Mary es madre de tres hijos y vive en un campo para personas desplazadas en Tambura, en Sudán del Sur. Llegó allí tras perder a su padre y a su esposo durante un episodio de violencia en 2021. Desde entonces, ha tenido que reconstruir su vida en un entorno atravesado por el conflicto y la incertidumbre.
Como tantas otras mujeres desplazadas, enfrentó enormes dificultades para alimentar a su familia, acceder a atención médica y garantizar una mínima estabilidad. “Volver a casa no era una opción”, cuenta Mary. “El conflicto seguía, y la inseguridad era constante.”
Cuidar también la salud mental
En 2024, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) impulsó un proyecto de salud mental y apoyo psicosocial en la zona. Mary fue una de las mujeres identificadas para participar en este proceso, que incluyó orientación, sesiones de acompañamiento emocional y talleres de habilidades para la vida.
A través de esta iniciativa, Mary recibió una ayuda económica flexible tras haber completado el ciclo de formación y acompañamiento. Esa combinación de herramientas —emocionales, formativas y económicas— le permitió iniciar una pequeña actividad por cuenta propia.
Emprender desde lo aprendido
Mary decidió invertir parte del dinero en alimentos para sus hijos, y destinar el resto a crear un pequeño negocio de venta de productos básicos como arroz y legumbres. Su iniciativa tuvo un impacto inmediato: no solo mejoró la alimentación y el acceso a medicinas de su familia, sino que también pudo pagar la escolarización de sus hijos.
Hoy, ese negocio sigue creciendo y se ha convertido en un referente dentro del campo. Mary acompaña a otras mujeres que quieren emprender, forma a chicas jóvenes en la técnica de tejido de sábanas —una de las formaciones que ella misma recibió— y anima a su comunidad a no rendirse ante la adversidad.
Apoyamos procesos de transformación desde el acompañamiento
Desde Entreculturas apoyamos el trabajo que el JRS realiza en distintos contextos de desplazamiento forzado, como el de Tambura, con un enfoque que combina atención psicosocial, formación y medios de vida. Apostamos por procesos que reconozcan las capacidades de las personas y fortalezcan su autonomía.
La historia de Mary no es una excepción: es una muestra del poder que tienen las redes de acompañamiento, cuando se pone en el centro a las personas desplazadas y se las acompaña desde sus propios tiempos, capacidades y aspiraciones.