
Para celebrar este aniversario tan especial para Alboan y Entreculturas queremos poner palabras y miradas a estas personas que nos narran sus caminos llenos de enseñanzas y lecciones de vida. Este mes compartimos el testimonio de Miguel Ángel Rodríguez que fue VOLPA en Chile de 2002 a 2003 y posteriormente formador en el equipo de Madrid durante quince años.
Miguel Ángel llevó a cabo su voluntariado en Santiago, en la comuna Cerro Navia. Trabajaba con niños y niñas, jóvenes y personas con discapacidad intelectual en diversos programas socioeducativos y también prestaba atención integral a la comunidad.
Para él su percepción de la experiencia fue evolucionando “unos meses antes de irme a Chile tenía la sensación de cumplir un sueño, pero al mismo tiempo tenía mucha incertidumbre y sensación de pérdida por todo lo que dejaba en España”. Finalmente a su vuelta tenía el sentimiento de haber construido una vida en Chile con la que se sentía muy feliz.
“Una de las claves de mi experiencia fue vivirla con perspectiva de encuentro”. Gracias a la formación tenía muy claro que era así cómo quería vivir su VOLPA, “mi labor no era sólo hacer un trabajo, sino trabajar con otras personas, y cuidarlas”.
Al recordar su experiencia Miguel Ángel también reflexiona sobre el impacto que tuvo en él la pobreza, una pobreza que al principio no le pareció tan terrible como la que había visto en otros países; pero a lo largo de la experiencia esa primera percepción cambió. “Me di cuenta de que hay pobreza de falta de recursos que lleva a no tener garantizada una alimentación adecuada, a no tener acceso a la educación y a sanidad de mínima calidad, a vivir en la precariedad extrema y una pobreza humana que implica crecer y vivir en una realidad continua de malos tratos, abusos, alcoholismo, violencia, desempleo… que genera vidas truncadas y sin esperanza, que se transmiten de padres a hijos. Esta pobreza no se ve tanto, pero está ahí”.
El voluntariado es una experiencia de aprendizaje donde se sienten muchas emociones, Miguel Ángel recuerda sentir frustración y rabia de pensar que lo que se hace es muy poco ante tanta necesidad, personal e institucionalmente. Pero a su vez sentía que estaba participando en algo que merecía la pena y transformaba la vida de las personas a mejor y que en la balanza ganaba lo positivo. Aunque apunta que para que una persona transforme su vida, tiene que ser la protagonista, la que debe decidir y responsabilizarse de actuar. Y que son necesarias las instituciones que puedan acompañar, apoyar, ayudar en esos procesos de transformación personal y social”.
Dieciocho años después sigue teniendo Chile presente
La experiencia VOLPA supuso un antes y un después en su vida, “fue una toma de conciencia de muchas cosas, de una realidad muy ajena a la mía, comprendí la necesidad de posicionarse en la vida ante el sufrimiento ajeno, una toma de conciencia también de mis miserias personales, de las formas diversas de entender la vida, de los prejuicios, de la riqueza del encuentro entre personas. Quiero creer que me ha quedado un poso de sensibilidad, de respeto ante lo diferente, un cuestionamiento permanente sobre cómo me posiciono ante la realidad que vivo”.
30 años de voluntariado internacional VOLPA
En las pasadas entregas compartimos testimonios inspiradores de Guatemala y Nicaragua. El voluntariado es una pieza clave para nuestras organizaciones: una herramienta fundamental y poderosa para cambiar el mundo y luchar contra las injusticias. Desde la creación de VOLPA en 1991, más de 1000 personas voluntarias han formado parte de este programa.