Fede Gerona e Isa Alfonso, VOLPAS en Brasil

Somos Fede e Isa, de 30 y 26 años respectivamente y somos de Badajoz. En estos momentos nos encontramos en el barrio de Compensa, en la periferia de Manaus, la ciudad más grande del norte de Brasil y de la Panamazonia. Hemos venido aquí a través del Programa de Voluntariado Internacional Pedro Arrupe (VOLPA) que ofrece Entreculturas.

Llegamos aquí en abril de 2014 y, desde entonces, hemos participado en dos iniciativas súper interesantes: en primer lugar, hasta diciembre de 2015, trabajábamos en una parroquia local atendiendo a migrantes haitianos y ayudándoles en el proceso de regularización de sus documentos. Y después, cuando el flujo de haitianos comenzó a disminuir por cambios en su trayecto migratorio, empezamos a colaborar con el CIMI (Conselho Indigenista Missionário), al que acudíamos dos días por semana para ayudar en las labores de la sede y con visitas a algunas tierras indígenas que están cerca de la ciudad.

La verdad es que la acogida por parte de ambas organizaciones ha sido espectacular. Al principio, cuando llegamos, no nos sentíamos muy seguros pero gracias a Arizete, una monja que vive en nuestro barrio, nos metimos en un grupo de capoeira para chavales en situación de riesgo de exclusión y nos ha ayudado mucho a integrarnos. También hemos hecho mucha amistad con jesuitas hechos de otra pasta como Fernando López y Rafa Lería, dos españoles -latinoamericanos de adopción- de los que hemos aprendido mucho y que nos han ayudado a conocer y sentir la Amazonia brasileña.

Toda esta experiencia nos está cambiando la manera de mirar la vida y de plantearnos el futuro. También hemos aprendido a valorar de una forma muy especial la naturaleza y la riqueza de los pueblos indígenas. Nuestro concepto del tiempo ha cambiado, hemos aprendido a ser más pacientes, a ser más generosos, a preocuparnos menos por las tonterías que antes nos afectaban más. Y, por supuesto, ver de cerca la repercusión de las empresas extractoras que destruyen la selva y amenazan la existencia de los pueblos indígenas nos ha llevado a reflexionar todavía más sobre la necesidad de replantearse el sistema capitalista. 

Sin duda, la experiencia VOLPA es algo que le recomiendo a todo el mundo. Se tienen algunos momentos difíciles pero, si tienes claras tus motivaciones (y eso se trabaja bastante en el curso previo) no hay nada que no se pueda afrontar. VOLPA está siendo una especie de graduación en la Universidad de la vida.