Diario de Rozalén - Día 5
Comienza bien temprano nuestro último día en Guatemala. Sara Curruchich ha conseguido un cierre de viaje fabuloso. Hemos dado un concierto en la calle a las puertas del Centro Cultural Luis de León, en San Juan del Obispo, muy cerquita de Antigua.
Me he llevado al mismo llegar una grandísima sorpresa. Me han recibido muchas personas que se han desplazado para encontrarnos, personas que nos escuchan desde hace años. Hasta me han pedido canciones que no tengo ni grabadas. No han parado de decirme que no se podían creer que estuviera en su país, que era como un sueño. Yo sí que no puedo creer que me escuchen desde tan lejos...
Luis de León es un importante poeta guatemalteco. Está desaparecido. Sólo saben que fue asesinado por el estado. Su hija y su esposa son quienes llevan el centro cultural adelante. Hoy he escuchado que “Guatemala es el país que mata a sus poetas”. No... No es cierto. En verdad son muchos los países que han matado a sus poetas.
Un grupo de niños han abierto y cerrado la mañana tocándonos unas enormes marimbas. He alucinado con el ritmo y la disciplina de los peques.
Después Alfonzo Rafael e Ixmukane Choy, dos jóvenes cantautores que han entregado su voz a sus raíces y a la vida. Sara nos ha hecho agradecer juntos hasta con fiebre y anginas. Pero es que ellos tienen una energía diferente... Y una valentía que ilusiona a cualquiera.
Después nuestro turno. Siempre es emocionante escucharos cantar juntos nuestras canciones, pero cuando no te lo esperas todo se incrementa. No he podido disimular el nudo en la garganta al cantar ‘Justo’ ahí, en ese instante, en ese lugar, observando las reacciones de las personas mientras recordábamos a los desaparecidos.
Cuanto más conozco, más cuenta me doy de que no es mi historia, no es su historia, es nuestra historia.
Andaba emocionada pensando que esos jóvenes son hijos, nietos de quienes dieron su vida por sus ideales, por defender su cultura, sus raíces y a la Madre Naturaleza. Pensaron que callándolos, aniquilándolos, terminarían con ellos, pero el efecto fue todo lo contrario: es mucho más importante su voz ahora, a través de sus sucesores.
Sara nos agradecía todo el rato la escucha, lo importante que era para ella que conociéramos y transmitiéramos lo que nos contaba. Porque contar su Historia es dotarla de valor y de reconocimiento.
Después hemos paseado por el mercado y las calles empedradas de la bella Antigua. Adoro las ciudades de edificios bajos rodeadas de altas montañas verdes. Las nubes me han impedido ver las cimas.
Y una historia que me ha emocionado muchísimo para cerrar este día. De esas duras, con final hermoso.
Un grupo de decenas de mujeres fueron violadas sucesivamente durante los años del conflicto armado del país. Para eso servían, para satisfacer obligadas a los hombres que volvían cansados de su lucha. Sus esclavas sexuales.
Hace poquitos años estas mujeres se unieron, se fueron animando poquito a poco unas a otras para denunciar estos abusos y hacer justicia, pero lo hacían cubriéndose la cara con sus pañuelos, por la duda, por el miedo... Lo consiguieron y los responsables de estas humillaciones fueron juzgados y encarcelados.
Ese día todas esas mujeres se atrevieron, salieron a la calle, mostraron sus rostros y alzaron sus pañuelos al viento en señal de su Libertad...