Sudán, un país que sueña con la paz
Sudán sueña con la paz. Pese a la ligera tendencia a la resolución del conflicto, este territorio africano sigue asolado por la violencia y por el enfrentamiento entre las diversas facciones. Esta situación de inestabilidad afecta tanto a adultos como a niños, sembrando la desesperación entre los primeros y negando derechos tan fundamentales a los segundos como el acceso a la educación.
La inseguridad ya ha obligado a cerrar algunas escuelas de Sudán. A finales del pasado mes de mayo, los funcionarios de la región de Nimule, en el sur del país, se reunieron con los jefes de estudios de los centros de secundaria de Loa y Fulla para hablar sobre la creciente inestabilidad en la zona. Las incursiones intermitentes del grupo rebelde ugandés Ejército de Resistencia del Señor (LRA, en sus siglas en inglés) han sido identificadas como una de las mayores amenzas para la región así como el principal obstáculo para el desarrollo y la pacificación de Sudán. Por miedo a sus actos atroces, se ha decidido cerrar la escuela de Loa -un proyecto del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), apoyado por Entreculturas-, redistribuyendo a los alumnos entre las aulas de Fulla y Nilo.
El LRA fue fundado por Joseph Kony a finales de la década de los 80 con objeto de implantar en la sociedad los diez mandamientos bíblicos a base de actos extremadamente violentos. Sus campamentos están instalados al norte del país, en la frontera con Sudán, y su guerrilla está integrada fundamentalmente por jóvenes y niños. Dada la proximidad, el LRA lleva a cabo mútiples irrupciones en territorio sudanés, perpetrando violaciones, asesinatos, robos o incendios y sembrando el pánico entre la población.
El retorno progresivo de los refugiados
El pasado mes de mayo llegó a la región sudanesa de Kajo Keji el primer convoy con 122 refugiados procedentes de los campamentos de Uganda, donde se han contabilizado en el último año un total de 174.000 refugiados sudaneses.
Pese a que el conflicto sudanés se diera como oficialmente concluido con la firma del Acuedo Global de Paz entre el Gobierno de Jartum y el Ejército de liberación sudista (SPLA) en enero de 2005, todavía perduran los enfrentamientos y la violencia generalizada continúa motivando desplazados internos y desmotivando el regreso de los más de 350.000 refugiados en países vecinos.
Desde que la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) iniciara sus operaciones de repatriación voluntaria de los refugiados sudaneses en diciembre de 2005, ya son unos 4.000 los que han regresado al Sur de Sudán. Para agilizar dichas operaciones, el ACNUR firmó el pasado mes de marzo un acuerdo tripartito de repatriación entre Sudán y Uganda. El primer convoy efectivo con refugiados sudaneses procedentes de Uganda llegó el 2 de mayo a Kajo Keji, localidad del Sur de Sudán donde el SJR lleva años ejerciendo una importante labor educativa. Desde entonces y hasta este mes de junio -que es cuando se inicia la estación de lluvias y, por tanto, las carreteras se tornan intransitables-, se han gestionado diversos convoyes al menos cuatro o cinco veces por semana con unos 160 refugiados cada uno. En total, hasta el mes de mayo eran 27.000 -de los 174.000 sudaneses residentes en los campamentos de Uganda- los que habían firmado su repatriación.