En las últimas semanas la India se ve envuelta en una terrible crisis sanitaria. Los nuevos contagios diarios se han incrementado un 350% desde abril y la cifra va en aumento de un día para otro. El escenario es extremadamente preocupante y la amenaza de que la situación empeore es muy real.
Las ONG jesuitas Alboan y Entreculturas, en colaboración con la Red Xavier – red internacional de organizaciones jesuitas para el desarrollo- nos hemos coordinado para apoyar a las comunidades y personas que en este momento están en situación de especial vulnerabilidad: comunidades de áreas rurales, de barrios marginales y población migrante. Esta labor la llevaremos a cabo de la mano de nuestras organizaciones aliadas en los Estados de Gujerat, Tamil Nadu, Delhi, Bihar, Jharkhand, Maharashtra, Andhra Pradesh y Kerala.
En septiembre de 2020, cuando India alcanzaba el pico de la primera ola, el número de nuevos contagios diarios llegó hasta a alrededor de 90.000 personas. En abril de este año el número de nuevos contagios diarios asciende a 350.000 y la cifra no deja de crecer. Durante la comparecencia pública del gobierno el pasado 24 de abril se afirmó que el pico de esta segunda ola podría alcanzarse a mediados de mayo con una cifra de medio millón de personas infectadas cada día. En realidad nadie sabe hasta cuándo podría durar esta situación.
Las cifras e imágenes que llegan desde India son inquietantes pero “no llegan a explicar lo que se siente en medio de esta situación en la que cada día se reciben noticias sobre el fallecimiento de alguien a quien conoces, alguien a quien amas, alguien con quien acabas de hablar hace unos días” como nos cuenta Fernando Franco SJ, director de la oficina de desarrollo jesuita del Estado de Gujerat.
Sistema sanitario desbordado ante la segunda ola de la crisis
Los hospitales no tienen capacidad suficiente para atender a todas las personas afectadas. Hay escasez de camas, de oxígeno y de medicamentos, y la situación es más delicada aún si cabe en las zonas rurales.
Las escuelas y universidades, que habían reabierto sus puertas de manera escalonada y siguiendo estrictas medidas de seguridad hace apenas dos meses, han sido clausuradas temporalmente. Se trata de una situación extrema y llena de dificultades.
Las autoridades piden a la población que limiten sus contactos, mientras en las aldeas muchas personas se acercan hasta nuestras obras e instituciones para pedir un lugar donde quedarse ya que no pueden conseguir una cama en un hospital. En las zonas rurales la situación es de pánico y confusión. Nunca sabremos el número real de personas infectadas, y mucha gente se niega a vacunarse debido a los bulos que circulan.
Los canales de televisión nos muestran imágenes de crematorios con listas de espera interminables. En otras comunidades enormes excavadoras siguen abriendo fosas para dar sepultura a las personas fallecidas. Esta segunda ola recuerda a tragedias como la que vivió Gujerat durante el terremoto de 2001. La diferencia es que el terremoto fue una catástrofe con hora de inicio y de final, mientras que la situación actual nadie sabe hasta cuándo se alargará.
Pero a pesar de todo en las comunidades, parroquias y colegios se continúan tendiendo redes de esperanza intentando atender las necesidades de las familias más desfavorecidas. Una vez más, en medio del caos y la tragedia continuamos encontrando signos de humanidad y solidaridad.
En estos momentos se está atendiendo a cerca de 10.000 personas mediante la distribución de alimentos, entrega de kits de higiene y protección, reparto de material médico, medicamentos y apoyo al personal sanitario local. y campañas de información y sensibilización para prevenir el contagio.