Esperanza en Indonesia - Reportaje TVE

Hemos conversado con mujeres valientes, capaces de sobreponerse a la adversidad que les golpeó y arrebató maridos, hijos y posesiones. Mujeres como las de la localidad de Lamno, que no sólo tejen esteras, sino una vida que comienza. El SJR está apoyando este tipo de actividades de generación de ingresos mediante la concesión de créditos sin intereses. Los criterios que priman a la hora de apoyar una u otra actividad son que el beneficiario sea una persona en situación de extrema vulnerabilidad y que la actividad revierta en beneficio de la comunidad. Así sucede con un taller de forja de acero donde las herramientas se utilizan por los campesinos de la zona, un taller de motos que evita que los habitantes de las localidades cercanas tengan que realizar un trayecto de dos horas para poder reparar sus vehículos, o las comunidades de pescadores que perdieron sus barcas y sus cocederos de pescado, es decir, su medio de vida. Estos apoyos tratan de ser coherentes con un desarrollo sostenible que no genere futuras dependencias.

Hemos visto escenas cotidianas relacionadas con la educación que reflejan que la vida recobra su normalidad. Niños caminando por los márgenes de las carreteras cargando sus mochilas, padres y madres llevando a uno, dos y hasta tres hijos en una moto, niños y niñas en bicicleta, solos o transportando a un compañero. Todos ellos camino de su lugar de estudios. Hemos visitado escuelas llenas de estudiantes, ubicadas en edificios recién construidos, barracones o tiendas sobre la arena. Hemos conocido docentes voluntarios apoyados por el SJR que cuentan con la firme convicción de la importancia que la educación reviste. Y hemos acompañado a los voluntarios del SJR en las actividades extraescolares, que buscan no sólo complementar los conocimientos, sino ayudar a los niños y niñas a superar los traumas originados tanto por el tsunami como por el conflicto bélico que ha padecido la región durante 30 años y que finalizó el pasado agosto con la firma de un acuerdo de paz entre el gobierno y el grupo guerrillero GAM.

Y es que la reconstrucción de las casas ha sido más sencilla que la reparación de los daños emocionales. Acompañar es la misión del SJR y, en el terreno, se puede comprobar que no se trata de meras palabras.

El personal y los voluntarios del SJR son uno más cuando llegan a las comunidades a las que apoyan. El acompañamiento se traduce así en una "forma de comportarse". Se puede apreciar a simple vista que la relación con los beneficiarios ha pasado a ser una relación de amistad donde el respeto y el cariño son una constante en cada una de las pequeñas acciones que se llevan a cabo. Pero el acompañamiento es también una forma de concebir la cooperación en la que los beneficiarios son los verdaderos responsables de su propio desarrollo. El SJR trabaja con las comunidades y no para las comunidades. Así lo entienden Putji, Ahmat, Gulug, Ansar o Navita, mujeres y hombres jóvenes, cristianos y musulmanes, bien preparados, con confianza en que un mundo mejor es posible y con una entrega plena. Todos ellos forman un colectivo dinámico en el que la diversidad se vive como una gran riqueza de la que aprender cada día. Diversidad que se refleja en las personas que acompañan, personas necesitadas sea cual sea su religión.