Ecuador vive una situación social compleja con la migración forzada: según datos de ACNUR, hasta diciembre de 2021, el país contaba con más de 71.550 personas refugiadas. En este contexto, JRS Ecuador lleva a cabo un trabajo de acompañamiento integral a las personas refugiadas y desplazadas forzosas y sensibiliza sobre sus derechos, además de llevar a cabo acciones de formación, comunicación e incidencia política.
¿Cuál es para ti la fórmula para poder acompañar a las personas desplazadas?
Lo fundamental es la capacidad de escuchar, de sentarse a conversar con las personas. Y siempre a partir de una escucha atenta y respetuosa, entrar en diálogos para construir la respuesta a sus necesidades conjuntamente. Lo que más valora la gente es esa capacidad de escucha muy respetuosa y muy atenta. Creo que tenemos que animar y fortalecer como especie humana el escucharnos, sobre todo ante la realidad que todas y todos somos migrantes.
¿Qué es lo más positivo que resaltarías de las poblacionales migrantes forzadas?
La migración es una bendición, nos ha permitido estar disfrutando la casa común, y eso deberíamos comprenderlo cada vez más. Pero también comprender que en cualquier momento nos podemos convertir en migrantes forzados. A las poblaciones migrantes forzadas fruto de guerras, enfrentamientos y hambrunas, se suma la generada por el cambio climático. Podemos ser migrantes en cualquier momento.
¿Cómo definirías la labor que realizáis en los albergues y otras instalaciones de JRS Ecuador?
Tratamos de responder a las necesidades de las familias de forma integral, no solamente con la necesidad emergente de encontrar un sitio donde vivir. Tratamos de hacer un mapeo de sus necesidades, de su proyecto de vida, de su necesidad de regularización, sus necesidades de atención psicosocial, de salud mental, de acceso a derechos en educación o en salud.
¿Cómo describirías las migraciones actuales?
Interculturales, que tiene que ver con la expresión “Entreculturas”. Debemos entender que nos hacemos uno en la diversidad y que, a pesar de que tengamos orígenes, formas de lenguaje e idiomas distintos, somos parte de culturas, y que el reto es tal vez convivir como se convivía antes, armónicamente entre sí y con la madre naturaleza, con nosotros y con Dios.
Entonces, ¿son la hospitalidad y la solidaridad una ayuda clave a la hora de tratar con las migraciones?
Creo que la hospitalidad es uno de los momentos más importantes para la reconciliación y la construcción de la paz en el mundo. Es un sueño que se hace realidad. Hay que invitar a que demos el paso que va de la escucha, de la sanación, hacia la verdad, reconciliación y la construcción de la paz. Eso no quiere decir que se acabaron los conflictos, sino que tenemos que aprender a manejarlos alternativa y pacíficamente.
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