Según la OCHA (Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios), unas 50 familias cada hora todos los días se ven obligadas a huir de sus hogares en República Democrática del Congo. El aumento de la conflictividad en el último año ha elevado a 4,4 millones la cifra de desplazados internos en el país, la más alta de todo el continente africano.
La provincia de Kivu Norte sigue siendo la más afectada, con más de 1,1 millones de personas desplazadas, a las que se suman otras miles procedentes de países vecinos -como Ruanda o Burundi- que, dada la situación en su propio territorio, han cruzado la frontera buscando refugio.
El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), nuestro socio local en el terreno, trabaja en tres localidades de Kivu Norte: en Goma, en Masisi y en Mweso. Desde Entreculturas llevamos más de una década apoyando su labor centrada en aliviar el sufrimiento de la población desplazada, en concreto, mediante el apoyo psicosocial, facilitando el acceso a la educación de niños, niñas y adolescentes, y ofreciendo formación profesional a la población joven y adulta de cara a su inserción laboral. Todo ello siempre prestando especial atención a los colectivos más vulnerables.
Masisi
Uno de esos colectivos especialmente vulnerables son las niñas y adolescentes desplazadas de Masisi. El Servicio Jesuita a Refugiados trabaja en 5 de los 9 campos de Masisi: Kalinga, Lushebere, Bonde, Bushani y Bukombo. Estos cinco campos albergan una población de aproximadamente 14.800 personas. Masisi se sitúa lejos de Kinshasa, la capital del país (a unos 2.000 Kilómetros), por lo que la presencia del Gobierno en esta región es muy reducida. Esta distancia del poder central, entre otros factores, ha favorecido que distintos grupos armados se desplieguen por toda la zona, impulsados por distintos conflictos de identidad, pobreza, distribución de la tierra y corrupción. El nivel de inseguridad es alarmante y miles de personas se ven forzadas a abandonar sus hogares, sus escuelas y sus medios de vida.
En este contexto, las niñas y adolescentes habitualmente se convierten en las primeras víctimas por múltiples factores: abandono escolar para ayudar en las tareas del hogar, matrimonio temprano, reclutamiento por parte de grupos armados, maltrato, explotación y abusos sexuales… y existe otro factor que no suele ser mencionado pero que también acarrea múltiples inconvenientes para ellas: la menstruación.
La precariedad de la vida en los campos de desplazados conlleva la falta de acceso a material de higiene básico. Como consecuencia, las chicas suelen quedarse en casa durante varios días cada mes, viéndose incrementado su absentismo escolar. Además, esa falta de materiales y de información sobre higiene menstrual, salud sexual y reproductiva también puede suponer riesgos importantes para su salud.
Dada esta situación, una de las líneas de trabajo del JRS es, pues, la de mejorar el acceso a la educación y ofrecer una formación en higiene menstrual a chicas menores de 15 años y en situación de desplazamiento interno en los campos de Masisi. Se trata de un proyecto enmarcado en el Programa La Luz de las Niñas, de Entreculturas, y tras varios años de intervención se ha constatado la mejora de la calidad de vida de este colectivo e, incluso, el aumento de la cohesión entre la población desplazada a reunir a niñas de diferentes campos.
En estos momentos, el proyecto se focaliza en 365 niñas a quienes se les paga el 50% de las tasas escolares, se les proporciona el material escolar necesario y se les hace entrega de productos de higiene menstrual cada mes (compresas y jabones). Junto a esto, reciben talleres de formación sobre higiene menstrual y salud sexual y reproductiva.
Además de ellas, sus padres y madres también asisten a sesiones de sensibilización sobre la importancia de la educación de las niñas y el rol que ellos deben desempeñar en este proceso; y 170 chicos menores de 15 años, compañeros de clase, participan en charlas sobre temas tales como conducta y comunicación no violenta, VIH-SIDA, gestión de la higiene menstrual o los cambios del cuerpo durante la pubertad.
El proyecto también ha previsto formar a dos chicas, alumnas de las escuelas, como agentes de monitoreo en cuestiones relacionadas con la gestión de higiene dentro de la escuela. Durante el curso, analizarán la situación de 3 escuelas de educación secundaria de la zona e identificarán las necesidades más urgentes de dichos centros.