Noche de té y solidaridad

Esther y Luis trabajan con la etnia indígena de los "yanomamo" o "yanomami" que habitan en relativo aislamiento en el estado Amazonas (Venezuela) y en los estados de Amazonas y Roraima (en el norte de Brasil). El primer contacto que mantuvieron con esta población data de 2002.

En palabras de Luis: "Nuestra primera tarea al aproximarnos a otro pueblo, a otra religión, es quitarnos las sandalias" o "El objetivo de la Misión es defender la vida allí donde está amenazada, asumiendo siempre el conflicto". La pareja hizo especial hincapié en el modelo de desarrollo depredador que recluye a los pueblos indígenas, quedando cada vez más concentrados, dado el interés exclusivo de los gobiernos por los grandes proyectos: la deforestación, la industria petrolera, las centrales hidroeléctricas o la minería a gran escala, etc. Planes que vulneran los derechos humanos de poblaciones indígenas y campesinas afectadas por dichas industrias extractivas encaminadas a la exportación.

Al mismo tiempo, se abordó la necesidad de establecer un diálogo intercultural (basado en el respeto mutuo) entre las diferentes filosofías indígenas y de Occidente; el derecho recogido en la Constitución de estos pueblos a una salud diferenciada; la reciprocidad y el aprendizaje mutuo, concibiendo ambas realidades como interconectadas. Según Esther y Luis, y a las puertas de una encíclica del Papa Francisco dedicada a la ecología: "En contraposición con las sociedades excesivamente individualistas de Occidente, deberíamos aprender de la intuiciones, valores y principios indígenas. Esto nos ayudaría a llevar una vida más feliz. Los pueblos indígenas guardan una relación armónica con el entorno ('todo lo que existe en la Naturaleza tiene un Dueño') y poseen una mayor capacidad de comprender todo de un modo más integrado (visión integradora): el ambiente, lo sagrado, las relaciones y un marcado sentido comunitario. En Occidente, hemos perdido la mística..."