La escritora y artista chadiana Salma Khalil visitó tres campos de personas refugiadas de su país en noviembre de 2020 en el marco de la campaña La LUZ de las NIÑAS, que realizamos en el país junto a JRS Chad. En sus visitas tuvo la ocasión de conocer a más de 70 niñas y adolescentes desplazadas. De lo vivido y aprendido allí, Salma escribiría e ilustraría el cuento infantil Afaf y el Huevo Dorado. Aún siendo un personaje ficticio, la protagonista, Afaf, refleja la realidad y el pasado de las jóvenes refugiadas.
Uno de los campos que visitó es el de Gaoui, cerca de la capital de Chad, Yamena. La mayoría de sus habitantes proceden de la República Centroafricana (RCA). Habiba es una de sus habitantes. Con 13 años de edad, lleva siete años viviendo en Gaoui junto a su madre Zenab, su padre y sus cuatro hermanos. Habiba es una de las participantes de los talleres de Salma, cuya historia, entre otras, inspiró Afaf y el Huevo Dorado.
La familia de Habibia antes vivía en Bangui, capital de la RCA, donde su padre trabajaba en la minería y su madre como pastelera. Todo cambió cuando decidieron coger todo lo que tenían y huir del conflicto que se había desatado en la ciudad.
Tras dos kilómetros de ruta, una guerrilla dotada de armas blancas y de fuego los interceptó. La familia empezó a correr para salvar la vida. “No quedó nada, yo hasta perdí mis zapatos y el velo… tampoco tenía teléfono. Tan solo podía llorar, no sabía si mi familia seguía con vida”, narra Zenab, que en aquel momento solo estaba con dos de sus hijos. Una mujer la acogió aquella noche, además de proporcionarle ropa y comida. A la mañana siguiente, toda la familia se juntó en la casa. Lograron obtener protección por parte de la embajada de Chad y se instalaron definitivamente en el campo de personas refugiadas de Gaoui… hasta hoy.
Para Zenab, la vida en Chad no es fácil, pero la prefiere antes que revivir los traumas y los peligros de la RCA. Aún así, querría volver algún día a Bangui y reencontrarse con la mujer que la acogió en su huida: “nunca olvidaré lo que hizo por mí”. En Gaoui, los padres de Habiba tratan de ganarse la vida como vendedores callejeros. Zenab también es costurera.
Cada día, desde las seis de la mañana hasta el mediodía, Zenab prepara los buñuelos. Son un dulce frito muy típico en África central y occidental que se preparan con harina de trigo, aceite, azúcar y una pizca de sal. Tras dejar la masa al sol durante una hora, fríe los buñuelos en una sartén con el fuego de una hoguera.
Después de hacer los buñuelos, prepara los pasteles. Los vecinos de Gaoui acuden a diario a su casa para comprarle los dulces. Habiba ayuda a su madre a cocinar y, cuando no lo venden todo en casa, va con su hermano a la carretera a vender los que quedan. El precio de un puñado de tres buñuelos es de 25 FCFA (4 céntimos de euro). En un día, ganan unos 2.650 FCFA (4 euros).
Zenab concede una gran importancia a la educación de sus hijos. Cuenta con orgullo que su hija Habiba fue la primera de la clase este año y que se le da muy bien el inglés. Le encanta la escuela y su asignatura favorita es Educación Cívica. En el futuro, quiere ser la presidenta de la RCA y servir a los demás.
Habiba leyó Afaf y el Huevo Dorado y habló de su propias experiencias en la presentación oficial del libro en La Maison de la Fremme y el Instituto Francés de Yamena: “es esencial que las niñas leamos libros escritos por mujeres y sobre mujeres; así, no olvidaremos que somos capaces de hacer lo mismo”.