Sur Sudán celebra el primer referendum de autodeterminación africano

Alistair trabaja mano a mano con nuestro principal socio en el terreno: el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), que lleva en Sur Sudán más de diez años promoviendo el derecho a la educación y la cultura de paz. En las zonas donde trabajan (estados de Ecuatoria del Este y Ecuatoria Central) no ha habido ningún incidente, lo cual es, en parte, resultado del trabajo de sensibilización sobre el Acuerdo Comprensivo de Paz (CPA) al que llegó el país en 2005. “Los locales que asistieron a los talleres de formación ahora conocen sus derechos y responsabilidades. Además aprendieron cómo votar en el referéndum, porque la inmensa mayoría de la población votó por primera vez en su vida en las elecciones de abril de 2010”, explica nuestro compañero.

Entre 1955 y 2005 el país vivió dos guerras Norte-Sur en las que la violencia dio sólo once años de tregua. El resultado fueron cerca de dos millones y medio de muertos y más de cuatro millones de personas refugiadas en otros países o desplazadas de sus hogares dentro de Sudán. Por eso la promoción del proceso de paz y la sensibilización son un trabajo tan necesario a la hora de evitar que vuelvan a surgir conflictos. Como nos cuenta Alistair, los sursudaneses están viviendo una “oportunidad única” para reescribir su historia. Si el resultado del referéndum que se conocerá en febrero es positivo, lo cual parece lo más probable, cambiarán por primera vez las fronteras africanas heredadas de la época colonial.

“La gente tenía muchísimas ganas de votar, de expresar su opinión después de tanto tiempo sufriendo guerra y conflicto.  Los sursudaneses empezaron a hacer cola el sábado 8 de enero por la noche, un día antes del referéndum, incluso sabiendo que tenían una semana entera para votar. Y lo hicieron porque son conscientes de que ahora, después de tantos años de lucha, tienen una oportunidad única para conseguir su sueño: tener un país propio. Lloraban de alegría, cantaban, rezaban y bailaban mientras hacían cola”, narra el técnico de proyectos.

 

 

 

 

Y es que este pueblo está “convencido de que su vida va a cambiar radicalmente”, dice. “Durante muchos años, los habitantes del Sur se han sentido ciudadanos de segunda clase o incluso de tercera, debido a la marginación del Gobierno de Jartum. Ahora están muy contentos de la posibilidad de ver nacer su nuevo estado, y dispuestos a trabajar para tener una vida mejor”.

A pesar de este clima de esperanza, todavía queda mucho por recorrer hasta que la independencia de Sur Sudán sea una realidad. Siguen existiendo grandes desafíos, como los conflictos aún presentes entre los miseriya (Norte) y los dinka (Sur) en la región de Abyei, las negociaciones sobre la demarcación de fronteras o la gestión de la riqueza petrolera y de otros yacimientos minerales, situados en su mayoría en el Sur. Esto “sin duda es y seguirá siendo motivo de tensión entre ambos bandos”, explica nuestro compañero, pero añade que “tenemos que darle un voto de confianza a los sudaneses, tanto a los del Sur como a los del Norte, que esperemos respeten el resultado del referéndum”.

Nuestro trabajo: educación para refugiados y retornados

Las comunidades en las que trabajan Alistair y el JRS “también son conscientes de que hay mucho trabajo por hacer y de que están empezado casi desde cero (es uno de los países más pobres del mundo), pero tienen mucha ilusión”, apunta. Tanta que, a lo largo de los últimos meses, se ha producido un desplazamiento masivo de ciudadanos y ciudadanas originarios del Sur y refugiados hasta ahora en otros lugares, que quisieron regresar a votar y ser partícipes de este momento.

 

 

 

 

Nuestros socios del Servicio jesuita a Refugiados han acompañado a este pueblo desde su estancia como refugiados en Etiopía, Kenia y Uganda, después con los desplazados en el Sur de Sudán desde 1997 (Nimule desde 1997 y Lobone desde 2001), y ahora de manera aún más intensa después de la firma del acuerdo de paz en 2005. Trabajando con los refugiados sudaneses en Uganda y Kenia, el JRS reconoció la necesidad de preparar a las personas para la posibilidad de paz y la reconstrucción en Sur Sudán, y comenzó a capacitar a una gran cantidad de maestros. Actualmente, los mayores proyectos del JRS en la región se encuentran en Sur Sudán con más de 51.000 personas beneficiadas.

Alistair destaca el “aumento exponencial” del número de escuelas con las que trabaja el JRS en la frontera con Uganda, a través de un Convenio con la Agencia Española de Cooperación Internacional. En dos años, han pasado de 27 a 48. Porque una educación de calidad es clave para que este proceso de paz pase a la historia por su éxito.

 

flecha Para saber más de nuestras acciones en Sudán, lee el reportaje "Si hay paz, hay colegio"