Diario de Rozalén - Día 3
Nací en 1986. Guatemala se hallaba en pleno conflicto armado interno. Aún faltaban 10 años para los acuerdos de Paz de 1996, cuando yo tenía felizmente 10 añitos. Se reconoce entonces el rico estado pluriétnico. Este rincón del mundo goza del regalo de 21 etnias, 23 idiomas.
Esta guerra de 36 años está marcada por la persecución, opresión y exterminio del pueblo indígena. Son tantísimas las historias de asesinatos, masacres y violaciones macabras las que me están contando que creo que no soy capaz de reproducirlo en este diario.
Una de las políticas representativas es la conocida como ‘tierra arrasada’. Consiste literalmente en arrasar comunidades enteras, aniquilar pueblos, quemar sus casas y a quienes las habitan. Son miles y miles los muertos, los desaparecidos. Otro genocidio... A día de hoy siguen asesinando cada cierto tiempo a líderes indígenas por intereses territoriales y económicos. Son muchas las empresas de todo el mundo que están detrás, también españolas.
Hoy, uno de los trabajadores del hotel nos ha dicho que “con Rios Montt sí que se vivía bien”. Uno de mis compañeros le ha preguntado si era el mismo que asesinó a tantas personas. Él ha respondido que sí, porque había que matar a esos guerrilleros peligrosos.
La Iglesia Católica se dividió en quienes apoyaban a los militares y quienes apoyaban a los guerrilleros, estos últimos asociados a la Teología de la Liberación. Me cita un sacerdote Jesuita uno de los lemas populares: “Haga patria, mate un cura”. Me he acordado de la primera vez que mi padre me nombró emocionado a Oscar Romero.
Todas esas secuelas, ese dolor, esa impotencia, están claramente vigentes en la actual sociedad guatemalteca. Hace demasiado poco que ocurrió... Es increíble el racismo entre miembros de un mismo país... Cómo querían que odiasen su cultura milenaria y el color de su piel.
Hoy la protagonista del día ha sido Kim, niña colibrí. Dejó sus estudios a los 11 para hacer trabajos domésticos. A los 16 volvió a estudiar a escondidas.
Hemos compartido la mañana en la escuelita donde ella estudió con alumnos, maestras, voluntarios y mamás. Pedimos juntos deseos en forma de colibrí y los pegamos en un cielo azul en la pared. Una mamá de 21 años con 3 hijos que carga a un bebé de meses en la espalda desea algún día a aprender a leer y a escribir. La mayoría de las niñas quieren ser maestras, otras secretarias, otra, diseñadora de moda.
Kim nos ha invitado después a conocer su casa y su familia. Viven en una casita de láminas de zinc sobre el suelo de tierra. Toda la casa es más pequeña que mi salón. Son 7 hijas. Duermen todos juntos en 3 camas. La más pequeña se nos ha colgado del cuello desde el principio y hemos jugado y reído mientras la mamá, emocionada hasta las lágrimas, nos agradecía la visita a su humilde hogar porque nunca nadie las viene a ver. Ella cobra un tercio de lo que cobran sus compañeros hombres por el mismo trabajo. Los perros, gatos y las gallinas con sus polluelos nos interrumpen continuamente la charla.
Yo sé que Kim leerá esto porque ya somos amigas en Facebook, así que quiero darte las GRACIAS por recibirnos con tanto cariño. Espero de corazón que no decaigas en tu lucha y sigas siendo ejemplo de que si se quiere se puede. Ojalá volvamos a encontrarnos cuando seas una gran locutora de radio.