Esther, 10 años, Kivu Sur (RDC). ©Laura Lora/Entreculturas
El incremento de la violencia hacia niñas y mujeres en el este de la República Democrática del Congo hace que ahora, más que nunca, sea importante reforzar todo el trabajo realizado en el país a través de nuestra intervención de La LUZ de las NIÑAS, presente en la zona desde hace varios años. Queremos visibilizar e incidir sobre la situación de las niñas desplazadas y escuchar sus voces. Por eso, este año, la República Democrática del Congo (RDC) es el nuevo país que se incorpora a la campaña La LUZ de las NIÑAS.
En RDC, las niñas sufren múltiples violencias en el contexto de desplazamiento y conflicto prolongado que se vive en el este del país desde hace más de 20 años. Además de a la pobreza y la violencia sistemática, las niñas están expuestas a la trata y explotación sexual en los campos de personas desplazadas.
Desde La LUZ de las NIÑAS estamos presentes en Masisi, provincia de Nord Kivu al este de RDC. Nuestra organización aliada en terreno, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), trabaja en los 4 campos de personas refugiadas y 2 asentamientos, los cuales albergan una población de 14.800 personas. Esta región se sitúa lejos de Kinshasa, la capital del país, por lo que la presencia del Gobierno es muy reducida. Esta distancia del poder central ha favorecido que distintos grupos armados se desplieguen por toda la región, impulsados por distintos conflictos de identidad, pobreza, distribución de la tierra y corrupción. Tras más de dos décadas de conflicto, la elevada inseguridad ha provocado sucesivos desplazamientos forzosos de miles de personas, que se ven obligadas a abandonar sus hogares, escuelas y medios de vida en medio de la violencia.
“Cuando los niños y niñas viven en un contexto de guerra, tienen que desplazarse continuamente. La guerra y sus efectos se convierten en una experiencia trágica para ellos y los lleva a manifestar desequilibrios psicológicos que le impide incluso aprender normalmente”, nos cuenta desde Masisi Dorcas Koko, psicóloga clínica de JRS, especializada en víctimas de violencia sexual.
“Concretamente, en el caso de las niñas, cuando sufren violencia sexual, la mayoría son rechazadas por sus familias y son estigmatizadas por la sociedad. Todo esto las lleva a no hablar porque tienen miedo. Desde JRS hemos intentado, en nuestro camino terapéutico, seguirlas individualmente, contextualizando la terapia según cada caso, con sus particularidades. Un gran número de niñas y jóvenes han comprendido que la violencia sexual es algo que ocurre en un momento de su vida, pero no es algo que caracterice toda su vida”, asegura.
Proteger a las niñas a través de la educación
El acceso a la educación en este contexto es una de las únicas herramientas que permite garantizar la protección de las niñas. El contexto actual de la COVID-19 ha supuesto un gran desafío de cara al acompañamiento a las niñas, como consecuencia del cierre de las escuelas y las limitaciones a la movilidad durante la pandemia.
Una de las necesidades principales es el apoyo a las niñas en el aprendizaje y en el refuerzo educativo para prevenir el abandono escolar y garantizar que las niñas vuelvan a clase, ya que esto puede repercutir en el aumento del matrimonio infantil o la trata y explotación de las niñas desplazadas.
Esther tiene 10 años y viene de Kalehe, en Kivu Sur, de donde tuvo que huir a causa de la guerra. Desde hace un año vive en un asentamiento de personas desplazadas en Mugunga (al oeste de Goma) con sus dos hermanos mayores, ya que su madre falleció. Está en sexto de primaria en la escuela Tumaini.
“Normalmente me levanto por la mañana, seco los platos, barro y voy a la escuela. Cuando salgo de la escuela llego a casa, me lavo, como y cuando termino de comer hago todas las tareas de casa, después de eso puedo estudiar”, nos cuenta. A pesar de todas las dificultades que ha atravesado en su corta vida, Esther es la segunda de su clase entre 35 estudiantes, le encantan las matemáticas y de mayor quiere ser maestra.
En la escuela Tumaini, JRS trabaja para garantizar la educación de las niñas desplazadas a través del pago de las tasas escolares, distribución de kits y formación y sensibilización de docentes.
En el marco de la intervención educativa que hemos llevado a cabo en los últimos años, hemos trabajado en la mejora del acceso a la educación de las niñas, así como en toda una serie de acciones de sensibilización en torno a temas de salud menstrual y sexual. En total, hemos apoyado a más de 400 niñas desplazadas con el apoyo en el pago de matrículas, distribución de kits escolares y de higiene o clases de refuerzo.
Por otra parte, gracias a la intervención de La LUZ de las NIÑAS, en 2020, 300 niñas han podido realizar el Examen Nacional Final que les ha permitido obtener el certificado de finalización de la educación primaria para poder continuar sus estudios. De estas, 275 lo han superado con éxito gracias a las actividades de refuerzo escolar. Además, hemos trabajado de forma intensiva con las familias para generar un mayor vínculo y responsabilidad sobre la educación de las niñas, cambiando así las aptitudes que las relegan a permanecer en el hogar o en el campo.
A través de la incorporación de RDC a la campaña La LUZ de las NIÑAS, reforzaremos nuestro trabajo en la zona y seguiremos visibilizando la situación de las niñas víctimas del conflicto para que su LUZ siga brillando.