La paz es un derecho humano del que todas las personas, los grupos y los pueblos somos titulares. Según la UNESCO, ‘todas y todos tenemos derecho a vivir en paz; todas y todos tenemos derecho a una paz justa, sostenible y duradera’.
Ana Paula Hernández, coordinadora del Diálogo Nacional por la Paz en México, afirma que ‘la paz tiene que ir más allá de la ausencia de guerra o ausencia de violencia’. La construcción de una cultura de paz se realiza a diario, a través de una educación de calidad, una vida digna, la resolución de conflictos, el acceso a la salud, etc.
En su visita a Entreculturas, Ana Paula nos habló del origen y objetivo del Diálogo Nacional por la Paz, un movimiento que surgió hace más de 2 años, tras el asesinato de dos jesuitas en la Sierra Tarahumara. Un hecho que unió a la cúpula de la Iglesia en México, el Episcopado, la Compañía de Jesús, con los laicos/as, los religiosos y las religiosas, en una respuesta a cómo resignificar el dolor.
Según el Índice de Paz en México (IEP), ‘a pesar de las mejoras en los últimos cuatro años, México fue sustancialmente menos pacífico en 2023 que en 2015’. Incluso, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), afirmó que ‘México cerró 2023 con 30.523 víctimas de asesinato’.
¿Cómo surge el Diálogo Nacional y con qué objetivo?
Con la intención de resignificar ese dolor, emprendimos un camino que nos ha traído hasta aquí. Inicialmente, escuchamos a 20 mil personas de todo el territorio nacional, quienes nos compartieron cómo estaban sus comunidades y cuáles eran sus preocupaciones centrales. A partir de ahí, construimos un diagnóstico de cómo estamos en términos de paz en México -en las comunidades, familias, escuelas, parroquias y en los colectivos de la sociedad civil- con el fin de trazar un horizonte y una ruta de acción.
¿Cuál es el hilo conductor de la Agenda Nacional?
La Agenda Nacional de Paz se construyó a partir de estos conversatorios en torno a 3 temas centrales: la justicia, la seguridad y la justicia social. Desde la justicia hablar de paz implica dos cosas. Primero, un acceso a la justicia eficiente para cada persona del territorio nacional y, segundo, con toda la violencia que se ha vivido en los últimos 18 años, hablar de paz implicaría un proceso amplio de escucha, de perdón, de verdad y de reconciliación; creo que, si no tenemos eso, no podemos hablar de paz.
Con respecto a la seguridad, hoy en día muchos territorios en México se han vuelto inhabitables, la gente tiene que desplazarse y migrar. Tenemos que volver habitables todos los territorios. Además, con respecto a la seguridad de los niños, niñas, jóvenes y adolescentes, para mí ellos son el termómetro del bienestar de un país; en la medida en que este grupo poblacional pueda imaginar un futuro posible en donde está, vamos a poder hablar de paz, y eso tiene mucho que ver con la justicia.
Por último, el tercer ámbito es el tejido social, cómo articulamos y cómo recuperamos las redes y los lazos que nos permiten saber que no estamos solos y solas.
¿Qué significa hablar de paz a nivel global?
Hablar de paz en el mundo tiene que ver con muchas cosas. Primero, con nuestra capacidad de aprendizaje: necesitamos aprender unos de otros, de las experiencias que se están teniendo en distintas partes del mundo y evitar pensar que lo que estamos viviendo no lo ha vivido o resuelto nadie más.
Lo segundo es articularnos: tener la certeza de no estar solos o solas frente a lo que tenemos delante. Y, lo tercero, es reflexionar sobre qué entendemos por paz. La paz tiene que ir más allá de la ausencia de guerra o ausencia de violencia, que hoy día es muy apremiante en muchos países, incluido México.
Es necesario que pensemos en la paz bajo estas condiciones de bienestar. Bajo la idea de que todos y todas podamos alcanzar nuestros objetivos, al tener un nivel de bienestar posible que nos permita habitar donde habitamos.
