Últimas medidas para frenar brote de cólera en Haití
La población afectada por el cólera sigue aumentando día a día en Haití. Un recorrido por las regiones rurales del centro del país donde transcurre el río Artibonite, cuyas aguas fueron el origen de los primeros casos, han servido al SJR-LAC para confirmar que las cifras reales no reflejan la realidad de afectados y fallecidos. En muchos casos, los hospitales están demasiado lejos. Es la situación de la localidad de Grande Saline, en la desembocadura del río, donde no hay ningún tipo de servicio sanitario y se ha llegado a enterrar a muertos por cólera en fosas comunes.
El pánico colectivo es una de las preocupaciones principales del Servicio Jesuita a Refugiados tras esta visita a las zonas afectadas. Un ejemplo es cómo la falta de información ha llevado a muchos ciudadanos a dejar de comer cualquier alimento y de beber agua por miedo al contagio, lo cual los deja sin defensas ante la enfermedad. Así, se ha paralizado de manera abrupta el consumo de verduras, legumbres, mariscos y frutas locales, dejando en una situación muy difícil a pescadores, agricultores y comerciantes de estos productos.

Por eso la prioridad del SJR-LAC es sensibilizar, insistiendo en la prevención de las formas de contagio reales del cólera y evitando estigmatizar a los enfermos. Para ello han mantenido reuniones de urgencia con los líderes de los siete campos de refugiados donde trabajan habitualmente. Por su parte, Foi et Joie (Fe y Alegría), también socio de Entreculturas en el terreno, se está encargando de hacer llegar estos consejos a las comunidades y escuelas que gestiona, aunque, por ahora, éstas se hallen lejos del foco de la epidemia. Y es que, dada la crítica situación del país, con un millón de personas sin servicios básicos hacinadas en 1.350 campos de refugiados, el riesgo de brotes epidémicos es alto en todo el territorio.
En cada uno de los asentamientos con presencia del SJR-LAC se han adoptado medidas como organizar a voluntarios para higienizar permanentemente los baños o crear equipos para el transporte en los lugares donde no hay ninguna ONG especializada ni autoridad sanitaria, que estarán alerta para casos de urgencia. También se está animando a la población a no ocultar síntomas como diarreas, ya que muchas muertes se producen por iniciarse el tratamiento demasiado tarde. La carencia de materiales sanitarios es uno de los principales problemas que atajar, y el SJR-LAC ya se ha puesto manos a la obra para conseguirlos.
Crece la tensión en la frontera
El pasado 22 de octubre República Dominicana cerró la frontera con Haití para evitar la expansión de una posible epidemia, y desde entonces las tensiones se han agudizado. Según narran nuestros compañeros en el terreno, el bloqueo de la ciudad de Belladere, donde acostumbran a cruzar habitantes de Artibonite para realizar intercambios comerciales de productos haitianos y dominicanos, ha provocado disputas y violencia. Los haitianos se sienten humillados por el rechazo del país vecino, y algunos han pagado por cruzar ilegalmente por miedo a que sus almacenes del otro lado de la frontera fueran saqueados. Algunos de ellos han sufrido maltratos por parte de los ciudadanos dominicanos y dos mujeres haitianas han denunciado violaciones sexuales.

En el aspecto económico, hay que tener en cuenta que el mercado binacional de esta zona aporta al gobierno haitiano alrededor de 30 millones de gourdes (cerca de medio millón de euros) al mes. Los alcaldes de las dos ciudades fronterizas se han reunido para tratar de buscar soluciones favorables a ambas partes.
En la frontera norte, donde se encuentra el mercado binacional de Dajabon, la falta de información transmitida por el Gobierno ha provocado que cientos de comerciantes haitianos acudan a la zona con intención de cruzar, sin lograrlo. El Estado dominicano ha aumentado la presencia militar en la zona expulsando a todos los haitianos sin visado. La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas (MINUSTAH) hace guardia en la frontera del lado haitiano.
Elecciones en menos de un mes
Así, a un mes de las elecciones presidenciales y legislativas en Haití -programadas para el próximo 28 de noviembre-, la epidemia de cólera detectada en el país ocupa el centro de la atención internacional y de la actualidad haitiana. El coordinador de la acción humanitaria en Haití, Nigel Fisher, advirtió que "es una situación grave y que, en base a la experiencia que tenemos de las epidemias en otras partes del mundo, sería irresponsable que no nos preparásemos para una epidemia mucho más importante".
Ante el temor de una eventual propagación de la epidemia en la capital haitiana y otros departamentos del país, algunos analistas se preguntan si no se debería interrumpir la campaña electoral para evitar los riegos de contaminación durante las concentraciones humanas masivas.
Necesidad de atacar las causas de la vulnerabilidad en Haití
Frente a esos riesgos que se ciernen sobre Haití y, principalmente, sobre la capital Puerto Príncipe, es más que urgente reflexionar sobre la vulnerabilidad del país y sus causas para prevenir y, al menos, reducir los impactos de los desastres a raíz de los fenómenos naturales.
Los desastres no son naturales, resultan de "procesos o eventos que incluyen la combinación de un agente potencialmente destructor y una población en una condición de vulnerabilidad económica y social producida."

La vulnerabilidad social es producida fundamentalmente por un conjunto de condiciones socio-económicas, políticas e incluso culturales que inciden en las "las características de una persona o un grupo y su situación que influyen en su capacidad de anticipar, lidiar, resistir y recuperarse del impacto de un evento natural extremo".
¿Cuáles son las causas de la vulnerabilidad en Haití?: esta pregunta debería de estar en el centro del proceso de reconstrucción y del debate electoral. Los desastres que afectan el país por razón de su vulnerabilidad podrían convertirse en una oportunidad para colocar las bases de un nuevo Haití: descentralizado, justo, equitativo, democrático, incluyente, dotado de un Estado responsable, un país donde se respeten los derechos humanos y la dignidad de cada haitiano y haitiana.
Por desgracia, en el proceso de la "reconstrucción" se ha privilegiado el enfoque humanitario en detrimento de un enfoque de desarrollo "humano", "integral" y, sobre todo, "endógeno" y "sostenible".
Del mismo modo, se ha centrado la atención humanitaria en acciones inmediatistas y de emergencia en respuesta a cada desastre, sin pensar realmente en tomar medidas de prevención para la reducción de la vulnerabilidad haitiana.
A un mes de las elecciones, se esperan aún propuestas concretas por parte de los diferentes candidatos en torno a las principales problemáticas del país, entre otras: la gestión de la vulnerabilidad frente a las diferentes amenazas, la gestión del periodo post-sismo, la reforma agraria, la descentralización, las políticas sociales (en educación, vivienda y salud), el desempleo, la desforestación, la ordenación de las cuencas hidrográficas...
Queda un gran vacío en Haití en cuanto a respuestas concretas a preguntas fundamentales acerca de quién establece las prioridades para el país, quién define la agenda nacional, quién decide sobre el futuro del país y dónde, quién responde por el pueblo haitiano, concretamente por la población damnificada y desplazada, y quién vela por la vida y la seguridad de los haitianos de cara a las amenazas sísmicas y otras que se ciernen sobre el país.
Más información en www.sjrlac.org
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