La escuela, el corazón de los barrios (1 de octubre: Día del Hábitat)

Solidaridad es un barrio de los suburbios de la ciudad de Salta, en Argentina. Solidaridad podría ser un barrio marginal como cualquier otro de América Latina: casas de construcción precaria, calles de tierra, ausencia de red de gas natural, por lo que se utilizan garrafas y leña de todo tipo, ausencia de los servicios mínimos, alta tasa de trabajadores temporales y desempleados, bajo nivel de instrucción de los padres, madres y tutores, además de un ambiente de violencia donde el tráfico y consumo de drogas está muy presente. Un barrio al que además hay que sumar el estar asentado en un gran basurero lo que afecta a la vida de las más de 18.000 personas que en él habitan.

Pero su nombre hace sospechar que en él se está fraguando algo. Solidaridad cuenta con una comunidad dispuesta a transformar su realidad. Una comunidad que se articula en una red de instituciones que entrelazan sus caminos en aras de mejorar la vida de los habitantes. En esta red, el centro educativo de Fe y Alegría, apoyado por Entreculturas, es un actor fundamental. Se trata de una escuela que nació gracias a que los padres de la comunidad colaboraron en su construcción. Antes los niños y niñas asistían a las clases en casas cedidas por los habitantes o bajo los pocos árboles que se podían encontrar.

Desde su nacimiento, la escuela abrió sus puertas a las instituciones del barrio que hoy conforman una gran red que trabaja coordinadamente. Hoy en día, acoge a la Escuela de Ciudadanía "Macacha Güemes" que tiene como finalidad promover una ciudadanía activa a través de animadores y animadoras de barrio. Sus aulas de informática, la biblioteca popular y la guardería también están abiertas para que la comunidad haga uso de ellas. Y sus instalaciones se ofrecen a las instituciones que abordan, de forma conjunta, la problemática de la violencia en el barrio para que puedan reunirse y realizar actividades.

La escuela de Fe y Alegría ha puesto todo su empeño en hacer del barrio un lugar más habitable. Con su labor va mejorando las plazas y calles del barrio y recuperando zonas degradadas. El alumnado ha participado en la creación de barreras forestales y han desarrollado talleres de siembra en el barrio con la participación de vecinos de todas las edades contribuyendo a crear un entorno más amigable.

El profesorado del centro también son personas comprometidas con el desarrollo del barrio. Un contacto permanente con las familias de los alumnos y alumnas les permite adaptar el curriculum del centro a la realidad en la que se ubica. Por otra parte, realizan actividades dirigidas a niños, niñas y jóvenes de todo el barrio. Como ejemplo está la confección de un gran mural representativo de las actividades que el barrio tiene en marcha y en el que participaron todos los niños y jóvenes, escolarizados o no.

La acción conjunta de todas las instituciones ha conseguido que las administraciones comiencen a tener presente al barrio Solidaridad y, hayan iniciado la electrificación de parte del mismo.

El centro de Fe y Alegría no ceja en su empeño de transformar el barrio y de acometer iniciativas que, poco a poco, van consiguiendo dar esperanza a sus habitantes de poder llegar a vivir en las condiciones de dignidad que todo ser humano merece tal y como expresa Hector Morales, director de la escuela de Fe y Alegría: "El sentido de nuestra tarea es garantizar que la gente se apropie de sus logros, sus inquietudes y sus deseos. La sintonía por lo comunitario que tienen los grupos que pertenecen a la red nos permite tener la esperanza fundada de que las iniciativas van a tener la posibilidad de ser encauzadas."

 

Efecto asentamiento, la escuela como motor de cambio de los barrios

Habitat_centro Un hábitat saludable favorece el desarrollo de los alumnos y las alumnas física, psíquica y emocionalmente. Por ello, Entreculturas concibe, necesariamente, la escuela como motor de desarrollo de la comunidad donde se ubica. La llegada de la escuela es el germen del barrio, influyendo tanto en su ordenamiento físico como en su articulación social. Se podría decir que antes de que haya barrio, ya hay escuela

Cuando las escuelas del Movimiento de Educación Popular Fe y Alegría, principal socio local de Entreculturas en América Latina, se asientan en barrios altamente marginales, pasan a ser un modelo de referencia en cuanto al ordenamiento del hábitat. La aparición de una escuela suele ir pareja a un sistema de canalización y alcantarillado utilizado por la comunidad. Asimismo, una escuela impulsa modelos de construcción que promuevan la salud (inclusión de letrinas, por ejemplo) y la creación de espacios de servicios para la comunidad como centros sociales y centros de salud dependientes de ellas. 

Por otra parte, los modelos de equidad de género, de actitudes no violentas, de participación y de respeto a un desarrollo sostenible, entre otros, que se tratan de favorecer en las escuelas, impregnan los valores de la comunidad.

Pero la ciudad también es su entramado social. Así, las escuelas que apoyamos no sólo inciden directa e indirectamente en el hábitat físico de los barrios, sino también en la articulación de la sociedad. Asumir la capacidad política de la escuela es, precisamente, abordar los efectos de las crecientes desigualdades y de las crisis de cohesión social dentro, tanto de la institución educativa, como de la comunidad. Esto es posible gracias a la legitimidad que la comunidad atribuye a la institución. Esta legitimidad viene determinada por el grado de involucración y participación de la institución en la realidad en la que se ubica. Por ello, nuestras escuelas buscan formar parte de redes con instituciones y otros actores sociales de la comunidad. Estas redes son una herramienta sumamente valiosa para revalorizar y capitalizar el trabajo local. 

 

La pobreza se traslada a las ciudades   

Esta influencia de la escuela en el hábitat de los barrios donde se ubican está teniendo mucha importancia dado el proceso de "urbanización de la pobreza" que viene produciéndose. 

Actualmente, 3.300 millones de personas en el mundo viven en centros urbanos, es decir, alrededor de un 50% de la población mundial. Para el 2030 se prevé que esta cifra ascienda a 5.000 millones de los que el 95% estará ubicada en países en desarrollo. En las próximas tres décadas, la población urbana de Asia se doblará pasando de 1.300 millones a 2.600, en África pasará de 294 millones a 742 millones, mientras que en América Latina y Caribe pasará de 400 a 600 millones, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas. 

El crecimiento de las ciudades no es un mal en sí mismo, pero sí el que se realice de forma no planificada. Los problemas a los que se enfrentan los pobladores de barrios marginales van desde carencia de servicios básicos (acceso a agua potable y canalizaciones con las consecuencias en la salud y la difusión de epidemias, acceso a la educación, a servicios médicos,...), malnutrición de los habitantes, carencia de infraestructuras y ausencia de organizaciones, hasta estructuras que potencien un tejido social fuerte clave para el desarrollo de los barrios y ambientes de violencia. La causa de la violencia debe buscarse no tanto en la pobreza, como en las situaciones de desigualdad. 

A lo descrito anteriormente hay que sumar la vulnerabilidad de las zonas donde suelen ubicarse los barrios marginales: laderas de montañas con peligro de corrimientos, cuencas de ríos que, ante las crecidas quedan devastados, etc. Frente a esta situación se necesitan soluciones integrales pues la ciudad es resultado de un complejo entramado de elementos que se determinan los unos a los otros influyendo en la dinámica urbana. 

 

Para más información:

Tomorrow's Crises Today: The Humanitarian Impact of Urbanisation. Informe en profundidad realizado por la Agencia de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en relación al Día Internacional del Habitat. 

Segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos
(Hábitat II)
. Estambul, Turquía 3 al 14 de junio de 1996