiopía, la población somalí constituye el grupo más numeroso: un 28,6% del total. De ellas, más de 214.000 personas viven en los campos de Dollo Ado, en el sur del país, una zona aislada, rural y empobrecida a tres días en coche de la capital, Addis Abeba. Esta área cuenta con las tasas de analfabetismo más altas del país, una condición que afecta principalmente a las mujeres: más del 60%.
A través del programa de alfabetización las mujeres no solo aprenden a leer y a escribir, sino que experimentan un cambio radical en la percepción de la vida. Al acceder al lenguaje escrito, tienen acceso a un nuevo mundo del que hasta entonces quedaban excluidas y les abre la puerta a continuar con su educación.
“Ahora mis compañeras de clase están abriendo tiendas y montando sus propios negocios, ahora nosotras podemos escribir y leer y hacer cálculos”, asegura Saidah. En los campos son muchas las mujeres que trabajan en pequeños negocios informales asumiendo el 100% de la carga familiar. Los cursos de alfabetización les brindan la oportunidad de mejorar directamente su situación económica, y, de esta manera, mejorar las condiciones y la calidad de vida de sus hijos e hijas.
“Entendemos la importancia de la educación, ahora entendemos que la educación es un derecho también, cómo coger un bolígrafo y un libro. Ahora estamos luchando por nuestros derechos. JRS nos abrió los ojos y nos sentimos en el lugar correcto. JRS cambió nuestras vidas”, sentencia Saidah.