Huracanes en Dominicana y Haití

En Dominicana, Gustav causó ocho muertos e inundaciones en las provincias de Santo Domingo, San Cristóbal, Sánchez Ramírez y Distrito Nacional, afectando a centenares de viviendas. En suelo haitiano, ha provocado la muerte de 76 personas, además de deslaves, inundaciones considerables y casas e infraestructuras destruidas. Las autoridades locales hablan de 10.300 familias damnificadas y en el sureste haitiano el 75 por ciento de los terrenos cultivados han quedado destruidos. Por su parte, la tormenta tropical -Hanna-, se cobró la vida de más de 60 personas en Haití, una cifra muy similar a la que ha dejado a su paso el último huracán, "Ike". 

 

Reflexión cuando se vive el dolor de primera mano

"...Hoy vivimos una nueva tragedia con el paso de Fey y Gustavo, apenas 10 meses después de Noel, con ocho muertes en Guachupita. Un derrumbe que ocurrió justo al lado de casitas recién reparadas por las mismas autoridades.

La gente se mueve entre tragedia y confusión, pues se evidencia que, ni los organismos gubernamentales ni las organizaciones sociales, cuentan con un plan real y organizado que les deje paz a las 30 ó 40 familias que continúan en peligro en el llamado Jarro Sucio. Es un lugar que está lejos y está cerca, fuera de los planes suntuosos de embellecimiento y modernidad.

En ese lugar hacinado, producto de la inequidad en la repartición de la tierra, bajo la sombra de una ilegalidad injusta, quedará sepultado entre las rocas ajenas el recuerdo de una mujer luchadora (trabajadora, llena de esperanzas) y de seis niños que, tal vez, estaban ya enterrados para las autoridades, pues ellos no encajaban en las políticas públicas del pasado discurso de nuestro presidente. No hay forma de que hubieran podido entrar en un aula cibernética con tantas brechas, a causa de las deficiencias nutricionales y la baja calidad de su educación.

La deuda social de tantos años y los planes que acabamos de escuchar el pasado 16 de agosto, se igualan al derrumbe que causó Gustavo. La falta a la promesa de una solución definitiva para estas familias es tal vez la verdadera causa de su muerte.

¡Cuáles serán ahora las lecciones aprendidas de Fey y Gustavo! ¡¿Cuántas veces más tendremos que morir y nacer?! ¡Cuántos presupuestos sin equidad tendremos que presenciar! ¡Cuánto más podrán soportar esas heridas que se rehacen con gotas de lluvia!

La historia está y no debería seguir estando. Es responsabilidad de todas y todos cambiarla, pero es un deber inaplazable del Gobierno consignar los montos en este presupuesto 2009, no en obras fantasmagóricas propias de cuentos de hadas, mas sí en la implementación de una vez por todas de la ley de gestión de riesgos. Es hora de que el Gobierno levante la inversión en vivienda del pírrico 1% del PIB a por lo menos un 2%, como estaba antes de la crisis del 2003. Pero a través de una verdadera política de vivienda que provea una vida digna a tantas familias que se encuentran viviendo en condiciones que deberían fundamentar un discurso de toma de posesión distinto, apuntando a mejorar infraestructuras básicas que hablaran de agua, saneamiento, salud, educación. Es inaplazable declararnos en situación de emergencia y actuar como tal.

Debemos recordar que vivimos en un país con un 42% de personas viviendo en condiciones de pobreza que las coloca en un estado tal de vulnerabilidad haciendo que los fenómenos naturales sean desastres, y actuamos de manera reactiva a su paso. El próximo presupuesto debe hablar de la disposición de implementar el sistema de gestión de riesgos y de la decisión clara y firme de eliminar la pobreza con políticas públicas a largo plazo."

 

Enlace de interés:

Centro de Estudios Sociales Padre Juan Montalvo