La cantautora y activista social Rozalén y Beatriz Romero, intérprete de lengua de signos, han viajado durante una semana (24 de febrero al 5 de marzo) a Chad con Entreculturas y sus socios en terreno, el Servicio Jesuita a Refugiados y Fe y Alegría, para apoyar el trabajo que desarrollan en el marco del programa La Luz de las Niñas, una iniciativa que hasta la fecha ha atendido a 32.000 niñas a través de proyectos en 15 países y que en Chad pretende prevenir el abandono escolar de las niñas, reforzar sus capacidades y mejorar su formación en higiene menstrual y educación sexual.
El año pasado, Rozalén y Beatriz pudieron conocer de primera mano el trabajo que realiza Entreculturas con el programa “La Luz de las Niñas” en Guatemala. Ahora, han emprendido este nuevo viaje, para conocer el trabajo que se realiza en el marco de este programa en Chad, uno de los países más difíciles para combatir las desigualdades que sufren las niñas.
En Chad, las niñas enfrentan numerosas trabas para acceder a la educación relacionadas con ciertas prácticas culturales fuertemente arraigadas y discriminatorias –como la mutilación genital femenina, dos de cada cinco mujeres han sido víctimas de alguna forma de mutilación genital femenina siendo niñas–, lo que hace que el país ocupe el puesto 153 en el Índice de Desarrollo de Género. Entreculturas trabaja en Chad apoyando a 13.107 niñas y adolescentes a través del reparto de material para la higiene personal, de la construcción de letrinas y espacios seguros para ellas y a través de la formación y capacitación en temas de salud sexual y reproductiva.
En su visita, Rozalén y Beatriz han tenido la oportunidad de conocer el campo de refugiados de Djabal en Goz Beida, situado al Este de Chad en la frontera con Sudán. En este viaje, ambas han conocido de primera mano, a través de testimonios como los de Sima y su madre Aisha, los distintos tipos de violencia y discriminación a los que se enfrentan las mujeres y niñas en Chad y que vulneran sus derechos fundamentales, especialmente su derecho a la educación. En la actualidad, el país saheliano situado en el corazón del África Central alberga un total de 400.000 personas refugiadas. La tasa nacional de alfabetización llega sólo al 31,8% entre la población adulta, y la situación resulta aún más desoladora entre las mujeres, ya que apenas el 12,8% ha conseguido superar el analfabetismo.
“Yo no he vivido estos problemas, pero lo he vivido a través de la historia de mi madre que ha sufrido mucho. Para mí detrás de la puerta violeta está mi madre», explicó Sima a Rozalén.
(Foto: Sergi Camara)
Sima y el resto de niñas refugiadas tuvieron la oportunidad de charlar en un pequeño taller con Rozalén y con Beatriz sobre el significado de una puerta violeta que les abre a un mundo de esperanza, ya que ellas son testimonio vivo de cómo la educación puede contribuir a acabar con la desigualdad. Uno de los momentos más emocionantes se produjo cuando, tras el taller, las niñas cantaron la canción de la puerta violeta junto con Rozalén y Beatriz.
Tras la visita a los campos, el viaje se cerró en Ndjamena, capital del país, en un evento a favor de las niñas junto a Yasmine Abdallah, artista y activista chadiana por los derechos de las niñas, y Sima Isaak, una joven refugiada de Goz Beida y referente de la Campaña La Luz de las Niñas en Chad. En el evento participaron diferentes cargos gubernamentales, como la representante del Ministerio de la Mujer en Chad, organizaciones internacionales que trabajan en colaboración con el Servicio Jesuita a Refugiados en Chad, como UNICEF o ACNUR, y un grupo de niñas refugiadas becadas por JRS para estudiar en la Universidad de la capital. Además, se aprovechó la ocasión para inaugurar la exposición La LUZ de las NIÑAS en Chad y, como no podía ser de otra forma, la velada terminó con las actuaciones musicales de Yasmine Abdallah y Rozalén, momento para el que ambas eligieron algunas de sus canciones en defensa de los derechos de la mujer y las niñas.
Puedes conocer el diario completo del viaje entrando aquí: Rozalén Chad