Si queremos construir una ciudadanía global comprometida con la igualdad de género, necesitamos ponerla en el centro de la escuela, cuestionando la naturaleza misma de las relaciones de género y favoreciendo procesos de cambio personal y culturas escolares inclusivas.
Coeducar significa que todas las personas sean formadas por igual en un sistema de valores, de comportamientos, de normas y expectativas que no esté jerarquizado en función del sexo. Agudiza la mirada para que este proceso educativo no se encuentre obstaculizado por cuestiones de género, contribuyendo así a que cada persona desarrolle plena y libremente sus valores, potencialidades, preferencias y expectativas vitales, y así, construir sociedades en las que hombres y mujeres compartan responsabilidades, derechos y oportunidades en igualdad.
A no ser que haya una política deliberada, las escuelas y los sistemas educativos reproducen, sin cuestionamiento, los estereotipos de género y las actitudes discriminatorias que están en la base de la desigualdad y la violencia hacia las niñas.
Para educar en y hacia la igualdad, la escuela debe dejar de ser el espacio mimético de transmisión de los valores sociales dominantes y convertirse, en cambio, en agente de transformación social. Adoptar un modelo de educación en igualdad es un proceso gradual que demanda, en primer lugar, promover la reflexión y toma de conciencia sobre cómo, en cada contexto, se definen las identidades de género –y cómo estas se cruzan, a menudo, con otras desigualdades– y se perpetúan los estereotipos y la discriminación en las políticas y prácticas dentro de las escuelas y cómo estas creencias y comportamientos generadores de desigualdad y violencia son aprendidos y, por tanto, pueden ser transformados.
Las evidencias señalan que, para que este proceso de transformación educativa sea efectivo, requiere una amalgama de políticas y acciones ajustadas a cada contexto, entre otras: la adaptación de la gestión y organización escolar – horarios, espacios; de las prácticas pedagógicas –de enseñanza-aprendizaje– que favorezcan la participación y la autonomía de las niñas; el currículo y materiales de aprendizaje libres de prejuicios sexistas, que visibilicen el aporte de las mujeres en la cultura y en los procesos históricos de cada contexto, así como que aborden cuestiones como la igualdad, la diversidad, la educación afectivo-sexual y, también, acoger a las niñas casadas y a las madres jóvenes en las aulas, proporcionándoles el apoyo necesario, ya sea de cuidado infantil, o tutorías personales.
En la coeducación están implicados muchos agentes (familias, docentes y otros) y no puede ser un aspecto que se limite a un momento puntual. Asumirlo como proyecto educativo de centro y tener en cuenta sus objetivos en la organización, planificación, metodología, etc. aporta el marco integral de actuación. Las escuelas deben establecer como un eje transversal dentro del proyecto educativo la educación para la paz y la promoción de la no violencia.
Implica que pongamos a disposición de niñas y niños aquellos valores, actitudes y comportamientos que son positivos para cada uno y cada una, independientemente de su sexo. La coeducación pone el foco en las diferencias de género, pero fracasaría si se quedara solo ahí sin tomar en cuenta la relación con otras variables. Descansa sobre una concepción integral y holística de la educación y de la persona, y ha de estar abierta a sus distintas dimensiones para impulsar el desarrollo en libertad y en plenitud.
En Entreculturas, entendemos la coeducación como un enfoque educativo centrado en la persona y orientado a la transformación social hacia una mayor equidad entre niños y niñas. Parte de la centralidad de la persona, desde el reconocimiento de sus propias posibilidades, diferencias y potencialidades específicas que redunden en su propio desarrollo y para el compromiso con el bien común. La perspectiva de género en educación nos aporta un enfoque de inclusión y, sumada a la perspectiva intercultural, nos ayuda a enfocar nuestra acción educativa de manera más centrada en la persona concreta que está en el aula o en el grupo, y que es niña, niño, de una u otra cultura, con unas características específicas.
Por tanto, la coeducación…
— Parte de que con la educación siempre transmitimos, intencionadamente o no, valores relacionados con la identidad de género y las relaciones entre hombres y mujeres.
— Identifica las desigualdades y discriminaciones fundamentadas en el género.
— Apuesta por la transformación social y elimina estas desigualdades en el contexto educativo.
— Busca el desarrollo integral de cada niño y de cada niña, fomentando al máximo sus capacidades, independientemente de los roles de género.
— Pone el foco en las relaciones establecidas entre personas de diferente sexo, fomentando la equidad, la cooperación y la corresponsabilidad entre ambas.
— Garantiza que las conductas, actitudes y sentimientos adecuados estén disponibles tanto para las chicas como para los chicos.
— Revaloriza los valores tradicionalmente considerados femeninos, sin que ello signifique infravalorar los considerados masculinos, sino integrando lo bueno de ambos.
–Recupera e integra tradiciones y corrientes pedagógicas humanistas e integrales, que enfatizan en una educación inclusiva, intercultural y de calidad.