Irene Guía: “La educación es una prioridad para los hijos e hijas de padres refugiados”
La charla corrió a cargo de Gema Fernández, delegada de Entreculturas en Extremadura, e Irene Guia, que ha trabajado durante los últimos cuatro años en la región de los Grandes Lagos, primero como directora nacional del JRS en Ruanda, siendo la responsable de la educación impartida en los dos campos de refugiados de Kiziba y Gihembe, así como atendiendo a la población más vulnerable de los campos. Posteriormente trabajó al otro lado de la frontera, en la provincia de Nord Kivu (República Democrática del Congo), primero en un proyecto de atención a población vulnerable en los campos de desplazados de Goma, y posteriormente como responsable del programa de Nord Kivu, que incluía también el trabajo desarrollado en Masisi y Rutshuru.
En dicho evento se presentó el informe que Entreculturas acaba de publicar "Educación en tiempo de espera. Un derecho vulnerado para millones de personas refugiadas y desplazadas" que pone de manifiesto la vulneración del derecho a la educación de millones de personas refugiadas y desplazadas, a pesar del reconocimiento internacional de este derecho. El informe se centra en los casos de Colombia y Sur Sudán, los dos países con el mayor número de población desplazada del mundo, y además se recogen las cifras de desplazados internos y refugiados en el mundo.
Con dicha actividad se pretendía visibilizar esta realidad que viven millones de personas en el mundo. El número de refugiados y desplazados a causa de conflictos y persecuciones es de 43,3 millones, según cifras del año 2009. De estos, aproximadamente 22 millones son niños, niñas y jóvenes menores de 22 años refugiados y desplazados, que representan el 51% del total. De los 43 millones, 15,2 millones son personas refugiadas, 27,1 millones son personas desplazadas dentro de su propio país y cerca de un millón de personas son solicitantes de asilo, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Irene Guia, señaló que "la educación es una necesidad básica en los campos de refugiados y desplazados. En muchas ocasiones los padres la priorizan ante otras necesidades básicas como el alimento, pues ven que con la educación consiguen grandes logros como mejorar la calidad de vida de las familias, favorecer el futuro de sus hijos, evitarles que acaben como niños soldados o en el caso de las chicas evitar que los hombres puedan abusar de ellas, ayuda a construir mentalidades más abiertas, enseña a defenderse antes las distintas situaciones que se les puedan presentar...". Sin embargo, también nos comentó que "pese a que el derecho a la educación está reconocido por la comunidad internacional, éste se vulnera de manera sistemática, habiendo una brecha entre teoría y práctica". Y es que lo cierto es que una gran mayoría de niños y niñas desplazados no recibe educación. Tampoco la población adulta y joven desplazada o refugiada ve satisfecho su acceso a una educación y aprendizaje permanente. Esta vulneración del derecho a la educación dificulta el cumplimiento de otros derechos.
Irene también manifestó que "la población refugiada o desplazada desea retornar a sus hogares, pero la realidad es que pasarán años hasta que logren hacerlo, una media de dieciséis años". Este hecho tiene importantes implicaciones para niños, niñas y jóvenes, ya que pasarán su infancia y juventud en campos de refugiados o en asentamientos improvisados. Estos desplazamientos masivos de población implican para millones de niños y niñas una desventaja educativa extrema de cara al futuro.
Las experiencias vividas por Irene en Ruanda, donde atendía un campo que llevaba asentado catorce años, y en R.D. Congo, donde el campo estaba en proceso de formación y apenas tenía dos años, llegaron a todo el público asistente. Su charla fue muy experiencial, llena de experiencias vividas los últimos cuatro años y con constantes ejemplos como "La cantidad mínima de agua por persona y día recomendada por el Acnur (La Agencia de la ONU para los refugiados) es de veinte litros, en estos campos no llega a doce litros por persona y día. En Portugal disponemos de ciento nueve litros por persona y día". También nos conmovió la historia de una niña, Leah, que al comer un día en su casa repitió el plato en cinco ocasiones, y lo hizo porque "la comida no es un bien asegurado para todos los días". "No piensan en el futuro, la preocupación es el presente, salir adelante cada día".
Tanto Gema como Irene cerraron la actividad invitando a los asistentes a que no se quedasen impasibles ante el sufrimiento y el dolor que viven tantas personas en nuestro mundo y que apenas es visible para la humanidad. Ambas les animaron para que se "ensucien las manos" e intenten construir un mundo más justo. "Mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños, haciendo muchas pequeñas, cambiará la faz de la tierra" fue la frase final que ambas entonaron.