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Chad: la comunidad se compromete con la educación

© Irene Galera / JRS Chad

Utilizar nuevas herramientas de aprendizaje, como los smartphones y los grupos de WhatsApp, hace que Izzadine se sienta orgulloso. La pandemia no ha podido con el sueño de este estudiante refugiado de 19 años del Lycée (escuela secundaria) del campo de Djabal, donde trabaja nuestra organización socia, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) Chad: quiere seguir formándose para trabajar en la administración.

Con la llegada de la COVID-19 los alumnos y alumnas estaban abatidos, especialmente los que se preparaban para los exámenes”, así lo recuerda Aicha, miembro de la Asociación de Padres y Madres del Collège (escuela secundaria inferior) del mismo campo.

© Irene Galera / JRS Chad

Además del cierre de las escuelas en Chad decretado en marzo de 2020, que en algunos casos duró hasta tres meses, otro de los retos que hubo que enfrentar fue el abandono escolar. Empujados por la pobreza y la falta de recursos, algunos estudiantes se vieron forzados a trabajar en el campo para ayudar económicamente a sus familias; mientras que las niñas y jóvenes estaban sobrecargadas de tareas domésticas, lo que dificultaba su capacidad para seguir las clases a distancia. 

La comunidad estudiantil en su conjunto se puso en marcha rápidamente para asegurar que los cursos llegarán a todo el mundo, usando tanto WhatsApp como las clases por radio. El profesorado también encontró una fórmula para ayudar al alumnado que no tenía smartphones o radios y los pusieron a trabajar en grupos con alumnos/as que tenían acceso a WhatsApp e incluso se impartieron clases en las casas del profesorado. “Fue la primera vez que vivimos una crisis así, pero conseguimos salir con la cabeza alta”, asegura Izzadine.

Cuando las escuelas volvieron a abrir en junio de 2020, algunos estudiantes habían quedado atrás. Tras la mayor crisis educativa de la historia, no podemos pasar página: muchos niños y niñas corren el peligro de quedarse rezagadas. JRS y la Asociación de Padres y Madres se han unido para sensibilizar sobre la importancia de la educación y de la vuelta a las aulas.

Izzadine es uno de los alumnos que ha vuelto a las clases. Este año además es especial para él, porque se va a presentar al examen BAC (prueba que se hace al final de la etapa de secundaria) por segunda vez, tras intentarlo el curso anterior, marcado por la educación a distancia. “Pensaba que lo había hecho bien, pero mis notas no fueron lo suficientemente buenas. Por lo tanto, este año voy a hacer el examen BAC otra vez”.

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