Concluye la COP23 con luces y sombras para las escuelas en peligro de extinción

Hoy concluye la Conferencia de Naciones Unidas (COP23) sobre Cambio Climático, enfocada en cómo implementar el Acuerdo de París, alcanzado el año pasado. En este pacto, los Estados miembros, sin la presencia de Estados Unidos, se comprometen a limitar el aumento de la temperatura global a dos grados centígrados.

En esta conferencia se han abordado temas fundamentales para el logro de los ‘Objetivos de Desarrollo Sostenible’ que afectan especialmente a las comunidades más excluidas con las que trabaja Entreculturas. 

Desde hace dos años venimos comunicando sobre la estrecha relación entre el derecho a la educación y la ecología. Hemos podido constatar la vulnerabilidad de las personas con las que trabajamos ante el cambio climático y la degradación ambiental: niños y niñas que abandonan o desatienden la escuela porque se endurecen las condiciones de subsistencia y tienen que trabajar para ayudar a sus familias; comunidades rurales y pueblos indígenas, cuyos medios de vida, cultura y cosmovisión se ven seriamente amenazados. Provocando un incremento del número de personas que se desplazan forzosamente o el aumento de los conflictos relacionados con la explotación de los bienes naturales que suponen graves obstáculos al ejercicio del derecho a la educación.

Por eso queremos hacer un balance de lo que esta la COP23 puede suponer en sus vidas y en qué medida el trabajo de estos días puede contribuir a proteger a las escuelas que también están en peligro de extinción.

Desde Entreculturas destacamos cuatro de los asuntos abordados en el encuentro:

El papel de los pueblos indígenas.

La relación entre cambio climático y la erradicación del hambre.

La necesidad de invertir en resiliencia, es decir, en las capacidades  de las personas para resistir y mitigar los efectos del cambio climático.

La política de reducción de emisiones de CO2.

En cuanto al papel de los pueblos indígenas, la COP23 ha incentivado a dar a conocer el valor ancestral y la visión de desarrollo sostenible de estos pueblos. El encuentro además ha manifestado algo que Entreculturas ha destacado en sus dos últimos informes sobre educación y ecología: el extractivismo en América Latina que afecta a comunidades indígenas, amenazando a la cosmovisión de estos pueblos y sus derechos fundamentales.

En este sentido, el informe Educación en tierra de conflicto identifica claramente una correlación entre el modelo extractivista y los conflictos armados y medioambientales enquistados que están obstaculizando el derecho a  la educación tanto en la región Panamazónica como en la Centroafricana, donde la Cuenca del Río Congo constituye otro de los grandes pulmones y reservas de biodiversidad. Lugares donde es frecuente también una de las principales dificultades para el ejercicio del derecho a la educación: los déficits nutricionales. La COP23 ha referido claramente la estrecha vinculación entre seguridad alimentaria y cambio climático. 

En relación con la necesidad de invertir en resiliencia, queremos destacar el papel del derecho a la educación: no podremos generar capacidades para resistir y mitigar los efectos del cambio climático sin acceso a una educación de calidad, y sin políticas educativas orientadas a este fin que incorporen el enfoque eco-social. Esto vale tanto para las políticas de cooperación  en educación y de acción humanitaria, como para las políticas educativas en España. 

En el marco de la inversión en resiliencia debería tenerse en cuenta también la reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera, que por primera vez aumentarán este año tras tres de estancamiento. La Unión Europea está descendiendo los niveles de emisión ligeramente, mientras que en India y en China aumentan y en Estados Unidos Donald Trump incentiva el uso del carbón, principal causante de estas emisiones. Es necesario educarnos en alternativas, contar con un firme compromiso público-privado, y generar condiciones de posibilidad, especialmente para las comunidades con menores recursos.           

En el ámbito de la educación, un paso concreto y esencial sería incorporar una de las metas del Objetivos de Desarrollo Sostenible número 4: la implementación de la educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía global en todos los países.

Una vez más, comprobamos que la educación se ve tremendamente afectada por los problemas ambientales, pero como es a su vez, un camino para su solución. La educación capacita a las personas para que hagan un mejor uso de los bienes que la tierra nos ofrece; mejora la resiliencia de las comunidades ante el cambio climático; contribuye a generar alternativas al modelo de producción y consumo; y promueve una ciudadanía global que ponga en marcha los cambios necesarios. La tierra y la educación están amenazadas, esperamos que con esta COP23 se genere un paso más para protegerlas.