La salud e higiene menstrual es un derecho humano de todas las niñas y adolescentes del mundo. Por eso, a través de La LUZ de las NIÑAS trabajamos apoyando a las niñas en la gestión de su menstruación y promoviendo escuelas seguras, en las que las niñas puedan sentirse libres y donde su menstruación no sea un obstáculo más para continuar con su educación.
El pasado 28 de mayo, Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer, las niñas y adolescentes del campo de personas desplazadas de Fourkouloum, en Chad, realizaron un evento, en el marco de La LUZ de las NIÑAS, para visibilizar la importancia de la salud menstrual para la educación de las niñas.
Durante el evento, organizado por nuestra organización social en el terreno, JRS, las niñas participantes en la campaña interpretaron varias piezas teatrales para sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de acabar con el tabú de la menstruación, recitaron poemas y grabaron varios spots de sensibilización en la radio local para que la voz de las niñas llegue a muchos más lugares. Además, quisieron dedicar un espacio a la lectura del cuento Afaf y el huevo dorado, que fue creado hace algunos meses por las propias niñas, junto con la artista Salma Khalil, como parte de las actividades de la campaña.
El programa La LUZ de las NIÑAS en Lago Chad
La infancia en Chad atraviesa muchas dificultades, pero la situación de las niñas es particularmente grave. En el país, el 29% de las niñas contraen matrimonio a los 15 años, solo el 19% de las niñas llegan al primer ciclo de secundaria -frente a más del 40% de los niños- y poco más del 9% de las niñas terminan la enseñanza media -frente al 25% de los niños-, según UNICEF.
Desde Entreculturas, a través del programa La LUZ de las NIÑAS, que arrancó en la provincia de Lago Chad hace un año, trabajamos junto a nuestra organización socia, JRS, para garantizar la protección de 1.300 niñas y jóvenes en situación de desplazamiento en Fourkouloum, Chad. El principal objetivo de este proyecto es el de fortalecer las capacidades y los mecanismos comunitarios para la prevención y la respuesta a la violencia de género y las prácticas tradicionales dañinas, promover el debate y la reflexión a nivel comunitario sobre estas cuestiones y trabajar directamente con las niñas y jóvenes generando espacios seguros de formación y concienciación sobre sus derechos y mecanismos de protección disponibles.
La crisis en la provincia del Lago, ubicada en el Oeste de Chad (sirve de frontera con Níger, Nigeria y Camerún) se intensificó en el año 2014 con la escalada de los ataques de varios grupos armados en Nigeria y el Norte de Camerún. Esta situación ha provocado el desplazamiento de grupos de población cada vez mayores. Tras 7 años de conflicto la situación se ha deteriorado y las necesidades de asistencia para todos los grupos de población son amplias. Se estima que el número de personas desplazadas ha alcanzado las 457.797 (según cifras de ACNUR de marzo de 2021) y que cerca del 54% corresponde a niñas y mujeres.
La vulnerabilidad de las niñas y jóvenes en este contexto es extrema, ya que a las dificultades habituales por el hecho de ser niñas se añade la inestabilidad y las necesidades específicas de protección en un contexto de desplazamiento interno. Los principales riesgos a los que se enfrentan están relacionados con la violencia de género y las prácticas tradicionales dañinas.
“Necesitamos más compresas y jabón, las que tenemos no son suficientes, ya que no podemos lavarlas cada día porque a veces ir a los puntos de recogida de agua es peligroso para nosotras por la inseguridad en la zona”. Son palabras de Madou, Vicepresidenta del “club de chicas” en el campo de personas desplazadas de Fourkoulum.
En Chad, y en muchos otros países del mundo, las niñas dejan de asistir a la escuela los días que tienen la menstruación, lo que les perjudica en su educación y vulnera sus derechos. Esta discriminación hacia las niñas tiene origen en el estigma social que rodea a la menstruación. A menudo, no tienen acceso a productos de higiene personal, a instalaciones sanitarias adecuadas, así como a una educación sexual que les dé la información y el acompañamiento que necesitan.
Como consecuencia de todo esto, existen riesgos importantes tanto de aislamiento social como de abandono escolar de muchas niñas durante los periodos de menstruación, lo que tiene resultados muy negativos en sus logros académicos, y aumenta el riesgo de que estas niñas sean víctimas de matrimonios o embarazos forzados. Todos estos riesgos son más amenazadores para las niñas como Madou, que crecen en los campos de personas desplazadas.
Por esto, es tan importante trabajar para que la menstruación deje de ser un tabú: para que ir a clase sea la regla para todas las niñas del mundo.