día de la acción humanitaria

Día de la Acción Humanitaria: la importancia de la educación

Hoy en día, un número sin precedentes de personas vive en medio de emergencias humanitarias. Conflictos armados, desastres naturales, enfermedades y persecuciones violentas han obligado a más de 120 millones de personas a abandonar sus hogares. En estos contextos, los niños y niñas son especialmente vulnerables, enfrentándose a enfermedades, violencia y la pérdida de su derecho a la educación.

En el Día de la Acción Humanitaria, queremos resaltar la importancia de incluir la educación como parte esencial de la respuesta ante las emergencias humanitarias. Es fundamental implementar medidas efectivas que aseguren que, incluso en las circunstancias más difíciles, la educación siga siendo una prioridad y un derecho inalienable. Garantizar el acceso a la educación durante las emergencias humanitarias no solo protege a los niños y niñas de los peligros inmediatos, sino que también les brinda la oportunidad de un futuro mejor.

La importancia de garantizar el derecho a la Educación


“La educación es importante en estos contextos de crisis para mitigar el impacto de la emergencia en los niños y en las niñas. En las escuelas buscamos crear condiciones que minimicen lo más posible sus consecuencias, para que el alumnado esté lo más alejado posible de los problemas sociales que estamos viviendo en Venezuela”. 

Álex Ríos es Director de la Escuela de Fe y Alegría Ramón Paz Ipuana en La Guajira venezolana, una zona donde las condiciones climáticas y sociales pueden llegar a ser, en ocasiones, extremas. En esta situación, las escuelas se erigen como espacios de protección y desarrollo para los niños y las niñas, donde el profesorado celebra la continuidad de su alumnado como una auténtica victoria contra las circunstancias: “La permanencia del estudiantado y que otros muchos se vayan incorporando es el logro más grande que tenemos”.  

Como Álex, apostamos por el acceso a la educación como la palanca necesaria para mejorar la vida de los niños, niñas y jóvenes que se encuentran en circunstancias de vulnerabilidad y en contexto de emergencias humanitarias. Por ese motivo, desde hace años llevamos a cabo la campaña ‘Escuela Refugio’, donde ponemos en valor la educación como una herramienta necesaria de acogida y protección de la infancia y la juventud en situaciones de emergencia.

La escuela como un espacio seguro y de paz


Más  de 460 millones de niños, niñas y adolescentes viven en zonas de conflicto, ya sea en crisis prolongadas como las de Darfur (Sudán), Afganistán, Sudán del Sur y Siria o en emergencias nuevas como las de Ucrania y Gaza. Unos conflictos que han provocado que una quinta parte de los niños y niñas del mundo, el mayor número de la historia, se encuentren hoy en situaciones de emergencia, haciendo que peligre su vida, su derecho al aprendizaje y sus oportunidades de futuro. 

En estos contextos, incluso en las guerras más cruentas, la escuela significa mucho para la infancia. Es el lugar donde pueden recuperar, aunque sea por unas horas, la normalidad, el juego, el aprendizaje. Por este motivo, como afirma Milena Sinisterra, Coordinadora de la Oficina del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en el Valle del Cauca, Colombia, es necesario “fortalecer las escuelas para que sean un entorno protector y protegido, para que niños y niñas puedan permanecer en el sistema educativo”. Una seguridad que va más allá de lo educativo y que engloba otros derechos humanos que están estrechamente relacionados, como el derecho a la sanidad o a una buena alimentación.

Además de la situación del alumnado, las comunidades que se encuentran en contextos de conflicto también tienen que hacer frente al uso militar que, a menudo, se hace de las escuelas, y a los numerosos ataques que sufren: más de 5.000 en 2020 y 2021, según denuncia la Coalición Global para Proteger la Educación de Ataques. 

La realidad de las niñas

En zonas que sufren estas circunstancias, 72 millones de niños y niñas no están escolarizados. Una realidad que afecta doblemente a las niñas. Sin embargo, las escuelas, incluso en estos contextos de emergencia, se convierten en lugares de empoderamiento y resiliencia. Jóvenes como Zawadi Larrisa, refugiada congoleña en Malaui, que, gracias a la educación recibida por el JRS, ha logrado insertarse en el mundo laboral como experta en marketing digital “En apenas tres meses mi vida ha cambiado”, afirma Zawadi entusiasmada por el giro que ha experimentado su vida y por poder servir de referente a otras jóvenes como ella: “Tu también puedes hacerlo, siempre y cuando despiertes, despiertes donde quiera que estés, te levantes y luches por ti misma”. 

Irene Galera


Zawadi es solo un ejemplo de las muchas historias de niñas y niños en contextos de emergencia que han visto cómo su vida cambiaba gracias a la educación. Un progreso que no sería posible sin el papel crucial que juega el profesorado, quien en muchas ocasiones ejerce su profesión en condiciones muy adversas, tal y como afirma Yaika Weber, gerente de Servicios Educativos de Fe y Alegría Venezuela: “Los y las docentes están muy exigidos para poder desarrollar su labor, ya que existen dificultades en estos entornos que les dificultan su trabajo”. 

Esta entrega del profesorado en situaciones de emergencias es clave para garantizar la educación, algo que la propia Zawadi reconoce: “A pesar de todos los desafíos que hemos enfrentado, nuestros maestros y maestras nunca han dejado de enseñarnos, lo cual es algo muy bueno”.  Desde Entreculturas reivindicamos la necesidad de cuidar y garantizar el bienestar del personal docente, ya que, como afirma Yaika, “sin docentes no hay escuelas”. 

Además del profesorado y el alumnado, las familias juegan un papel fundamental en garantizar el derecho a la educación en situaciones de emergencia, teniendo un rol que va mucho más allá de llevar a sus hijos e hijas a la escuela. Padres y madres intentan minimizar al máximo los efectos que estas crisis tienen sobre los niños y niñas . Una situación que, en ocasiones, puede generar mucho estrés, necesitando el acompañamiento del personal educativo cualificado. Este  fue el caso de Adla que, gracias al programa del JRS Siria, pudo pudo acompañar de una mejor manera la educación de sus cinco hijos: “Estoy más tranquila y sé que ahora hablar es lo primero”. 

Desde Entreculturas, seguimos reivindicando  la escuela como un espacio necesario de acogida y protección de la infancia refugiada y desplazada. Como un espacio privilegiado para la construcción de un mundo más justo e igualitario.  www.escuelarefugio.org

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