Andrea Villaseñor es Directora del Servicio Jesuita de Refugiados en México. Durante su última visita a Entreculturas hemos hablado con ella sobre la situación que experimenta la realidad de la migración en México. 

¿Cuál es el motivo de tu visita?

Parte de la idea de esta visita consiste es dar a conocer la realidad que estamos teniendo en México pero también en la región, desde esta mirada de cuáles son también las causas de esta migración, por qué la gente está huyendo. La situación de México como país de tránsito y acogida, pero también de denuncia de por qué la gente está saliendo y seguirá saliendo [de sus países]. Por otra parte, hacer una llamado a la necesidad de fortalecer los sistemas de asilo tanto en México como en el resto de países.

¿Cuál es la realidad actual de la migración en México?

Por México pasan cada año entre 400.000 y 500.000 personas en su tránsito sobre todo hacia Estados Unidos, que sigue siendo el gran imaginario donde la gente quiere ir. Pero cada vez se va quedando más gente en México.

¿Dónde llegan las personas migrantes?

La frontera sur tiene más de 1.000 kilómetros. Decimos que es porosa porque la gente entra por diferentes vías, y Tapachula es una de las vías más importantes de acceso. Allí se encuentra una de las tres oficinas donde se puede presentar la solicitud de asilo; se llama la COMAR (la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado). Por la ley, la gente tiene que permanecer en el lugar donde hace la solicitud, no se puede mover del Estado -casi de la ciudad- donde solicita. Cada vez hay más población: Tapachula es una ciudad pequeña. Mucha gente se está quedando en Tapachula en una situación de precariedad y exclusión.

¿Han cambiado los perfiles de las personas migrantes?

En este paso de México de ser más un lugar de destino, han cambiado los perfiles de personas migrantes. Antes el perfil era en su mayoría hombres (un 90%). Ahora cada vez hay más familias, mujeres solas con hijos e hijas y menores no acompañados que transitan por México. Los porcentajes que manejamos son un 50% de hombres y un 50% de mujeres y un 20% de familias. Nosotros trabajamos menos con menores no acompañados pero cada vez vemos que son más los que solicitan protección. Cada vez es más difícil transitar por México por la inseguridad, con lo cual niños, niñas o mujeres que han sufrido mucha violencia en su país de origen ya no quieren arriesgarse a seguir sufriendo la violencia en el tránsito.

A través del acompañamiento psicológico y en los procesos psicosociales vemos que un 80 o 90% de las mujeres que acompañamos ha sufrido violencia de género o violencia sexual a lo largo de su vida, no solamente en el trayecto sino en algún momento de su vida, muchas también siendo niñas. Por eso a veces, cuando hablamos de violencia sexual en el camino, es como «lo menos que me puede pasar» porque tienen asumido que en algún momento del trayecto van a sufrir violencia sexual. Las compañeras en Centroamérica nos cuentan que cuando se les da información una de las recomendaciones que se hacen es que se pongan una inyección anticonceptiva que dura tres meses, porque saben que va a ser muy difícil evitar una violación, pero al menos pueden evitar el embarazo.