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Experiencia Sur en Compañía: de lo imposible a lo improbable

Santiago Vázquez es Coordinador de la Red Solidaria de Jóvenes de la Escuela Virgen de Guadalupe de Badajoz desde el 2013. Este verano, como ha hecho en dos ocasiones anteriores, ha partipado en nuestro programa de voluntariado de corta duración. En esta ocasión ha viajado a Perú como acompañante de profesores de Experiencia Sur en Compañía. A su vuelta, Santiago nos ha relatado su experiencia:

«Los grupos de profes que han vivido estos últimos años Experiencia Sur han sido para mi como la familia, que todos tenemos una. Pero aunque se parezcan, han sido tan personales y tan diferentes como puedan serlo todas las familias que conocemos… 

Cada vez que un grupo de profes pisa Perú por primera vez, observo como los maestros también nos llenamos de miedos y temores. Miedos con los que uno aprende a ir conviviendo…miedos que se apoderan de nuestras inseguridades… Miedo a quedarse atrás. Miedo a no ser lo que soñamos. Miedo a no estar a la altura, o miedo a que no entiendan lo que queremos ser. Dentro del aula, incluso, descubrimos miedos antes desconocidos, como es el miedo a ser culpable de lo que le pase a los demás. El ser docente nos hace experimentar miedos de la propia vida… el miedo a lo que no queremos sentir, el miedo a aquello que no queremos mirar, o el miedo a lo inexplorado… 

Allí, en pleno corazón de los Andes, sentado en los columpios con los pequeños y escuchando sus risas, me percaté de que me encontraba lo más cerca posible de la verdadera felicidad. Y es que la felicidad se aproxima a disfrutar de la vida sin miedos y preocupaciones… como la viven los niños en un parque, o en su rato de recreo…y fue en ese preciso instante, cuando me di cuenta, de que cuando estoy cerca de ellos, en el Sur, es cuando todos mis miedos se diluyen. 

Después de participar tres veces en Experiencia Sur hay dos palabras que no soy capaz de sacar de mi cabeza, imposible, e improbable. La RAE define como imposible a aquello que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder, e improbable, como algo inverosímil, que no se funda en una razón prudente. 

Hasta hace un tiempo, siempre viví la vida dejándome frenar por las aflicciones, las tensiones, y por todo aquello que al final me recordaba…es imposible. Siendo voluntario he aprendido a escoger la improbabilidad antes que la imposibilidad. Lo improbable duele menos, y siempre nos deja un atisbo de esperanza… Que yo acompañase a un grupo de profesores a Perú era improbable, pero sucedió. Que diez personas de Comunidades Autónomas distintas compartiesen una experiencia de voluntariado era improbable, pero sucedió. Que David Fagundo sj encabezase la procesión del Carmen y lo nombrasen párroco del pueblo… era improbable, pero también sucedió. Recorrer escuelas rurales por las montañas, bailar con los niños en cualquier parte, amar a la Pachamama…

El amor, los sentimientos, no se fundan en una razón prudente, y allí, en aquellas aulas, puedes descubrir que no hay amores imposibles, sino amores improbables. Porque todo aquello que consideramos improbable, se convierte por definición… en probable, y lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar. El Sur y sus niños me enseñaron a volar, y el amor recibido me recuerda, que en la vida, mientras exista media posibilidad de que algo suceda… merece la pena intentarlo. 

Que el mundo sea un lugar mejor parece improbable, pero…»

Solo podré volar si sueño
y por mis sueños decido volar.

 

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