Pita falta para que se nos escuche

Entreculturas y su socio local sobre el terreno, el Servicio Jesuita a Refugiados, trabaja con ellos para apoyarles en sus duras condiciones, no sólo acompañándoles, sino proporcionándoles protección y formación. Se trata de jóvenes de entre 4 y 18 años, huérfanos en su mayor parte o que han sido separados de sus padres, y que sufren la cada vez más alarmante oleada de violencia en Johannesburgo.

También los refugiados adultos forman parte de este proceso, ayudando en el cuidado de los más vulnerables, con el apoyo de trabajadores sociales del SJR que se encargan de la supervisión del proyecto.

En esta iniciativa se contemplan además actividades de formación profesional para adultos, así como planes de asistencia (sanidad básica, distribución de comida y otros bienes) orientados a personas con fuerte vulnerabilidad, tanto jóvenes como adultos.

El SJR trabaja desde 1998 en Sudáfrica y está presente además en otras ciudades como Pretoria y en la provincia fronteriza de Limpopo, para hacer frente a esta realidad silenciada. Los refugiados urbanos se enfrentan a la marginación, al desempleo o la explotación laboral, a vivir en barrios apartados con difícil comunicación, y en ocasiones, como ha pasado en Sudáfrica, a sufrir violencia por parte de la población local. Por eso es necesario que no se sientan solos.