Por Lenilda de Souza
«En un pueblo muy pequeño y muy bonito en medio de la naturaleza, vivían tres hermanos con sus padres y su abuela materna. Todos los días los tres hermanos iban a la escuela, la única que había en el pueblo, no era muy grande, tampoco habían muchos alumnos. Lo hacían andando porque les encantaban ver, tocar y jugar con los árboles, los pájaros,las flores y los charcos cuando llovía. En el camino hacia la escuela pasaban por una casita pequeña de barro y hojas de palmeras, allí también vivían tres hermanos con sus padres y sus abuelos.
A los hermanos les llamaban la atención porque nunca iban a la escuela y así se iban pasando los días, hasta que un día uno de los hermanos tuvo la idea de hablar con ellos y acercándose a su casa mientras pensaba en lo que iba a decir, cuando llegó estaban los niños jugando en frente de la casa y les dijo: Vamos con nosotros a la Escuela, a lo que contestó uno de los tres: No podemos, no tenemos ropa, ni tampoco material escolar para poder acudir a la escuela. Sin decir nada les dijo adiós y se fue. A sus hermanos les pareció raro su silencio y al mismo tiempo inquietud. Pero no hicieron ninguna pregunta.Lo único que dijo fue: “vamos que llegaremos tarde a la Escuela, al volver a casa, no se pararon frente a aquella casita pequeña que les llamó la atención cuando iban, algo había cambiado, el silencio se lo decía, tenían prisa por llegar a casa.
Uno de los hermanos le preguntó qué habían dicho los niños de la pequeña casa del camino. Les contó lo que le habían dicho y pensaron que sería importante hablar con sus padres para juntos buscar una forma de ayudar para que aquellos niños también pudieran ir a la escuela. Esa misma tarde fueron con sus padres a visitar a sus nuevos amigos y compañeros de clase. Pensaron que podía haber más niños en esa situación. Entonces tuvieron la idea de visitar a los niños que vivían por allí y que no iban a la escuela. En una mochila metieron un cuaderno y un lápiz. Y salieron de puerta en puerta apuntando los nombres y las edades de aquellos niños y niñas que no podían ir a la escuela. Hicieron esa tarea durante un mes. Y descubrieron que muchos niños y niñas pasaban por muchas necesidades. Se unieron con los otros 3 hermanos y formaron un grupo para ir por las casas pidiendo para los que no tenían y así todos podían ir a la escuela.
Con el tiempo, pensaron un nombre para el grupo, les surgían muchos pero se hicieron llamar La Mochila de la ESPERANZA. Era una mochila de mediano tamaño con una flor de tela pegada con colores vivos y llenos de vida. Hay que decir que la primera mochila era de tela hecha a mano y la flor pintada por la abuela materna. Aquella iniciativa fue tan bonita y tan aceptada en el pueblo que muchas personas empezaron a movilizarse para ayudar y seguir con tan gran iniciativa.
Todo el pueblo empezó a movilizarse y a acompañar tan brillante iniciativa de aquellos tres hermanos de 11,12 y 13 años que ya no eran solos los tres más seis. Con el tiempo se dieron cuenta de que hacía falta más escuelas en el pueblo, más profesores y más personas dispuestas a ayudar. La escuela era pequeña y no cabían todos los niños y niñas que no estaban escolarizados y que no podían asistir a las clases por sus condiciones. En un aňo, aquella iniciativa creció y al grupo se unieron todo el pueblo para ayudar y colaborar. Era tan bonito y tan lleno de vida aquel proyecto que empezó con una vista que la noticia fue pasando a los pueblos vecinos de una forma tan abrangente que otros pueblos empezaron a seguir aquel bonito ejemplo.
Un día alguien preguntó a uno de los tres hermanos de qué estaba llena la mochila que siempre la llevaban y sin pensar mucho respondió : va llena de gratitud, generosidad, gentileza, amor, ayuda mutua, colaboración, vida, preocupación, empatía, libertad… muchos sentimientos y emociones pero, especialmente va llena de ESPERANZA de esa esperanza que surge cuando creemos que no hay salida,que nace cuando somos capaces de sentir, ver y ayudarnos para que otros también puedan.
Que la Esperanza sea siempre nuestra compañera de camino y vida.»
*Ilustrado por Teresa Martín.