Fernando Arnal, VOLPA en Brasil

Fernando Arnal Calvo ha decidio quedarse en Boa Vista (frontera Brasil-Venezuela) a pesar de la situación de emergencia sanitaria que vive el mundo. "Mi sitio está aquí", asegura. Hemos entrevistado a este zaragozano de 36 años que desde el pasado mes de enero se incorporó como voluntario en nuestras organizaciones socias, el Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados Boa Vista.

¿Cuánto tiempo llevas en tu experiencia VOLPA? ¿Cómo han sido estos meses? ¿Qué destacarías o cuál dirías que ha sido tu evolución en este tiempo? 
Llegué el 2 de Diciembre de 2019, por lo que justo estos días se cumplen 4 meses aquí. Estos meses han sido de total adaptación: el clima extremadamente cálido, el cambio de hora y, sobre todo, la carga emocional de la situación y circunstancias vitales de miles de migrantes en Boa Vista no permiten un fácil ajuste, especialmente viniendo de sociedades ‘privilegiadas’ como la nuestra. 

Por otra parte, la gran calidad humana y el gran equipo de trabajo tanto en el SJMR Boa Vista como en Entreculturas me han permitido que este contraste tan enorme se suavizara enormemente. Estos meses me han permitido, gracias a todos los compañeros del SJMR Boa Vista, adquirir una visión global de las actividades del SJMR en Brasil como en Boa Vista y, también, conocer decenas de historias de migrante que me ayudan a entender un poco mejor la grave crisis migratoria y social que están viviendo varios países, con especial énfasis en Venezuela pero también Haití y Cuba.

¿Qué has descubierto? ¿Cuáles están siendo los mayores aprendizajes? 
Mi principal aprendizaje estos meses ha sido ser consciente de los privilegios que tenemos la mayoría de ciudadanos de nuestro país. Además, entender que ante situaciones tan complejas y duras como las que se están viviendo aquí (y en otros lugares del mundo) los que más sufren y son más vulnerables son, precisamente, las personas que menos tienen que ver con las causas políticas, económicas y sociales sobrevenidas en sus países de origen. La responsabilidad de esta desprotección no sólo debería tener un componente regional o local; en esta sociedad globalizada y totalmente polarizada, todos somos migrantes y todos debemos tomar parte en la defensa de la dignidad y los derechos de todas las personas en cualquier circunstancia, especialmente en las más complicadas.

¿De qué manera está impactando la crisis del COVID-19 en Brasil por el momento? ¿Cuáles son los retos que enfrenta la población más vulnerable? 
Dentro del impacto global que está teniendo esta pandemia en todas las partes del mundo, como es de esperar, los países más vulnerables y menos privilegiados están teniendo más dificultades para afrontar una prevención, para hacer pruebas o poder disponer de recursos sanitarios para enfrentarla. Aquí se encuentra Brasil donde, si bien es una de las economías más fuertes de la región sudamericana, también basaba ésta en un sector turístico totalmente anulado ante el cierre total de fronteras y unas exportaciones de productos agropecuarios que se han reducido ostensiblemente.  

Los retos son gigantescos ante esta situación: notables diferencias por regiones en cuanto a infraestructuras básicas, destacar, en este contexto, las sanitarias (actualmente la mayoría de casos se encuentran en las ciudades más ricas situadas en el sur del país, São Paulo y Rio de Janeiro); excesivo número de personas que no tienen garantizados unas condiciones de habitabilidad e higiene mínima; enorme porcentaje de familias fuera del mercado laboral formal que han visto cancelados la mayor parte de ingresos informales en estos días; y, el impacto económico global en caso de extensión de esta incertidumbre y situación de colapso. 

Mención especial debería tener la situación política actual en donde el presidente minimiza el impacto de la pandemia y desoye las recomendaciones de organismos internacionales de salud pública como la OMS y se enfrenta a las medidas adoptadas por los gobernadores de diferentes estados de Brasil.

Parte del equipo del SJMR Boa Vista

¿Cuál es la situación actual de Boa Vista? ¿Y cuáles son los retos que enfrenta la población que atiende el SJMR en Boa Vista?
Actualmente en Boa Vista, estamos en la 3ª semana de aislamiento social, bastante respetado los primeros días pero mucho más relajado últimamente. Con solo 42 casos detectados de los más de 15 mil en todo Brasil, lo peor está por llegar.

Por supuesto, esta crisis solo está dejando (más aún) a la luz las carencias y dificultades que estaban atravesando miles de personas e incrementa las diferencias previamente existentes. También resulta contradictorio y difícil de asimilar como la ‘incomodidad’ del confinamiento y cuarentena, con el nivel de bienestar de la mayoría de nuestros hogares, es algo que incluso a muchas familias les gustaría simplemente poder soñar.

Anterior a las medidas por la llegada del Covid-19, se estimaba en Boa Vista una población en situación de calle de unas 5 mil personas: muchas familias con muchos niños que no tenían garantizadas una alimentación diaria, ni unas condiciones de higiene mínimas ni un lugar que pudieran llamar “hogar”: centros de refugiados, ocupaciones espontáneas por la ciudad o, simplemente, moradores de las calles. Todo esto les situaba en unas condiciones de necesidad y vulnerabilidad extremas, como se está haciendo más visible en estas últimas semanas. 
Además, ante una gran parte de la población migrante con dificultades para acceder al mercado de trabajo formal y la paralización casi total del comercio y la actividad informal sitúan el impacto del Covid-19 en Boa Vista en enorme.

Por tanto, los retos principales para la población aquí son: a) el poder cumplir con unas medidas de prevención de la epidemia completamente incompatibles con las circunstancias de vida de gran parte de la población (sin hogar donde poder, como dice el lema, ¨quédate en casa¨; dificultad de acceso a unas condiciones de higiene mínima; sin hablar de la posibilidad de adquirir equipos de protección como guantes o mascarillas, etc.), b) el conseguir un mínimo de ingresos diarios, en una ciudad en donde las actividades económicas están mayoritariamente paradas, para poder llevar algo de comida a la boca de los tuyos y, c) el garantizar una atención correcta ante un sistema sanitario ya de por sí deficitario en recursos materiales y humanos.

Niños y niñas jugando en la calle.


¿Cómo se está viendo afectada la labor del SJMR? ¿De qué manera estáis adaptando el trabajo? 
El sentido de todas las actividades del SJMR Boa Vista era poder atender directamente las necesidades de los migrantes más necesitados y vulnerables, desde diferente enfoques y actividades. 
En este sentido, uno de los momentos más complicados y contradictorios para todos nosotros fue cuando decidimos cesar nuestra actividad directa con personas. Difícil entender y asimilar que la mejor manera de ‘cuidar’ a los más vulnerables, mucho más vulnerables en estos momentos inciertos, es dejar de verlos y escucharlos, cerrar la puerta y esperar que todo pase para retomar la actividad. Sin embargo, nuestras funciones han tenido que reinventarse y buscar la forma de ‘estar’ con los más necesitados desde la distancia.
Actualmente, existe una línea de telefónica de atención e información, los casos más vulnerables siguen teniendo seguimiento y acompañamiento, se están apoyando al resto de organizaciones de la sociedad civil, se establecieron acciones de información sobre prevención y cuidados en asentamiento de difícil acceso y, también, apoyando con alimentación básica a las familias más afectadas.

¿Y tu labor, en concreto?
Por mi situación como voluntario, y prácticamente recién llegado, sigo apoyando en todas las área. También, se están implementando acciones para poder atender necesidades particulares de compañeros dentro del equipo del SJMR (cuidado al cuidador: ante esta situación tan particular y tanta incertidumbre, no resulta extraño encontrar compañeros afectados por sensaciones de estrés, frustración, ansiedad, depresión, desubicación o falta de motivación para actividades diarias, por ejemplo), donde colaboro también debido a mi formación como psicólogo. Por último, dentro de la línea de protección personal y búsquedas de espacios de reflexión y espiritualidad de la organización, también acompaño en la planificación de ciertas actividades para suavizar la vuelta a la ’normalidad’ cuando todo esto pase y que este periodo de dudas y preguntas nos deje aprendizajes transformadores en un futuro próximo.

¿Por qué decidiste continuar tu experiencia VOLPA durante este período (desde el impacto del COVID)? 
Recuerdo que fueron momento de muchas dudas y muchas preguntas. Largas conversaciones con Sonia, Marga, Gerardo de Entreculturas, mi familia, amigos, otros compañeros Volpa, con el SJMR la organización que me acoge aquí, etc. Intensas sesiones de búsqueda de información para encontrar una respuesta que no estaba en ningún sitio. 
Una de las motivaciones que encontré para no retornar fue el sentirme más útil aquí ante tanta gente vulnerable y necesitada que lo que podía aportar desde España. Por supuesto que el apoyo familiar recíproco y cercano hubiera sido importante y el hecho de no poder ni siquiera pensar en una fecha en la que pudiera tener la oportunidad de volver y ver a toda mi gente, no facilitaron la decisión final. 

Finalmente, el recuerdo de mis motivaciones para participar en esta experiencia allá cuando comenzamos en Octubre de 2018 y el conocimiento de esta realidad tan dura y demandante hicieron que, al fin y al cabo, percibiera que mi sitio seguía estando aquí por el momento.

¿Cuáles esperas que sean tu aporte y tu aprendizaje en este nuevo contexto?
En estos días tan largos, en los que, sin embargo, cuesta encontrar la motivación y concentración espero poder hallar una forma de transformar todas estas preguntas, dudas y reflexiones en aprendizajes y transformación. 

En este sentido, creo que una de las aportaciones que todos podemos ofrecer es poder ser más conscientes de nuestros propios privilegios; valorar más la ‘importancia de las cosas importantes’ que ante situaciones de carencia y necesidad como esta se hacen patentes como la solidaridad, las calidez humana, el contacto físico, fraternidad, etc.; además, considero que las sociedades debemos aprender a ser más humildes y sustentar nuestra existencia en valores más humanos y sostenibles y no en aspectos económicos o materiales que nos han generado esta sensación de falsa invencibilidad.