Queremos que las escuelas sean espacios de paz y reconciliación, escuelas seguras que sean el refugio de los millones de niños y niñas que se han visto obligados a dejar sus países huyendo de la violencia y los conflictos. De esas escuelas hablamos en este boletín. De los “coles” del Servicio Jesuita a Refugiados que acogen a la infancia siria refugiada en Líbano, y de las escuelas de Burundi, donde hemos viajado recientemente. Porque la educación debería protegerse en todo tipo de circunstancias, incluso en medio del caos de la guerra y la violencia generalizada.