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Chad: La vuelta al cole de Soumaya

Cuando las escuelas en Chad cerraron por la crisis de la COVID-19, los alumnos y alumnas refugiados, sus madres y padres y el profesorado tuvieron que encontrar formas innovadoras para garantizar que las clases se siguieran impartiendo. “La COVID-19 me ha impedido aprender muchas cosas”, asegura Soumaya, estudiante de 20 años de la escuela secundaria del campo de personas refugiadas de Djabal, donde trabaja el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), nuestra organización socia.

Irene Galera / JRS Chad 

Para Abdallah, profesor de matemáticas de secundaria en el mismo campo, el cierre fue algo traumático. “Las escuelas se cerraron de un día para otro, de manera inesperada. Me quedé sin palabras, ¡era la primera vez que se suspendían los cursos! Me afectó psicológicamente porque estaba en juego la educación y el futuro de nuestros hijos e hijas”, recuerda.

Sin teléfono ni radio para seguir las clases a distancia, Soumaya consiguió seguir estudiando gracias a que, desde la escuela, se aseguraron que los estudiantes sin smartphones trabajaran en grupo con estudiantes que sí tenían acceso a datos para poder seguir las lecciones por WhatsApp. “Las profesoras y profesores enviaban los ejercicios por WhatsApp y el alumnado respondía con una foto de sus respuestas”, cuenta Abdallah. También se apoyaron en la radio para llegar a quienes viven en los lugares más remotos.

Abdallah is a 39-year-old Maths teacher at the Collège (lower secondary school) and Lycée (high secondary school) in Djabal refugee camp.

Irene Galera / JRS Chad 

Soumaya consiguió mantener la motivación y, a pesar de las otras tareas que tenía que realizar en su día a día, encontró el tiempo para estudiar. “Cocinaba y salía a buscar agua y madera. También limpiaba la casa. Conseguía dedicar cuatro horas al día a estudiar, dos por la mañana y dos por la tarde”, cuenta orgullosa. Y es que el impacto de la crisis educativa causada por la COVID está siendo especialmente fuerte para las niñas. Se calcula que 11 millones de niñas están en riesgo de no volver a la escuela, que se sumarían a los 130 millones que ya no lo hacían antes de marzo de 2020, como recogemos en nuestro informe “No podemos pasar página”. 

El regreso a las aulas ha sido un momento de gran felicidad para alumnado y profesorado. “Me resultó fácil volver a la escuela porque había estudiado mucho en casa”, cuenta la joven. A pesar del parón de las clases, su sueño no se ha interrumpido: quiere ser doctora. “En casa tenemos muchos problemas, pero voy a dar prioridad a mis estudios porque es mi futuro”, dice con determinación.

 

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