Sembrando semillas para la educación en Madagascar
- Madagascar
Decía Manuel Aristorena SJ, Director de Fe y Alegría Venezuela, que hay que “comer para aprender”, refiriéndose a que para tener la capacidad de concentrarse, atender y estudiar es necesario contar con una alimentación completa y nutritiva. Cuando hay hambre, el aprendizaje se ve comprometido.
Hoy, Día Mundial de la Alimentación, queremos hablar de la relación que hay entre la comida y la educación acercándonos a Madagascar y a un proyecto que estamos llevando a cabo junto a Fe y Alegría Madagascar y otras obras jesuitas.
Entrega de semillas en Solila.
Se trata del Proyecto Seed, una iniciativa que tiene el objetivo de ayudar a las familias para que puedan cultivar sus alimentos de forma autónoma y no depender de los ingresos y de los precios oscilantes de los alimentos. Cumpliendo la primera premisa, la alimentación, se pone la pieza fundamental para cumplir la segunda: la educación de los niños y niñas.
Tal y como abordamos en el reportaje sobre ‘Crisis olvidadas en África’, Madagascar sufre una hambruna que afecta especialmente al sur del país debido a la violencia, la devastadora sequía y sobre todo, a los efectos del cambio climático. Todo ello está poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de más de un millón de personas que habitan esta extensa isla ubicada en África Oriental.
La alimentación y la educación van de la mano
En los distritos de Solila, Ikalamavony y Mangidy (pertenecientes a la región de Haute Matsiatra), donde estamos presentes, existe una problemática común: los padres y las madres no tienen medios económicos para apoyar la educación de sus hijos e hijas.
Con tal de paliar esta situación, a través del Proyecto Seed repartimos semillas con un doble propósito: por una parte, para que los padres y madres garanticen la alimentación de sus familias, y por otra, para que puedan vender los excedentes y con ello adquirir material escolar y enviar a sus hijos e hijas a al colegio.
El proyecto, que se inició en abril de este año, ya ha beneficiado a 192 familias en situación de vulnerabilidad y está en nuestra meta llegar a 400 familias en total. La distribución de semillas depende de las estaciones del año: primero, repartimos 10 kilos de semillas de frijoles para cada familia y recientemente se han repartido las semillas de cebolla. Además del reparto, el proyecto contempla el seguimiento de los cultivos para asegurar que las semillas den sus frutos y así las familias puedan beneficiarse tanto del alimento como de la venta de los excedentes. En el caso de los frijoles la tasa de germinación de las semillas ha alcanzado el 96%.
Brotes verdes tras el cultivo de frijoles.
Además de ayudar a las familias a superar sus dificultades económicas, este proyecto busca especialmente evitar que niños y niñas abandonen la escuela y reducir así la tasa de analfabetismo. Estos dos objetivos se están alcanzando; ya contemplamos que la distribución de semillas ha contribuido a que los niños y niñas hayan podido terminar el año escolar en el plazo previsto.