Diario de Rozalén y Beatriz en Chad - Día 2

DIARIO DE ROZALÉN 

Parece un pueblito tranquilo, alejado de todo. El campo de refugiados está lleno de casas de paja y adobe. Es todo tierra. Los burros, el medio de transporte. Hay niños por todas partes.

Hemos conocido a Aisha, que nos ha abierto las puertas de su casa, nos ha ofrecido café con jengibre y los dulces que ella cocina. Y nos ha abierto también las páginas de su historia: Cómo comenzó el conflicto en su país, los robos del ganado, del dinero, la inseguridad en los mercados, las peleas... La masacre.

Presenció cómo alineaban a sus vecinos y les arrebataban la vida de una sola ráfaga de disparos, con una sola arma... Fue testigo de los ríos de sangre que bebía la tierra donde corrió feliz de niña. Huyó durante años junto a su madre. Le obligaron a casarse a los 13 años con un hombre al que no amaba. Un hombre que más tarde la maltrató y humilló... Y del que pudo divorciarse a pesar de lo que eso supone en su sociedad. Aisha fue mutilada a los 9 años.

Para ella no existe el placer sexual. Cada una de sus relaciones íntimas está asociada al dolor. Cada vez que da a luz a una nueva criatura sangra durante meses, años... Reabrir. Coser. Herida tras herida. Cicatriz tras cicatriz. Y a pesar de todo, ella luchó por su vida y por la felicidad de sus hijos. Es directora de una de las escuelas y defiende los derechos de las niñas y mujeres refugiadas en Chad. No se le borra la sonrisa de la cara. No es de este planeta.

Su hija Sima, en un taller que hemos impartido esta tarde con adolescentes, tras la pregunta ¿qué encontráis tras vuestra Puerta Violeta? ha respondido: Yo, detrás de la Puerta Violeta, encuentro a mi madre.

DIARIO DE BEATRIZ

Hoy hemos visitado por primera vez el campo de refugiados de Djabal, al este de Chad, en la frontera con Sudán. Hoy, por fin, hemos conocido a Aisha y su familia. Habíamos oído hablar mucho de ellas. Hoy nos ha contado su historia. Porqué, cómo llegó aquí, qué le ha marcado en su vida.Y no puedo ni quiero reproducir sus palabras. Nos hemos roto todas, también el único hombre del equipo. ¿Quién no quiere proteger a sus hijas, a sus hijos, a sus seres queridos? ¿Quién no quiere vivir en paz?

Ella es ejemplo, referente. Contra las atrocidades, para que no se repitan, educa. La educación y la memoria son las claves para salvarnos, para acabar con las tradiciones que mutilan a niñas y las condenan al dolor y las secuelas de por vida, para reconocernos también como personas (aún hay quien ve a niñas y mujeres como ganado, en todo el mundo), para mejorar este planeta y resaltar la forma amable de funcionar, para... ¡tantísimas cosas!

Hoy se nos ha roto el alma pero también se nos ha reconstruido a base de esperanza, que es lo último que se pierde y la sensación que nos deja esta mañana de charla con Aisha.