
Francisco Mallen
Delegado de Entreculturas en Aragón
Me involucré en Entreculturas en 2006, año en el que coincidí con Narciso Lozano (anterior delegado) en unos talleres ignacianos que se celebraron en Zaragoza con motivo del V Centenario del nacimiento de Francisco de Javier. Allí empezamos a hablar sobre el proyecto de Entreculturas en Aragón.
Lo que más me convence de esta ONG es la diversidad de personas que la integran y que están comprometidas con el proyecto en tantos lugares diferentes. También, la apuesta por el voluntariado como sustento principal del trabajo diario y las sonrisas de los niños y niñas que, desde el calendario, nos recuerdan cada mes para quién estamos trabajando.
Mi labor en Entreculturas consiste en reunirme con personas voluntarias, con otras ONG o con colegios que quieren colaborar con nuestra misión. Esta tarea suele requerirme unas 4 ó 5 horas a la semana, fuera del horario de trabajo, aparte de algunos fines de semana. Y a esto hay que sumar algunas llamadas y correos que atender durante el día. Es una responsabilidad que asumo con gusto y con compromiso, porque creo que la educación es la clave para conseguir personas libres y responsables, personas capaces de cambiar el orden de las cosas.
Por eso, en esta Navidad, pondré todo de mi parte para difundir la campaña de La Silla Roja de Entreculturas. Porque es un símbolo de que, lo que realmente nos llena y nos hace felices, no se puede comprar -importante reflexión en estos meses de gran consumo- y, además, para los cristianos, nos recuerda el modo en que Dios se hace presente en los más pequeño, pobre y excluido.