Entrevista con Luisa Pernalete, educadora popular de Fe y Alegría


En primer lugar, ¡enhorabuena por el premio! ¿Cómo te has sentido con este reconocimiento?

Si soy sincera, primero totalmente sorprendida. Cuando llamó el señor embajador no lo podía creer. No soy "el acostumbrado defensor de DDHH",  nunca he ido a ningún organismo internacional, por ejemplo, siempre he vivido y trabajado en la provincia, mis espacios son los micros, todo muy desde abajo. "¿Está seguro?" le pregunté al señor embajador de Canadá. ¡No lo podía creer! Ya con más calma, pensé en dos cosas, primero, que más que preguntar "¿Por qué yo?" -dado que lo que hoy hago llevo décadas haciéndolo y no creo que sea nada extraordinario- me pregunté "¿Para qué?", y pienso que servirá para que en los "coros" en los que canto, esas voces se escuchen más; y, en segundo lugar, que es algo importante el hecho de que un sector cualitativamente importante de la sociedad reconozca un trabajo como el que yo hago, y he recibido esta nominación con alegría y humildad.

 

¿A qué se debió tu desembarco en el Movimiento de Educación Popular Fe y Alegría? ¿Cómo ha sido tu trayectoria en él?

Vieja historia. Estudiaba en Maracaibo, en la Universidad del Zulia. Me sentía muy insatisfecha viendo tantos problemas y yo con mis días invertidos en la biblioteca... entonces un profesor me invitó a participar en una experiencia innovadora de Fe y Alegría, en un barrio tan marginal que no aparecía en el plano, era un proyecto experimental (para formar maestros para la educación primaria) e, inmediatamente, dije que sí. La  contratación fue por 4 horas semanales y ahí me enganché. Tenía 21 años entonces y este año cumplo 60. No me he arrepentido de esa decisión. Desde entonces he pasado por todos los roles posibles: profesora de ciencias sociales, directora de esa escuela -que hizo historia en Fe y Alegría por su creatividad-, luego de un receso me fui a México en 1980, luego volví al equipo regional del estado Zulia, donde impulsé junto a Perez- Esclarín un proyecto para profesionalizar docentes en ejercicio; a continuación fui nombrada Directora regional de Fe y Alegría Zulia. Más tarde, en 1998, me pidieron que me viniera al estado Bolívar -al otro extremo del país- a ser Directora de esta zona-, cargo que dejé en enero del 2009 para dedicarme, hasta el día de hoy, al Centro de Formación e investigación Padre Joaquín de Fe y Alegría, donde trabajamos por el derecho a la vida (no se olviden que Venezuela ostenta una de las tasas de homicidios más elevada de América  Latina). 

¡En realidad he hecho de todo! Y, mientras tanto, escribo, me  entrevistan en la radio de Fe y Alegría todos los martes, hago una columna en el periódico local todos los lunes, imparto conferencias sobre cómo cultivar la paz y parar la violencia por todo el país... un canal de TV local me ha pedido que hagamos unos micros... denuncio, animo... ¡te aseguro que nunca me aburro!

 

Luisa Cecilia Pernalete. / Entreculturas

 

Desde tu punto de vista, ¿qué es lo que convierte la educación en un derecho fundamental de todas las personas?

Bueno, los derechos  humanos son interdependientes, uno empuja a los otros y todos son necesarios... pero la educación se considera un derecho que posibilita el disfrute de los otros porque permite que la persona educada -formada se entiende- tenga herramientas para defender otros derechos...  la formación abre horizontes.

 

¿Cómo definirías al género humano? ¿Crees que el estilo de vida imperante en la actualidad está dejando de lado valores importantes? ¿Cuáles?

No soy de las que piensa que "todo tiempo pasado fue mejor", creo que hoy tenemos muchas posibilidades para llegar a ganar causas pero de una manera distinta a la de antes... pero también creo que los modelos de sociedad hoy en día no están ayudando a los más vulnerables, creo que el planeta requiere de solidaridad también. Se puede vivir con más sencillez, con menos cosas -como viven los indígenas, por ejemplo, que no maltratan a la naturaleza y son felices sin acumular y acumular-; creo que las nuevas tecnologías de la comunicación están generando nuevas acciones peligrosas... el "primer mundo" tiene índices de homicidios muy bajos (en Europa occidental no pasa de 2 por cada cien mil habitantes, mientras que en Venezuela ya vamos por 70/1oo.ooo), pero en el primer mundo es muy elevado el índice de suicidios... algo anda mal con ese modelo... me parece que en eso los "pobres" tienen mucho que enseñarnos. No en balde el Evangelio nos habla de la necesidad de ser "niños" y "pobres" para entrar en el Reino de los cielos. Yo he aprendido mucho entre los pobres de mi país, creo que el "diálogo de saberes" sigue siendo un camino para salir de esta angustia del mundo de hoy, casar el saber popular (el intuitivo), con el académico; dejarnos evangelizar por la solidaridad de los pobres, dejarnos sorprender, como los niños- aprender a esperar como los indígenas, concebir a la naturaleza como una hermana no como un objeto de dominación... No sé, pero por  donde vamos, vamos mal, sin embargo hay semillas para saber que no es el único camino de vivir en esta tierra. Yo veo en mi país muchas "flores de loto", madres, educadores, jóvenes que, habiendo tenido infancias quebradas, hoy renacen y tienen  un tiempo generoso para los demás. Yo me sorprendo cada día...  tenemos que impulsar una pedagogía de "mano extendida" y también de ojos que miren lo que no se ve a simple vista, y oídos que escuchen silencios... entonces, tal vez, descubriríamos esos signos de esperanza. Sin ingenuidad pero con fe. Lo pequeño ayuda a imaginar lo grande...