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Escuelas refugio, escuelas de PAZ

 

“Mis amigos y yo nos echamos mucho de menos. Estudio décimo año a distancia con Zoom. Asiste poca gente, no es interesante, mis compañeros se distraen todo el rato con las explosiones, porque los profesores se han quedado en Járkiv”.

Esta es la historia de Inha* que con dieciséis años ha atravesado más de un mil kilómetros hasta Leópolis junto a su familia huyendo de la guerra, desde la segunda mayor ciudad de Ucrania, Járkiv. Más de 6 millones de personas ya se han visto obligadas a abandonar Ucrania hacia países fronterizos como Polonia, Hungría o Rumanía. La mitad son niños y niñas. 

Las guerras afectan actualmente a más de 420 millones de niños y niñas como ellos en todo el mundo, llenando sus vidas de miedo, inseguridad y, en muchos casos, también de desplazamiento forzoso. Más de 40 millones se han visto obligados a abandonar su hogar, su familia, su escuela, para salvar sus vidas.

“Todo empezó a las 6 o a las 5 de la mañana con unas explosiones. Saltó por los aires una unidad militar que está a las afueras del pueblo de Nechaev. Después bombardearon Jerson y a las 10 nuestra ciudad ya estaba ocupada”, nos explica Olha*, una refugiada ucraniana que está siendo acogida por el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Leópolis. 

Con motivo del Día Internacional de las Personas Refugiadas, que conmemoramos el 20 de junio, desde Entreculturas y Alboan lanzamos la campaña Escuela Refugio bajo el lema “La educación construye PAZ”, para pedir que la escuela sea para la infancia un espacio de paz, de protección, de inclusión y de convivencia, así como para visibilizar el trabajo que JRS lleva a cabo en países como Ucrania, Líbano, R. D. del Congo, Tanzania o Colombia. 

 

 

Ucrania: espacios de esperanza

Dentro de Ucrania, son más de 7 millones las personas que se han visto obligadas a desplazarse internamente, siendo gran parte de ellas niños y niñas. Desde que comenzó la guerra, 22 escuelas al día han sido atacadas o utilizadas militarmente, dejándolos sin su espacio de juego, de formación y de seguridad.

 

 

 

 

“Cuando nos recibieron aquí, especialmente en esta comunidad jesuita, simplemente no se puede explicar con palabras, su bondad, su generosidad, cómo se han preocupado de nosotros”, nos cuenta desde el JRS en Leópolis Yushin Olena, quien ha huido junto a sus hijos, su hermana y los hijos de ésta de la región de Sumy, en la ciudad de Ojtirka. “Lo que han hecho por nuestros hijos e hijas es mucho más de lo que esperábamos, en Ucrania no hay ningún sitio que se preocupe tanto por los niños y niñas”. 

Además de dentro de Ucrania, JRS ofrece su respuesta de atención, acogida y acompañamiento a la población refugiada ucraniana en los países fronterizos: Polonia, Rumanía y Hungría, de forma más inmediata, pero también en Bosnia-Herzegovina, Croacia, Kosovo, Macedonia y Serbia.

“Las casas de acogida en Ucrania están empapeladas de dibujos infantiles, uno de los recursos utilizados por los cuidadores para acompañar a los niños y niñas, a través de los cuales uno intuye los que sueñan y les preocupa, su particular forma de vivir la guerra”, afirma nuestro Vicepresidente Ejecutivo, Daniel Villanueva SJ, que visitó la labor de JRS Ucrania en el mes de abril.

Además de ofrecer refugio, alojamiento y alimentación, trabajamos para que los niños y niñas sigan teniendo acceso a la educación, a esos espacios de seguridad y de paz. Por eso hemos desarrollado las llamadas “aulas amigables”, que son aulas creadas en escuelas y guarderías de los países de acogida que favorecen la integración de la infancia refugiada ucraniana. Son espacios donde pueden jugar conjuntamente de forma libre y que les aporta una gran parte de normalidad a sus vidas. Contamos para ello con madres ucranianas que son profesoras y dedican este tiempo de forma voluntaria. 

Con adolescentes y jóvenes estamos llevando a cabo actividades artísticas de todo tipo como visitas al zoológico, teatro o danza y cursos de idioma para facilitar la comunicación y la integración. Acompañamos también a docentes de los países de acogida para que puedan gestionar la inclusión de los niños y niñas refugiados. 

 

 

 

Líbano: escuelas de paz

“A causa de la COVID-19, la escuela cerró 2 años y nos vimos obligados a adaptarnos al aprendizaje a distancia”, nos cuenta Hiba Lakki, profesora de JRS Líbano en la  Escuela Telyani, en Bar Elias. “Las crisis económicas crean crisis educativas, debido a estas crisis algunas personas prefieren mandar a los hijos a trabajar antes que al colegio a estudiar, y otros no tienen dinero para pagar el transporte”. Como explica Hiba, los efectos económicos de la COVID incidieron en el número de nuevas matriculaciones para el curso 2020-21, ya que tanto el trabajo infantil como los matrimonios forzados aumentaron, lo que impidió que muchos niños y niñas pudieran acceder a una escuela. 

“A pesar de todo lo que sucede en Líbano, como la explosión de Beirut, la COVID-19, la situación económica, el confinamiento en el país, nada nos detuvo”, afirma Heba al Basa, directora del JRS Líbano. “Nunca dejamos de hacer que el alumnado siga recibiendo una educación, ni de proporcionarle alimentos ni kits de higiene”. 

«Cuando regresamos a la escuela, estaba muy feliz, ya que es un lugar seguro para mí, donde puedo ver y hablar con mis amigos”, comenta M.E., alumno del JRS Líbano.

Líbano cuenta con la peculiaridad de acoger a un volumen de personas refugiadas sirias que equivale a una cuarta parte de la población del país. La debilidad de las infraestructuras y la escasez de recursos para hacer frente a un flujo de personas refugiadas tan significativo, como consecuencia, más de 300.000 niños y niñas refugiados siguen sin escolarizar. 

Junto a JRS, llevamos implementando desde 2012 programas para la atención y acogida de personas refugiadas en el país. Nuestros programas educativos están focalizados en educación preescolar, educación primaria y apoyo escolar tanto en zonas urbanas como rurales.

 

 

 

“Intentamos promover la paz entre los niños y niñas, primero, dejándolos trabajar juntos, porque aunque sean de Siria y están en situación de refugio, vienen de diferentes zonas, y una vez que trabajan juntos, están construyendo, de alguna forma, un puente entre ellos. Este es el primer paso para construir paz”, afirma Joseph Youssef, docente de JRS. 

La educación es clave para fomentar el diálogo frente al conflicto, la empatía frente a la hostilidad, la acogida frente al rechazo. La educación es fundamental para la creación de una cultura de paz, para construir un mundo más justo y solidario y el lugar ideal para construir y fomentar esa educación construya la paz deben ser las escuelas. 

* Los nombres de las personas han sido cambiados por motivos de seguridad y para proteger su identidad.

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